El sexo forma parte de nuestras vidas, es una esfera más con su importancia para nuestro bienestar físico y mental, de manera que hemos de hacer todo lo posible para que sea una fuente de placer y no de preocupaciones. Por eso, como la disfunción eréctil es un problema que puede afectarnos a todos en algún momento, si se mantiene durante un tiempo prolongado es importante ponerse en contacto con un profesional de la salud para hacerle frente.
La erección, aparentemente algo tan sencillo, es el resultado de una complicada serie de acciones neurológicas, vasculares y psicológicas. Si se produce un fallo en alguno de estos mecanismos la erección se puede ver dificultada. En esto casos no se logra que el pene permanezca erecto con una turgencia apropiada y durante un intervalo de tiempo suficiente como para lograr tener una actividad sexual satisfactoria, es decir, se da la temida disfunción eréctil.
Son varias pues las alteraciones que pueden conllevar una disfunción eréctil, igual que son múltiples las causas que pueden provocarla. Las más comunes son:
La mayoría de las veces la disfunción eréctil suele ser transitoria y por causas psicológicas más que físicas. El estrés, el nerviosismo o la ansiedad para satisfacer a la pareja sexual pueden hacer que la tensión aumente y se produzca una constricción de los vasos, lo cual impide el correcto aflujo de sangre a las venas del cuerpo del pene, que es lo que permite que este gane turgencia y se consiga la erección. Es muy frecuente que la incapacidad para lograr o mantener una erección se presente junto con una disminución del deseo sexual.
Cuando en la consulta nos preguntan sobre la disfunción eréctil lo primero que se debe hacer es transmitir un mensaje de calma, dado que en la mayoría de los casos esta situación suele ser transitoria, a menos que haya un daño físico en los nervios o las estructuras del pene, con lo cual el tratamiento puede ser más complejo y no siempre tan eficaz. Todo el mundo puede padecer un episodio aislado de disfunción eréctil, de manera que para poder hablar de tal entidad es preciso que se hayan producido diversos episodios consecutivos separados en el tiempo.
Siempre se debe interrogar sobre en qué circunstancias se produce la incapacidad para lograr una erección satisfactoria, es decir, con la turgencia suficiente y durante el tiempo suficiente para lograr satisfacción sexual. Si nos explican que no logran mantener o tener una erección cuando mantienen relaciones sexuales con otras personas, pero sí la logran al masturbarse o explican que tienen erecciones nocturnas o involuntarias, el origen será claramente psicológico, ya que, si hubiese una causa física, no se lograría la erección en ninguna de las anteriores situaciones.
De todos modos, siempre es necesario llevar a cabo una exploración física del pene, los testículos y la próstata. Igualmente se debe interrogar exhaustivamente sobre la toma de fármacos u otras enfermedades que padezca para descartar posibles causas físicas. Es muy frecuente que la causa de la disfunción eréctil sea mixta, es decir, que exista una causa física subyacente y que la preocupación por la falta de una erección adecuada agrave el problema.
En general, no se precisan pruebas complementarias para el estudio de la disfunción eréctil. Se puede llevar a cabo una analítica para valorar factores de riesgo vascular (glucosa, colesterol, triglicéridos, hormonas). Si existe la sospecha de una alteración vascular se suele realizar un ecoDoppler (variante de la ecografía tradicional) de los cuerpos cavernosos del pene, la red de venas del cuerpo del pene que permite la erección.
El tratamiento de la disfunción eréctil suele ser multifactorial. A pesar de que la causa pueda ser psicológica, existen fármacos en el mercado que pueden ayudar a lograr la erección, lo cual ya le quita una presión a la persona y permite que pueda trabajar la causa de esa disfunción eréctil.