La artritis es una enfermedad crónica que afecta a las articulaciones causando principalmente inflamación, dolor y rigidez de la misma. Una articulación es el área donde dos huesos se encuentran y que permite el movimiento de esa zona. Aproximadamente el 1% de la población mundial padece esta enfermedad, con una incidencia anual entre 6 y 10 casos por cada 100.000 habitantes.
Es más común en las mujeres que en los hombres, y suele aparecer entre los 40 y los 60 años, aunque puede darse a cualquier edad y se asocia más a las personas mayores. Es una enfermedad grave, ya que no tiene cura, pero sí se puede tratar y mejorar la calidad de vida de la persona que la padece.
Existen muchos tipos diferentes de artritis. Los principales que provocan diversos daños en las articulaciones son:
Otros tipos comunes de artritis son: artritis gonocócica, espondilitis anquilosante, artritis bacteriana no gonocócica, artritis esclerodermia, artritis reactiva, entre otros.
Las causas de la artritis son desconocidas, sin embargo, se cree que puede deberse a un agente infeccioso, que en pacientes genéticamente predispuestos, es capaz de generar una respuesta inflamatoria, produciéndose consecuentemente una malformación ósea.
También puede deberse a una tendencia hereditaria genética a desarrollar esta enfermedad, ya que el propio sistema inmune ataca a las articulaciones porque no las reconoce como propias y por ello se inflaman. En algunos casos, la artritis responde a enfermedades infecciosas de la articulación, por bacterias o virus.
Entre los síntomas que causa la artritis están: disminución de la capacidad para mover la articulación, enrojecimiento y calor de la piel alrededor de una articulación, dolor, rigidez, hinchazón articular y debilidad muscular.
Los objetivos del tratamiento son: reducir el dolor, mejorar la función y prevenir un daño articular mayor, ya que generalmente no se puede curar la artritis.
Los cambios en el estilo de vida son el tratamiento preferido para la osteoartritis y otros tipos de inflamación articular, además, el ejercicio puede ayudar a aliviar la rigidez, reducir el dolor y la fatiga y mejorar la fortaleza ósea y muscular. La fisioterapia puede ser útil para algunos tipos de artritis, los ejercicios pueden mejorar la amplitud de movimiento y fortalecer los músculos que rodean las articulaciones.
Otra opción de tratamiento son los medicamentos, estos varían según el tipo de artritis. Los más comunes son los AINES (antiinflamatorios no esteroideos). Todos los medicamentos tienen algunos riesgos, aunque algunos más que otros. Es importante que el médico vigile al paciente cuidadosamente cuando esté tomando medicamentos para la artritis.
Si las medidas conservadoras no sirven, el médico puede sugerir una cirugía, como reparación articular, fusión de la articulación o reemplazo articular.
Las pruebas complementarias del tratamiento de la artritis son: exploración física, análisis de laboratorio, radiografías, imágenes por resonancia magnética, tomografía computarizada y ecografía, entre otras pruebas.
No existen factores desencadenantes en esta enfermedad.
Entre los factores de riesgo de la artritis están: los antecedentes familiares, ya que algunos tipos de artritis son hereditarios, la edad, lesión o traumatismo articular previo, el sexo, pues es más frecuente en mujeres que en hombres, lesiones o traumatismos previos en alguna articulación, la obesidad, y/o un defecto en el cartílago o en la unión de las articulaciones.
Las complicaciones de la artritis van a depender de el tipo de esta, pero las más comunes son:
Para prevenir la artritis es necesario que:
El médico que se especializa en el diagnóstico y el tratamiento de la artritis es el reumatólogo, que se encarga de estudiar las enfermedades del aparato locomotor: huesos, articulaciones, músculos, ligamentos y tendones.
Sí, algunos tipos de artritis son causados por factores hereditarios.
Sí, aunque el clima no hace que la enfermedad mejore o empeore, hay algunos factores climáticos capaces de aumentar el dolor o la rigidez de la artritis como son el clima frío, la humedad de la lluvia o la nieve.
Un episodio agudo de artritis consiste en que la enfermedad parece estar controlada por un tiempo, pero repentinamente las articulaciones duelen y se hinchan. El paciente puede también presentar malestar generalizado y fatiga.
Un episodio de exacerbación de artritis es lo mismo que un episodio agudo de artritis, ambas se usan para expresar el empeoramiento súbito (repentino) de la artritis.
La osteoartritis del pulgar también se conoce como artritis degenerativa o artrosis, es la que afecta la articulación en la base del pulgar, entre el primer metacarpiano y el hueso trapecio. Se produce por la degeneración del cartílago que recubre la articulación.