Pesadez, dolor, picor, cansancio, calambres musculares e incluso hinchazón en las piernas. Estos son los síntomas que acompañan a las varices, estas venas que presentan dilataciones y ondulaciones permanentes y patológicas en su pared. En las mujeres los síntomas pueden empeorar con la menstruación, el embarazo y con tratamientos hormonales sustitutivos o anticonceptivos orales.
Las venas de las piernas son las responsables del ascenso del flujo sanguíneo hasta el corazón en cantidad adecuada a las necesidades de cada momento. Ello es posible gracias a los trayectos venosos y a un sistema muscular impulsor a modo de bomba que permiten la movilización del flujo sanguíneo.
Existen dos sistemas venosos bien diferenciados en las extremidades inferiores: el superficial (sistema venoso superficial) y el profundo (sistema venoso profundo), ambos relacionados mediante las venas perforantes o comunicantes. Las venas del sistema superficial tienen unas paredes más finas y distensibles y se distribuyen en forma de red. El sistema venoso profundo alberga el 90% de la sangre venosa de los miembros inferiores y presenta paredes más gruesas (menos distensibles). Un sistema de válvulas es el responsable de encauzar el flujo sanguíneo en dirección ascendente y centrípeta (es decir, el flujo se dirige del sistema venoso superficial al profundo y, posteriormente, en sentido ascendente). ¿Cuál es el sistema que permite que la sangre se mueva en contra de la gravedad? Gracias a la contracción muscular la sangre se impulsa en sentido ascendente.
Cuando existe dificultad para el retorno venoso. La principal causa es la incompetencia de las válvulas venosas que provoca un aumento de la presión venosa de los miembros inferiores y el paso de sangre desde el sistema profundo al superficial (en sentido opuesto a la normalidad). Generará la aparición de varices y daño en los capilares. En efecto, las varices son mucho más frecuentes en las extremidades inferiores y, al evolucionar, llevan a una insuficiencia vascular crónica (cinco veces más frecuente en la mujer que en el hombre).
En mujeres el factor de riesgo más frecuente es el embarazo mientras que en los hombres es el sobrepeso. Los profesionales sometidos a bipedestación (posición de pie) o sedestación (posición sentada) prolongada y poca movilidad tendrán mayor riesgo. El calor empeora los síntomas (el frío los mejora).
Es el cirujano vascular. En la primera visita realiza un interrogatorio extenso sobre el entorno médico y personal, y realiza una exploración física exhaustiva (inspección y palpación). Muy probablemente realizará una Eco-Doppler, procedimiento no invasivo que aporta la información necesaria para confirmar el diagnóstico y orientar hacia el tratamiento más adecuado.
El tratamiento propuesto va a depender de la frecuencia e intensidad de los síntomas.
Como es evidente, vamos a recomendar unas medidas higiénico-dietéticas eficaces en todos los casos de varices, aunque, en más del 90% de casos vamos a precisar de tratamiento específico. Por ello no nos cansaremos de recomendar la realización de ejercicio físico de forma regular, el chorro de agua fría en las extremidades inferiores al finalizar la ducha o la alternancia de agua fría con tibia para estimular el tono venoso (se llama Hidroterapia de Kneipp), la elevación de las extremidades al finalizar el día, el control del peso y el abandono del hábito tabáquico.
Como medidas más específicas disponemos de:
La intervención quirúrgica estará indicada en caso de síntomas floridos o con riesgo de complicaciones (varicoflebitis, varicorragia) o en caso de recidiva (a los 10 años de la intervención un 25% de pacientes desarrollarán varices de nuevo).
La prevención es fundamental en caso de poseer factores de riesgo (hipertensión, obesidad, dislipemia, diabetes, tabaco…) o antecedentes familiares próximos.
Las técnicas más eficaces son: ducha diaria con agua fría sobre las piernas o ducha de contraste (alternando agua caliente y fría), buena hidratación de la piel con cremas o aceites corporales, realizar ejercicio físico de forma regular, combatir el sobrepeso, evitar el estreñimiento, evitar posturas mantenidas durante tiempo prolongado, intentar dormir con las piernas ligeramente levantadas y levantar las piernas al final del día.
Respecto al calzado, como en muchas otras situaciones, se deben evitar los extremos. Tanto el calzado plano como el tacón muy alto dificultan el retorno venoso y el sistema muscular de bombeo sanguíneo ascendente. ¿Cuál es el calzado ideal? El amplio, cómodo, de tacón medio y con cordones. Ello no quiere decir que no podamos lucir unos estupendos tacones y lo compensemos después con un chorro de agua fría o baños de contraste y un buen masaje ascendente, o la elevación de las piernas durante unos minutos al finalizar la jornada.