El bruxismo es un movimiento repetido de la mandíbula que consiste apretar y rechinar los dientes de forma constante o frecuente. Esta actividad no tiene ninguna función en el organismo, es decir, es parafuncional y el paciente lo puede realizar de forma inconsciente o consciente. Se estima que la afectación del bruxismo nocturno en la población general es del 8%, mientras el bruxismo en vigilia se calcula alrededor del 20%, disminuyendo con la edad. Estas tasas varían según los estudios consultados ya que, los términos estudiados respecto al bruxismo en ellos, varían según la población estudiada, la definición adoptada y el criterio diagnóstico-clínico que se siga. En general parece que el sexo no interfiere en el padecimiento más o menos frecuente del bruxismo. No es un una patología urgente ni grave, pero se debe valorar y tratar para evitar complicaciones.
Según el momento del día en el que se produzca existe:
Según su orígen, el bruxismo se divide en:
Por último, según sus principales características, encontramos:
A día de hoy las causas del bruxismo no están totalmente aclaradas, sabiendo que interfieren en su aparición múltiples factores. A nivel anatómico y fisiológico se describe una posible alteración nerviosa central en los mecanismos de neurotransmisión (envío de información en los nervios).
De forma general se establece como posibles causas la combinación de alteraciones dentales a nivel de la oclusión dental, junto con factores psicológicos y una alteración de la actividad de los músculos que participan en los movimientos mandibulares. En ocasiones estas componentes se asocian a alteraciones del sueño.
Los pacientes suelen consultar al médico u odontólogo porque alguna persona cercana les ha dicho que rechinan y aprietan los dientes por la noche. Además, suelen presentar un desgaste progresivo de la dentadura, con movimiento de piezas en algunas ocasiones. Puede haber un oscurecimiento dental por el desgaste del esmalte. También los pacientes suelen quejarse de dolor cuando ingieren algún alimento frío o muy caliente. Es frecuente que presenten dolor a nivel de la musculatura que realiza la apertura de la mandíbula y exista inflamación facial por delante de las orejas.
En ocasiones se irrita e inflama la articulación de la mandíbula con el cráneo, llamada temporomandibular, produciéndose dolor con la masticación e incluso limitación en la apertura bucal.
En el bruxismo diurno pueden aparecer lesiones en la parte interna de la mejilla o en los labios, o uñas demasiado cortas. A veces los pacientes se quejan de cefaleas (dolores de cabeza) persistentes o alteraciones del sueño con sueño no reparador.
Existe una amplia variedad de tratamientos propuestos para el bruxismo que, en ocasiones, pueden usarse de forma combinada:
El diagnóstico del bruxismo se puede realizar con una exploración física bucal y con una anamnesis (preguntas que realiza el médico u odontólogo) adecuada: si hay historia de sonidos bucales nocturnos confirmados, si se confirma desgaste de los dientes producido por ese tipo de movimientos, etc.
Se puede realizar una prueba complementaria denominada polisomnografía, en la que se objetivan los movimientos de los músculos que intervienen en los movimientos de la mandíbula con un EMG (electromiograma), observando la presencia de contracciones de estos músculos y su actividad eléctrica Se realiza mientras el paciente duerme, de forma controlada, en la unidad del dueño del hospital. Si es posible, se acompaña de una grabación audiovisual simultánea para excluir otros movimientos orofaciales como tics, tragar, suspiros, etc.
Existen productos comerciales como el ”BiteStrip de S.L.P”, que se basan en EMG para el diagnóstico domiciliario del bruxismo, aunque el 20% de las pruebas realizadas por los pacientes en sus casas no son válidas y siempre es mejor un estudio polisomnográfico en un laboratorio del sueño
La presencia en el paciente de alteraciones en la oclusión de los dientes o alteraciones anatómicas orofaciales, puede favorecer la aparición de bruxismo asociado a otros factores como el estrés y/o alteraciones del sueño.
También se considera un factor de riesgo la adicción y el consumo de tabaco.
Los pacientes con enfermedades como ansiedad y otras alteraciones psicosociales pueden desarrollar bruxismo diurno.
Otros factores asociados descritos son ciertos medicamentos o drogas (fármacos antidepresivos, drogas como la cocaína, el éxtasis… etc.)
Trastornos como la enfermedad de Parkinson, discinesia tardía, enfermedades y síndromes psiquiátricos, también pueden favorecer la aparición de bruxismo.
El bruxismo en la mayoría de ocasiones requiere un tratamiento interdisciplinar, con la valoración del odontólogo y la participación del psicólogo, psiquiatra, neurólogo o cirujano maxilofacial en el tratamiento y valoración.
Las consecuencias principales del bruxismo, son: el desgaste y la alteración de las piezas dentales tanto propias como externas, el dolor facial y de cabeza, la alteración de la articulación de la mandíbula, las alteraciones del sueño y los ruidos nocturnos, o el aumento de la musculatura de la masticación que modifica la fisonomía (forma) de la cara.
Sí, el estrés es uno de los factores que se han descrito relacionados con el bruxismo y la expresión de alteraciones psicológicas como la depresión, la ansiedad, y la angustia, entre otras.
Realizando técnicas de relajación, si es preciso, toma de tratamientos específicos para la ansiedad, evitando el consumo de excitantes y realizando controles periódicos con el odontólogo.
De manera inicial puede ser evaluado por el odontólogo, pero en la mayoría de las ocasiones precisa un abordaje multidisciplinar con la intervención de un psicólogo, un psiquiatra, un neurólogo, o un cirujano maxilofacial, dependiendo de la afectación del paciente.
El bruxismo se produce por la realización de movimientos voluntarios o involuntarios de apretamiento de la dentadura y rechinamiento de los dientes, lo cual no tiene ningún objetivo funcional.