La vitamina C o ácido ascórbico es una vitamina antioxidante (junto con la vitamina A y E) y soluble en agua que participa en diferentes funciones fisiológicas. El hecho de que sea hidrosoluble implica que nuestro organismo no es capaz de producirla ni de almacenarla, por ello, es necesario aportarla a través de una correcta alimentación de forma diaria.
Además, debido a su poder antioxidante, esta vitamina se “oxida” con facilidad con lo que sus propiedades pueden verse debilitadas por efecto de la temperatura, luz solar u oxígeno del aire.
Las necesidades diarias de vitamina C dependen de la edad, sexo y ciclo vital, pero, en general, según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), la cantidad diaria recomendada (CDR) de vitamina C en adultos es de 80 mg. Si estas necesidades las desglosamos según personas de diferentes edades, las CDR se muestran en el siguiente esquema:
Etapa de vida |
CDR |
Bebés hasta los 6 meses de edad |
40 mg |
Bebés de 7 a 12 meses de edad |
50 mg |
Niños de 1 a 3 años de edad |
15 mg |
Niños de 4 a 8 años de edad |
25 mg |
Niños de 9 a 13 años de edad |
45 mg |
Adolescentes (varones) de 14 a 18 años de edad |
75 mg |
Adolescentes (niñas) de 14 a 18 años de edad |
65 mg |
Adultos (hombres) |
90 mg |
Adultos (mujeres) |
75 mg |
Adolescentes embarazadas |
80 mg |
Mujeres embarazadas |
85 mg |
Adolescentes en período de lactancia |
115 mg |
Mujeres en período de lactancia |
120 mg |
Sin embargo, estas necesidades serán mayores en ciertos casos como: personas fumadoras, mujeres que toman de anticonceptivos orales, en la recuperación de una lesión y en ciertas enfermedades que alteran la absorción de esta vitamina (ciertos tipos de cáncer, y enfermedad renal que requiere hemodiálisis).
Una carencia severa de vitamina C con una ingesta menor de 10 mg/día durante semanas podría producir escorbuto, patología cuyos síntomas incluyen tumefacción, inflamación y hemorragia de las encías, pequeñas manchas en la piel, dolor en las articulaciones y mala cicatrización de las heridas, cansancio… Sin embargo, la deficiencia de vitamina C es muy poco común en España ya que según los datos de la Encuesta Nacional de Ingesta Dietética los españoles superamos el 191% de las necesidades diarias, con lo que la suplementación de este tipo de vitamina en nuestra población es totalmente innecesaria e injustificada.
Por otro lado, se ha establecido un límite de 2.000 mg de vitamina C al día para que no se produzca una hipervitaminosis que podría dar lugar a alteraciones gastrointestinales tales como diarreas, náuseas y calambres abdominales, e incluso puede favorecer el desarrollo de ataques agudos de gota y empeorar una litiasis renal por cálculos de oxalato (la vitamina C es un precursor de oxalato en nuestro organismo). Además, en las personas que padecen hemocromatosis (acumulación excesiva de hierro en sangre), un exceso de vitamina C podría empeorar el exceso de hierro y dañar los tejidos del cuerpo.
La vitamina C se encuentra casi exclusivamente en frutas y verduras. Para ser más concretos, los alimentos con mayor cantidad de vitamina C son: guayaba, lichis, kiwi, mango, piña, caqui, cítricos, melón, fresa, bayas (grosella negra), pimiento, tomate, brasicáceas (verduras de la familia de la col), espinacas, col kale, perejil, naranja, pomelo y limón.
Por ello, con una suficiente ingesta de verduras o vegetales y frutas (con un total de cinco raciones al día) y teniendo en cuenta que el contenido de vitamina C de una verdura podría disminuir hasta el 50% al cocinarse, se recomienda que al menos una de las raciones de vegetales se consuma en forma cruda (ensaladas) y que el resto se cocinen al vapor o al microondas para minimizar esta pérdida.
Además, en lo que a frutas se refiere, se ha popularizado que el zumo de naranja pierde su contenido de vitamina C a los 15 o 20 minutos de haberlo preparado, sin embargo, nuevos estudios han demostrado que esta convicción es falsa y que el zumo de naranja natural exprimido en casa sigue aportando vitamina C hasta 12 horas después a su elaboración.