El cáncer de lengua se conoce también como carcinoma escamoso o carcinoma epidermoide de lengua, supone el 6% de todos los cánceres que se diagnostican y un 30% de los de cavidad oral. Es el doble de frecuente en hombres que en mujeres y está considerado una enfermedad grave.
Existen dos tipos principales de cánceres de lengua, el carcinoma escamoso o epidermoide, que es el que se desarrolla a partir de las células superficiales de la lengua y supone el 95% de los casos de cáncer de lengua, y el carcinoma adenoide quístico, que es el que se desarrolla a partir de las glándulas salivares y que supone el otro 5%.
El principal agente causal es el tabaco. Hasta el 95% de las personas con cáncer de lengua fuman. El alcohol actúa aumentando el riesgo de los productos cancerígenos del tabaco, y si ambos efectos se combinan, llega a aumentar en quince veces la posibilidad de tener un cáncer de lengua.
La irritación mecánica crónica por una dentadura en mal estado puede producir úlceras bucales que, de mantenerse en el tiempo, pueden evolucionar a un cáncer de lengua. Las infecciones por el virus del papiloma humano también están en el origen de estos cánceres.
Los síntomas iniciales de un cáncer de lengua son la presencia de una úlcera, que suele tener los bordes duros y que no va a curarse, puede sangrar con facilidad, y en casos más avanzados puede dar problemas para tragar y para hablar.
Existen varias líneas principales para el tratamiento del cáncer de lengua:
La principal prueba complementaria que se realiza es la biopsia de la lesión, que permitirá conocer la naturaleza de la misma. Otras pruebas radiológicas como escáner, resonancias magnéticas, PET… son complementarias y se solicitan para valorar la extensión del tumor y controlar su evolución durante el tratamiento.
Los factores desencadenantes del cáncer de lengua son el tabaco, seguido de lesiones producidas por roces continuos de dentaduras mal cuidadas.
Existen dos factores de riesgo principales del cáncer de lengua, el consumo excesivo de alcohol que se traduce en un aumento del riesgo mayor si se asocia a consumo de tabaco y la infección por virus del papiloma humano.
Las complicaciones que pueden aparecer en un cáncer de lengua son: dificultad para tragar y hablar, problemas al respirar y alteración de las facciones por daño sobre la mandíbula y el maxilar.
Las medidas preventivas para evitar el cáncer de lengua son: no fumar ni cigarrillos ni en pipa ni mascar tabaco, no consumir alcohol en grandes cantidades, evitar las infecciones por virus del papiloma humano, con medios de protección en el sexo oral o mediante vacunas contra el papiloma y cuidar la dentadura de forma adecuada llevando prótesis dentales que ajusten de forma correcta.
Los especialistas implicados en el tratamiento del cáncer de lengua son tres, otorrinolaringólogos y cirujanos maxilofaciales, serán los encargados de la cirugía y el oncólogo será el encargado de la radioterapia y la quimioterapia.
El cáncer de boca se suele manifestar como una lesión aftosa (herida), que tras quince días no cura de modo adecuado, suelen tener un borde duro, y en ocasiones pueden sangrar.
Las lesiones en la base de la lengua son más difíciles de ver y pueden manifestarse como molestias al tragar o sensación de un cuerpo extraño.
La glosectomía es la extirpación total o parcial de la lengua. La decisión de retirar una parte o la totalidad de la lengua será tomada dependiendo de la extensión del tumor y de la situación del mismo, en general se prefiere la glosectomía parcial por ser mucho menos agresiva.
No es lo mismo, si bien los dos son en general de la parte superficial que los recubre, las implicaciones de tratamientos quirúrgicos son muy diferentes, y la accesibilidad al tumor también distinta.
El cáncer de labio se puede manifestar por un afta (herida) que no se cura, por una masa en el labio, sangrado, dolor o adormecimiento labial. En algunas ocasiones puede no tener síntomas y ser el odontólogo el que lo encuentre en una revisión dental.
Las aftas en la boca son pequeñas heridas o lesiones superficiales, que pueden aparecer como consecuencia de enfermedades víricas, como pueden ser las infecciones por herpes o también por lesiones que se producen al morderse, por roce de una pieza dental alterada o de una prótesis con mal ajuste.