En los últimos años se han hecho un hueco en cualquier medio de comunicación, miles de “celebrities” siguen sus directrices y su fama sigue en auge, pero… te has preguntado alguna vez: ¿qué tienen en común las dietas detox y si son realmente “detoxificantes”? Para dar respuesta a éstas y otras preguntas, nos centraremos en evaluar este tipo de dietas para conocer sus efectos reales y, de paso, ser conscientes de los pros y contras que tienen.
La verdad es que, a día de hoy, ante la excesiva y múltiple oferta de dietas, es difícil discernir si nos encontramos ante una propuesta saludable o ante una dieta milagro. La falta de información rigurosa y los conflictos de interés desvían la realidad hasta el punto que podemos llegar a creer en cualquier “método” que promueva una depuración total de nuestro organismo a base de zumos, alimentos milagrosos y pautas sin ninguna evidencia científica.
Por ello, es importante saber cómo identificar una dieta “detox”, cuáles son sus puntos clave y quién está detrás de su promoción, para luego poder tomar decisiones reflexionadas teniendo en cuenta esta información previa:
No existe una “dieta detox” única, sino que existen diferentes tipos o programas con un denominador común: la restricción calórica a través de una alimentación basada en la ingesta de ciertos alimentos y en la prohibición de muchos otros. Entre las más comunes encontramos:
Estas dietas prometen múltiples beneficios para nuestro organismo entre los que encontramos: restaurar la energía vital, perder peso, descansar mejor, limpiar nuestro hígado y mejorar los síntomas de ciertas patologías crónicas como la artritis, la fibromialgia y la fatiga crónica. No es necesario decir que estas atrevidas alegaciones carecen de sustento científico y que, ante una concreta enfermedad, debemos ponernos en manos de un médico especialista para evitar riesgos y complicaciones.
Por último, detrás de la palabra “detox” se esconde una elevada carga comercial ya que muchas de estas dietas promueven productos sin evidencia científica, pero con un elevado coste que no justifica sus potenciales beneficios. Además, en la mayoría de los casos, estos métodos cuentan con el apoyo de personalidades mediáticas, que no profesionales cualificados, para favorecer su publicidad y ganar dinero a costa de la vulnerabilidad de las personas.
Si analizamos bien el tema, la palabra “detox” significa “desintoxicar”, con lo que, previamente debemos conocer si nuestro organismo “intoxicado” de alguna forma. Efectivamente, podemos sufrir una intoxicación por el consumo de drogas o alcohol, o por haber ingerido accidentalmente algún producto tóxico. Pero esto no tiene nada que ver con que tengamos “toxinas” en el cuerpo que él mismo no es capaz de eliminar. Al contrario: la piel, los pulmones, el hígado, los riñones y el intestino, entre otros, son órganos capaces de filtrar y evacuar diariamente sustancias nocivas que se hayan podido almacenar en nuestro cuerpo a través del sudor, orina o heces. Si bien es cierto que podemos llegar a almacenar en nuestro tejido graso ciertas sustancias como el BPA (bisfenol A) o los metales pesados (mercurio), estas toxinas se pueden eliminar biológicamente con el paso de los años y no a través de una dieta detox de tres días.
¿Es realmente efectiva una dieta detox? Según la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria), el término “detox” o “depurativo”, no está tan sólo desautorizado para utilizarlo en un tipo de dieta o producto, sino que no se han hallado evidencias científicas para afirmar que dichos métodos puedan realmente producir efectos beneficiosos para nuestra salud. Así pues, una dieta detox, por sí sola, no purifica nuestro organismo, ni mejora nuestro sistema digestivo ni fortalece nuestro sistema inmunológico por mucho que necesitemos creer en ello.
La promesa detox no es tan sólo ineficaz, sino que puede llegar a producir ciertos efectos secundarios: en un informe realizado por la EFSA se alerta de que el abuso de batidos verdes presentes en la mayoría de estas dietas podría incrementar el riesgo de padecer piedras en el riñón (sobre todo en niños y en personas con cierta predisposición a padecer cálculos renales) por el excesivo contenido en ácido oxálico de algunas verduras que lo componen (espinacas, remolacha o acelgas) y por el hecho de consumirlas en forma cruda (la cocción de vegetales puede reducir entre un 30 a 87 % el contenido de oxalatos). En concreto, una ración de 250 ml de estos batidos puede contener hasta 180 mg de ácido oxálico, cantidad que se considera crítica para la formación de piedras en el riñón.
Además, si la dieta se basa exclusivamente en licuados de vegetales tomados de forma cruda tenemos tres problemas:
Principalmente, podríamos decir que el hecho de llevar a cabo una dieta detox en la que abundan vegetales y frutas puede ser una forma ocasional de familiarizarnos y ayudar a incluir el consumo de estos grupos de alimentos en nuestra dieta diaria. No obstante, esta inclusión no debería desplazar el consumo de otros grupos de alimentos que realizan funciones indispensables para nuestra salud como las proteínas (carnes, pescados, legumbres), los cereales integrales o las grasas saludables.
Por otro lado, el supuesto éxito de una dieta detox puede radicar no sólo en el hecho de que se tomen muchas frutas o verduras sino en dejar de consumir alimentos poco saludables como el alcohol, la bollería o los embutidos…. aunque esta recomendación no es única y exclusiva de los métodos detox: la dieta mediterránea ya promueve estas directrices desde hace años, si bien su concepto no sea tan marketiniano.
En conclusión, si te estás planteado hacer una dieta detox, piensa en su relación coste/beneficio y valora antes la posibilidad de ponerte en manos de profesional que estudie tu caso concreto y que pueda pautar una dieta saludable y, sobre todo, con sentido común.