Las parasomnias son fenómenos fisiológicos o conductas no deseadas que suelen ocurrir de forma recurrente durante el sueño alterándolo. Los principales tipos de parasomnias son los terrores nocturnos y las pesadillas. Sepamos más sobre ellos.
Los terrores nocturnos son episodios repentinos de terror aparente durante el sueño, más frecuentes durante el primer tercio de la noche. En su inicio, el niño puede sentarse de repente en la cama con un grito, llanto, gemido o balbuceo acompañado de miedo o agitación.
Es un periodo intermedio entre el sueño y la vigilia, pudiendo también tener otros síntomas que los acompañe: respiración rápida, sudoración y/o taquicardia. En estos casos los ojos se mantienen abiertos con la mirada fija, aunque el niño no ve ni oye, porque está dormido. En general no son conscientes de nuestra presencia ni suelen responder a estímulos externos. Tampoco suelen recordar lo sucedido. Se autolimitan con el tiempo. Pueden aparecer verbalizaciones y/o vocalizaciones por la presencia de tono muscular. Experimentan una intensa intensidad con gran activación del sistema nervioso autónomo. Los terrores nocturnos aparecen en la fase de sueño no REM durante la primera mitad de la noche.
Puede ser de pocos minutos a una hora y al finalizar el niño suele quedar dormido sin recordar nada. Son más comunes en niños con edades comprendidas entre los cuatro y los doce años.
En general, los terrores nocturnos suelen desaparecer con el tiempo, y no requieren de tratamiento específico ni farmacológico. Solamente en caso de que estos terrones nocturnos alteren los hábitos de toda la familia o el niño este especialmente cansado o somnoliento durante el día debemos consultar con un especialista. Eso no querrá decir que el niño tenga un trastorno psicológico, sino que suele ser un problema aislado.
Son ensoñaciones complejas que producen temor o ansiedad al niño. El niño suele despertarse muy asustado describiendo al detalle lo soñado.
En estos casos el niño se despierta durante el episodio y recuerda el contenido de la misma. Los contenidos de las pesadillas recordadas son muy elaborados con gran riqueza de detalles. Durante el episodio, al contrario que los terrones nocturnos, no hay movimientos ni vocalizaciones ya que no hay tono muscular. En el caso de que grite o hable podrá indicar el final de la pesadilla. Al despertar, el niño suele tener sensación de miedo o ansiedad asociada a las imágenes de la misma. Las pesadillas aparecen en la fase de sueño REM durante la segunda mitad de la noche. El contenido de las pesadillas es muy variado, pero el peligro a la integridad física del niño suele estar presente. No suelen tener una base real a no ser que los niños hayan sufrido alguna consecuencia traumática.
Las pesadillas suelen ser de corta duración. Las edades más habituales de los niños que las sufren son de los tres a los seis años.
Las pesadillas suelen desaparecer a medida que el niño se hace mayor sin necesidad de tratamiento específico.
Ahora ya tenéis unos cuantos consejos para que las noches y el descanso de toda la familia sea mucho más apacibles y calmados.