Son un problema muy frecuente a partir de los 50 o 60 años. La interacción continuada de la radiación solar con la piel acaba provocando la aparición de estas lesiones en las áreas sometidas a más exposición solar: la frente, las orejas, el dorso de las manos y el labio inferior. Las queratosis actínicas se presentan como placas rojas o marronáceas con una superficie rasposa o costrosa característica.
En la actualidad los dermatólogos consideramos a las queratosis actínicas una forma superficial o incipiente de carcinoma escamoso, un cáncer que si no es tratado pronto puede crecer rápidamente, ocasionar metástasis en otros órganos y provocar incluso la muerte. De ahí la importancia de diagnosticar y tratar correctamente las queratosis solares.
La luz ultravioleta del sol produce cambios en el núcleo de las células de la piel: alteraciones de su ADN que, al no poder ser reparadas, pueden generar células con un crecimiento descontrolado y capacidad para transformarse en células cancerosas.
Suelen reconocerse fácilmente como pápulas o placas rojas o de color marrón, cubiertas de una escamo-costra característicamente rasposa al tacto, como papel de lija. Aparecen en personas con piel más blanca, que tiene más dificultad para broncearse, y se quema fácilmente con el sol, y ojos claros.
Son especialmente frecuentes en hombres calvos en el cuero cabelludo por ausencia del “efecto sombrilla” del cabello. Muy característicamente, aparecen más en trabajadores del campo, del mar, albañiles, amantes de la playa, de la nieve, o de los deportes al aire libre, como el golf o el tenis.
En algunos casos, sobre todo cuando hay que diferenciarlas del carcinoma escamoso invasivo, puede ser necesario extirparlas y hacer una biopsia.
Existen múltiples opciones de tratamiento, aunque en ningún caso son definitivos, y el paciente con queratosis solares deberá seguir un control periódico con el dermatólogo, en general de por vida:
El método físico más empleado es la crioterapia con nitrógeno líquido. Consiste en la aplicación en la piel a tratar, provocando una pequeña quemadura por congelación que destruirá las células alteradas. Es un tratamiento que debe aplicar el dermatólogo con un dispositivo aprobado, y no es aconsejable emplear dispositivos de crioterapia que se venden en las farmacias, porque son poco eficaces y poco seguros. Otros métodos físicos son la electrocoagulación o el láser. En pocos casos las queratosis actínicas se tratan con una cirugía que suponga poner puntos de sutura, aunque debe de hacerse siempre que se sospecha un carcinoma escamoso más avanzado.
Consiste en la aplicación de una crema que es absorbida por las células, y después es activada con una fuente especial de luz o con la luz del exterior. Tras varias sesiones, todas las zonas afectadas por las queratosis mejoran significativamente, incluso con un efecto de rejuvenecimiento de la piel. Tiene la ventaja de poder tratar muchas a la vez, e incluso aquellas que no son visibles a simple vista, por presentar alteraciones sólo visibles al microscopio
En la actualidad hay bastantes novedades en el tratamiento tópico, con diferentes opciones que se escogen en función de la zona a tratar y de la capacidad del paciente para realizar el tratamiento correctamente. Son imiquimod, 5-fluouracilo, ingenol mebutato, y diclofenaco, entre otros. Como todos ellos producen una reacción similar a una quemadura, el paciente debe recibir las instrucciones pertinentes para superar la reacción inicial y cumplir correctamente el tratamiento.
Es evidente que la primera medida preventiva es la fotoprotección correcta mediante medios físicos (gorra, camiseta) y mediante fotoprotectores en crema. Hay que inculcar a la población una exposición responsable al sol, conociendo que su abuso puede ocasionar cáncer a largo plazo. En las personas mayores, hay que explicar que, aunque ya no estén al sol tantas horas, las queratosis actínicas son consecuencia del daño acumulativo del sol sobre su piel, en especial durante los años de juventud. Es lo que llamamos “memoria de la piel”.
Existen además fotoprotectores que tienen en su composición sustancias reparadoras de la piel, como la fotoliasa o los antioxidantes, y son especialmente recomendables.