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Vida Sana Contra la Angina de Pecho: Antes y Después

Consulta de Cardiología

Si has sufrido una angina de pecho recientemente o has sentido dolor en el pecho de forma intensa puede ser muy conveniente hacer un seguimiento con un cardiólogo. Pide cita para una consulta de cardiología

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Cuando hablamos de patologías isquémicas nos referimos a la falta de oxígeno, y si lo asociamos a enfermedades cardíacas nos referimos a una falta de oxígeno en el tejido muscular del corazón (miocardio). Esta hipoxia o falta de oxígeno puede ser transitoria (angina de pecho) sin dejar daño permanente o puede producir la muerte o necrosis de las células del miocardio (infarto agudo de miocardio), que precisa de atención médica inmediata. En ambos casos existe una obstrucción en las arterias coronarias con una reducción del flujo sanguíneo, siendo una oclusión parcial en el caso de la angina y total en el infarto.

Las recomendaciones dietéticas a seguir deben ir dirigidas a reducir el riesgo cardiovascular a través de diferentes mecanismos.

LA IMPORTANCIA DEL ESTILO DE VIDA

La cardiopatía isquémica es la principal causa de muerte en hombres y mujeres, y constituye s una urgencia médica de extrema gravedad. Contribuir a reducir el riesgo cardiovascular a través de hábitos saludables como la disminución del peso, control de la tensión arterial y mejora del perfil lipídico es de vital importancia.

¿Qué causa la angina de pecho?

La causa más común que produce esta obstrucción suele ser la aterosclerosis. Esta afectación ocurre cuando se acumulan depósitos de grasa (colesterol) formando placas de ateroma que se depositan en las paredes de las arterias y estrechan y obstruyen las arterias coronarias.

¿Qué factores de riesgo pueden influir su aparición?

Entre los factores de riesgo que predisponen a la angina de pecho destaca tener algún antecedente familiar de cardiopatía isquémica, así como fumar, tener hipertensión, hipercolesterolemia o colesterol alto, sufrir obesidad, presentar diabetes, el sedentarismo y tener una edad avanzada.

Por todo ello es importante actuar sobre los factores de riesgo que podemos modificar y llevar unos hábitos saludables que puedan influir en la prevención. Entre las medidas preventivas podemos destacar:

  • Dejar de fumar.
  • Llevar una alimentación equilibrada y saludable.
  • Realizar ejercicio. Las personas que hacen ejercicio aeróbico de forma regular tienen un menor riesgo de isquemia miocárdica. Además, también ayuda a controlar el peso y reduce la hipertensión arterial.
  • Evitar la obesidad y mantenerse en un peso saludable.
  • Realizar revisiones de la tensión arterial.
  • Vigilar que los índices de colesterol y glucosa sean los correctos.
  • Disminuir el estrés.

¿Qué síntomas suelen aparecer?

La angina de pecho suele aparece después de realizar un esfuerzo físico por aumentar la demanda de flujo sanguíneo (deporte, levantar pesos…) o sufrir estrés emocional. Se caracteriza por una sensación de opresión o dolor en el tórax debido a la isquemia o falta de oxígeno y puede extenderse al cuello, mandíbula, espalda y brazos. El dolor suele ser de intensidad moderada y duración limitada, mejorando con el reposo, y cede con la toma de fármacos vasodilatadores.

Si aparece alguno de estos síntomas debes acudir al hospital para que te realicen una exploración, diagnostiquen el tipo de angina de pecho e inicies a tiempo el tratamiento más adecuado. Tal y como recoge la Sociedad Española de Cardiología pueden ser de tres tipos:

  • Angina estable o angina de esfuerzo: es la más común y la que tiene mejor pronóstico. Ocurre cuando se realiza un esfuerzo que exige más demanda de oxígeno por parte de las fibras musculares cardíacas o miocardio.  Se trata con reposo o vasodilatadores.
  • Angina inestable o angina en reposo: es la más peligrosa. Se produce de forma espontánea y puede ocurrir sin realizar ningún esfuerzo físico. Se debe a una obstrucción no total en una arteria coronaria, pero es de peor evolución que la anterior. No desaparece espontáneamente con el reposo y se debe tratar como una emergencia ya que se considera una señal de que existe un riesgo elevado de producirse un infarto, una arritmia grave o muerte súbita.
  • Angina variante, vasoespástica o de Prinzmetal: es una variedad de la angina inestable y ocurre frecuentemente durante el reposo nocturno. El mecanismo causante se debe a un espasmo o cierre espontáneo de un vaso coronario a diferencia de la oclusión de un vaso, como sucede en la inestable. El pronóstico de estos pacientes depende fundamentalmente del estado de sus vasos coronarios.

¿Qué dieta se debe seguir una vez se ha sufrido una angina de pecho?

Las recomendaciones dietéticas a seguir deben ir dirigidas a reducir el riesgo cardiovascular a través de diferentes mecanismos como la disminución del peso, control de la tensión arterial y mejora del perfil lipídico. La dieta debe ser:

  • Pobre en alimentos ricos en colesterol, grasas saturadas, grasas trans y grasas hidrogenadas tales como:
    • Quesos curados, postres lácteos (helado, natillas, flan, etc), margarina, mantequilla.
    • Carnes grasas: cordero, cerdo (excepto el lomo) cabrito, ternera, buey, pato, embutidos grasos (chorizo,  salchichón, mortadela, sobrasada, etc.) y patés.
    • Otros productos de pastelería o repostería o ciertos alimentos ultraprocesados contienen grasas trans. Se pueden identificar en el etiquetado bajo el nombre de grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas. Son: margarinas, galletas, productos de bollería, palomitas de microondas, pastelería industrial, caramelos, snacks salados (patatas fritas, cortezas, etc.) y dulces, helados, salsas, empanadillas, pizzas, lasañas, pescado frito, etc…
  • Rica en ácidos grasos insaturados (mono y poliinsaturados): aceite de oliva, pescado azul y frutos secos.
    • Añade aguacate a las ensaladas (rico en grasas monoinsaturada).
    • Añade semillas de lino en purés, ensaladas o yogur (ricas en grasas poliinsaturadas tipo omega-3.
    • Utiliza tres o cuatro cucharadas diarias de aceite de oliva (preferiblemente virgen extra) entre las cocciones y su uso en crudo.
    • Consume de dos a cuatro raciones de frutos secos a la semana (no salados ni fritos): un puñado de nueces, avellanas o almendras.
    • Consume de dos a cuatro raciones de pescado azul a la semana ya que es un alimento rico en grasas   poliinsaturadas tipo omega-3.
  • Rica en fibra y antioxidantes: frutas, verduras, cereales integrales y legumbres
    • Tomar tres raciones de fruta diarias y al menos una ración diaria de ensalada o verdura cruda (no cocida).
    • Consumir el pan y los cereales en sus variedades integrales.

Recomendaciones

  • Mantener unos buenos hábitos alimentarios para que en un futuro tu alimentación sea más correcta y equilibrada.
  • Tomar cinco raciones de fruta y verdura diarias:
    • Tres piezas de fruta fresca al día (una de ellas cítricas: kiwi, naranja, mandarina, pomelo).
    • Dos raciones de verdura al día (una de ellas en forma de ensalada)
  • Consumir tres raciones diarias de farináceos, preferiblemente integrales (pan, pasta, arroz, otros cereales), deben constituir la base de nuestra alimentación.
  • Consumir de dos a cuatro raciones semanales de legumbres (60-80 g/ración en crudo, 150-200 g cocidas). Recuerda cocinarlas con poca grasa (con verduras y carnes magras, y evitando chorizo, morcilla, etc.)
  • Tomar a diario de dos a cuatro raciones de lácteos (leche, yogur natural y quesos) en sus variedades desnatadas
  • Consumir tres o cuatro raciones (100-125 g/ración) a la semana de carnes magras (pollo y pavo sin piel, conejo, ternera magra, solomillo de buey, lomo de cerdo…)
  • Consumir un mínimo de cuatro raciones a la semana de pescado (dos de ellas de pescado azul).
    • Ejemplos de pescado blanco: lenguado, merluza, rodaballo, bacalao, congrio, dorada, gallo, lubina, pescadilla, mero, rape…
    • Ejemplos de pescado azul: aguja, angula, aún, bonito del norte, boquerón o anchoa, caballa o verdel, chicharro o jurel, melva, salmón, salmón ahumado y sardina…
  • Evitar los patés y embutidos grasos (chorizo, salchichón, mortadela, sobrasada, etc.). En contraposición, consumir con moderación los embutidos de menor contenido en grasa (jamón cocido o serrano sin la grasa visible, fiambre de pavo…).
  • El consumo de tres o cuatro huevos por semana es una buena alternativa a la carne y el pescado.
  • No abusar del azúcar.
  • Es muy conveniente beber abundante agua a lo largo del día.
  • Evitar las bebidas alcohólicas, aportan gran cantidad de calorías “vacías” (no aportan nutrientes)
  • Controlar la cantidad de aceite diaria (tres o cuatro cucharadas soperas). Para ello, preparar los platos de manera sencilla: asados, en su jugo, en microondas, en papillote, al vapor, hervidos o a la plancha. Evitar las frituras, rebozados, empanados y los guisos con salsas grasa.

Y, sumado a todo ello, se recomienda realizar actividad física diaria. El ejercicio físico practicado de forma regular y con intensidad moderada es cardiosaludable. Siga las indicaciones de su médico para no someterse a un sobreesfuerzo.