El absceso periamigdalino es el acúmulo de pus y bacterias que se sitúa en la zona que rodea la amígdala, al extenderse la infección fuera de la misma tras haber sufrido una amigdalitis, en especial, si esta se produce por un estreptococo.
Los abscesos periamigdalinos suelen ser unilaterales, pero hasta el 3% de los casos son bilaterales, afectan a las dos amígdalas, derecha e izquierda a la vez.
La causa del absceso periamigdalino es la infección por estreptococo B hemolítico, o bien, por estafilococo que se extiende hacia el tejido adyacente desde la amígdala y que suele ser secundario a una falta de tratamiento antibiótico.
Los síntomas del absceso periamigdalino son odinofagia (dolor de garganta) y dificultad para tragar con babeo continuo. Puede aparecer también dolor en el oído del lado afecto, mal olor del aliento, y suele acompañarse de fiebre importante.
El tratamiento del absceso periamigdalino se puede dividir en tratamiento médico y tratamiento quirúrgico.
En casos con infección muy extendida y abscesos muy grandes, puede resultar necesario, no solo drenar absceso, sino también proceder a la extirpación de la amígdala.
Entre las pruebas complementarias, además del examen físico, se pueden realizar pruebas de imagen como ecografía, TAC (escáner) y resonancia magnética nuclear, que permiten ver la extensión del absceso.
El factor desencadenante del absceso periamigdalino es la extensión de la infección desde la amígdala al tejido que le rodea, suele ser secundario a una falta de tratamiento antibiótico para el proceso amigdalar.
Son factores de riesgo para el absceso amigdalino: la edad, entre 20 y 40 años, fumar, la enfermedad periodontal y la infección en la garganta o los dientes.
Las complicaciones son la extensión de la infección hacia el cuello, produciendo celulitis, dificultad para la respiración y sepsis, infección endocárdica o neumonía.
La prevención para el absceso amigdalino es no fumar y el tratamiento precoz con antibióticos de las infecciones bacterianas de la garganta.
La especialidad que trata el absceso periamigdalino es la otorrinolaringología.
Son varios los antibióticos que se pueden usar en un absceso, el más usual es la combinación de amoxicilina con ácido clavulánico, pero también se puede usar la doxiciclina y la cloxacilina y, en caso de alergia a estos antibióticos, eritromicina.
Un absceso de grasa es una infección sobre un lipoma, que es un acúmulo de grasa subcutánea, dando lugar a un absceso que necesita de tratamiento antibiótico y en algunas ocasiones de un drenaje quirúrgico. Es la complicación más frecuente de los lipomas.
El flemón periamigdalino o absceso periamigdalino es la extensión de una infección amigdalar, en general por estreptococo o estafilococo que se extiende a los tejidos blandos periamigdalinos (al paladar blando y los pilares amigdalinos), dando lugar a una tumoración que contiene pus en su interior. Resulta necesario un tratamiento antibiótico, con drenaje quirúrgico en algunos casos para lograr su total resolución.
El drenaje de un absceso es la técnica quirúrgica que se usa para solucionar un proceso de absceso.
El absceso es una tumoración purulenta que se produce por la concentración de bacterias en una determinada zona, sobre estas bacterias actúan los glóbulos blancos que dan lugar al pus.
En el drenaje quirúrgico se procede a poner anestesia local y, posteriormente, se realiza una incisión sobre el mismo para drenar el material purulento. Para evitar el cierre de esta incisión se puede poner una tira de gasa en el interior del absceso, en otras ocasiones, se pone tan solo una mecha que hace que el material drene al exterior, con el fin de impedir que el absceso se vuelva a repetir. Es necesario realizar curas diarias hasta conseguir el cierre total del absceso.
El absceso interno es el que se produce en la profundidad del organismo y no en la piel. Se pueden producir abscesos en diferentes órganos como es el caso del pulmón, cerebro o hígado, pero también pueden producirse en cavidades como los abscesos peritoneales o en el saco de Douglas.
Los abscesos se producen por una concentración de bacterias en una determinada zona, sobre estas bacterias actúan los glóbulos blancos, dando lugar al pus, que debe ser tratado con antibióticos de amplio espectro y, al igual que los abscesos superficiales, pueden ser necesarias técnicas quirúrgicas para su resolución.