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Tratamiento de una Contractura Muscular

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Todos podemos diferenciar cuando tenemos un músculo contracturado al sentirlo duro y doloroso al tacto o a la presión. También es habitual notar cómo no podemos realizar movimientos habituales por falta de fuerza y dolor. Es en ese momento cuando podemos decir: “tengo una contractura”. Y no se asocia al ejercicio, sino más bien a lo contrario, pues el sedentarismo es una de las causas, así como posturas estáticas.

La contractura muscular puede presentarse como causa o consecuencia de un dolor, se da cuando el músculo no puede realizar un esfuerzo correctamente, ya sea porque no esté preparado o porque este débil.

La RAE define contractura como contracción involuntaria, duradera o permanente, de uno o más grupos musculares. Puede aparecer al realizar un esfuerzo y entre los síntomas más frecuentes encontramos el abultamiento o inflamación de la zona, dolor y alteración del funcionamiento normal del músculo. Son episodios muy comunes, pero no graves.

Tono muscular

Para entender cómo se produce una contractura, explicaremos lo que es el tono muscular, también conocido como tensión muscular residual o tono. Es la contracción parcial, pasiva y continua de los músculos. Ayuda a mantener la postura y suele decrecer durante la fase REM del sueño. De aquí podemos deducir la importancia del sueño y descanso reparador para normalizar el tono muscular de todo nuestro cuerpo.

Incluso cuando están relajados los músculos presentan una ligera contracción que limita su elasticidad y ofrece cierta resistencia al movimiento pasivo. Cuando el tono está disminuido hablamos de hipotonía, la elasticidad de músculo es excesiva y su consistencia es blanda, las articulaciones no se encuentran bien fijadas, aún con el músculo contraído, por lo que al moverlas apreciamos flacidez y un movimiento muy amplio.

Por el contrario, la hipertonía es un exceso de tono muscular que produce articulaciones fijadas a menudo en posturas anómalas, al intentar moverlas notamos una resistencia.

Explicado ya este pequeño inciso, continuamos con el tema a tratar. La contractura muscular puede presentarse como causa o consecuencia de un dolor, se da cuando el músculo no puede realizar un esfuerzo correctamente, ya sea  porque no esté preparado o porque este débil.

Cómo sé que tengo una contractura

Todos podemos diferenciar cuando tenemos un músculo contracturado al sentirlo duro y doloroso al tacto o a la presión. También se siente impotencia funcional, lo que se explica cómo intentar hacer una actividad física o movimiento y sentir que no se puede realizar normalmente por falta de fuerza y dolor.

El diagnóstico de las lesiones musculares se basa en la clínica, fundamentalmente en la sintomatología y especialmente en la anamnesis del mecanismo lesional, y en la exploración física. Los estudios de imagen mediante la ecografía musculoesquelética y la resonancia magnética (RM) son complementarios, a pesar de que cada vez pueden ser más útiles a la hora de confirmar un diagnóstico y sobre todo emitir un pronóstico para el resto de lesiones osteomusculares.

Causas comunes

  • Posturas estáticas: hacen que el músculo este en la misma posición por más tiempo del adecuado.  Esto hace que el músculo se fatigue por soportar cargas inadecuadas.
  • Sedentarismo: que se traduce en falta de movimiento. Y a su vez, la falta de movimiento hace que no haya una correcta irrigación sanguínea. Los músculos no estarán en condiciones óptimas, por lo que las contracturas son más susceptibles de aparecer ante cualquier esfuerzo.
  • Estrés: por la liberación de elementos químicos que llevan a la contracción involuntaria y sostenida del músculo.

¿Y cómo se produce?

Una contractura se puede formar básicamente como consecuencia de dos procesos:

  • Cuando se le exige al músculo un trabajo superior al que está capacitado de realizar, ya sea puntual e intenso (como en el caso de las lesiones por esfuerzo repetitivo), o bien, por un esfuerzo mantenido, pero no tan fuerte, por ejemplo, al estar en una misma posición inadecuada por algún tiempo.
  • Cuando el músculo está débil y no tiene potencia suficiente para llevar a cabo trabajos que tiene que realizar. Este es el caso típico de las contracturas de los músculos paravertebrales de un lado específico de la espalda a causa de una escoliosis, ya que un lado de la musculatura se atrofia lo que lleva a la asimetría de cargas y pesos para el otro lado.

Tipos de contracturas

Básicamente existen dos tipos de contracturas:

  • Durante el esfuerzo: son contracturas que se producen por el acúmulo de desechos metabólicos dentro de la fibra muscular. Lo explicamos: cuando se efectúa un movimiento brusco, los vasos sanguíneos musculares no están preparados para trabajar tan rápido y cuando se liberan los elementos tóxicos provocan al mismo tiempo dolor y contracturas. Esta es una de las razones por las cuales el calentamiento previo al ejercicio es tan importante.
  • Después del esfuerzo: en este caso las contracturas ocurren por el estiramiento de la fibra y/o su trabajo excesivo que hizo en el esfuerzo, lo cual le produce lesiones y dolor.

Tratamiento y recomendaciones

La pauta de tratamiento de las lesiones musculares no sigue un modelo único, pero la aplicación de calor (compresas calientes, bolsas de agua, esterilla eléctrica), estiramientos, masaje en la zona afectada y punción seca son las técnicas más habituales para tratarlas.

Las contracturas, si bien son comunes, son fáciles de evitar. Para ello, sigue estos consejos:

  • Realiza siempre un calentamiento previo al ejercicio de unos 10 minutos. Y, si tienes un trabajo físico, mueve los músculos que utilizas normalmente antes de empezar tu jornada laboral.
  • Estira correctamente después del ejercicio. Si no sabes cómo hacerlo, pide a un fisioterapeuta o especialista en ejercicio físico que te guíe.
  • Recuerda hacer el ejercicio progresivamente, de menos a más intensidad.
  • Si entrenas con pesas, levanta el peso con el que puedas resistir y completar la serie.
  • No mantengas una misma posición por mucho tiempo. Si tu trabajo te exige estar sentado o de pie toda la jornada, tómate unos 5-10 minutos de cada hora para cambiar de posición y hacer estiramientos ligeros.
  • Un descanso nocturno de unas ocho horas y una alimentación equilibrada y rica en frutas y verduras son recomendables.
  • Cuando sufras una contractura, visita a un fisioterapeuta. El tratamiento tiene una duración de entre una y tres sesiones, dependiendo de la gravedad de la contractura.