El botulismo es una enfermedad que se produce por la ingestión de una sustancia tóxica producida por una bacteria, la Clostridium Botulinum. Esta sustancia, llamada toxina botulínica, actúa alterando el sistema de información entre los nervios y los músculos. El botulismo aparece a nivel mundial, observándose en forma de casos esporádicos y de pequeños brotes (intrafamiliares comúnmente) y, ocasionalmente, en forma de brotes de mayor entidad, sobre todo en zonas fundamentalmente rurales, donde se elaboran conservas de forma artesanal. No es una enfermedad común, se estiman 1.000 casos anuales a nivel mundial. Es una enfermedad grave, potencialmente mortal, que requiere la atención del paciente lo más temprano posible.
La toxina producida por la bacteria produce una interferencia en la transmisión de la información de los nervios hacia los músculos, lo que produce un mal funcionamiento de estos, apareciendo parálisis progresiva de la musculatura.
Se ha descrito el cuadro clínico que aparece como una parálisis aguda.
Aparición de una debilidad de los músculos de la cara, aquellos en los que la información nerviosa llega por los llamados pares craneales o también el sistema nervioso autónomo. Su afectación da lugar a la aparición de forma súbita de dificultad para tragar, alteraciones en el habla, visión borrosa o doble (diplopía), disfunción intestinal y de la vejiga, debilidad en las extremidades superiores y posteriormente de las inferiores. En estados graves puede aparecer insuficiencia respiratoria.
Los síntomas se inician dentro de las 12-36 horas tras la ingestión de la comida contaminada.
En el caso del botulismo por una herida los síntomas pueden demorarse en aparecer hasta dos semanas tras la infección.
El paciente requiere ingreso en la unidad de cuidados intensivos (UCI) y la administración por vía intravenosa del tratamiento específico que es la antitoxina botulínica trivalente (se recomienda un frasco ampolla por vía intravenosa y otra por vía intramuscular, tan pronto como se sospeche el diagnóstico, incluso antes de confirmarlo). Esta antitoxina no puede revertir la unión ya producida entre la toxina de la bacteria y las terminaciones nerviosas del organismo, pero se ha demostrado que, cuanto antes se administre, más baja la mortalidad al evitar que la toxina libre en la circulación sanguínea que no se haya unido todavía, lo haga.
Se administra también otra sustancia llamada catártico (carbón activado), cuya función es neutralizar aquella parte de toxina que todavía no haya sido absorbida por el cuerpo en el caso de botulismo alimentario. También se puede realizar una irrigación intestinal total, administrando sustancias por vía oral que facilitan el aumento de deposiciones para eliminar la toxina no absorbida (se dan sustancias usadas también en la preparación de una colonoscopia).
Además, se administra tratamiento de sostén con oxigenoterapia, administración por vía intravenosa de sueros y, si es preciso, ventilación mecánica.
En el caso de botulismo de las heridas, se administra antitoxina y se desbrida (limpieza de la herida quitando la piel muerta). Se administra también tratamiento antibiótico.
En el botulismo infantil no son útiles la antitoxina ni los antibióticos, el tratamiento se basa en las medidas de soporte (sueros, ventilación mecánica, etc.) y la observación, siendo habitual un buen pronóstico y recuperación en semanas o meses.
El diagnóstico se realiza mediante la historia clínica y la exploración física que realiza el médico.
Además, se puede confirmar detectando la toxina producida por la bacteria en un análisis de sangre, o en una muestra de materia fecal o de contenido gástrico del paciente. También se puede analizar una muestra de la comida que haya ingerido el paciente antes de que comenzara la enfermedad.
En el caso de botulismo por herida se puede realizar la toma de muestras de exudados de la herida para identificar la presencia de la bacteria.
Los pacientes deben ser atendidos en un hospital, inicialmente en el área de urgencias y, cuando los médicos sospechen el orígen de la enfermedad, se trasladará al paciente a la unidad de cuidados intensivos (UCI), siendo tratado allí por el médico intensivista.
El agente patógeno es una bacteria llamada Clostridium botulinum que es productora de una toxina, sustancia que altera la unión neuromuscular (entre los nervios y los músculos), y produce los síntomas en el organismo.
La ventana de tiempo entre la ingestión del alimento contaminado y la aparición de los primeros síntomas oscila entre 12-36 horas.
Los alimentos más peligrosos son aquellos que están embotellados o enlatados y no correctamente esterilizados, lo que puede producirse de forma más frecuente en conservas preparadas de forma casera.
Sí, puede volver a comer el mismo tipo de alimento cuando se encuentre en otro recipiente y esté conservado en adecuadas condiciones.