El control del equilibrio está determinado por la integración de las señales obtenidas del mundo exterior a través de la vista, los receptores tanto cutáneos como osteoarticulares que informan sobre la posición y los movimientos del cuerpo, y el oído interno. Dicha acumulación de informaciones se procesa en el cerebro y el cerebelo, que dan las órdenes de reposición del cuerpo para mantener el equilibrio.
La información que aporta el oído interno se transmite a través del nervio auditivo o vestibulococlear, también denominado octavo par craneal. Cuando por diferentes causas la porción de dicho nervio que se encarga del equilibrio (la otra porción se encarga de la audición) se inflama, se produce lo que se llama una neuritis vestibular y el equilibrio se ve afectado.
La mayoría de las veces la neuritis vestibular es secundaria a una infección vírica de las vías respiratorias altas, un cuadro catarral que inflama el nervio y la información que envía al cerebro está alterada y no cuadra con la del resto de receptores, con lo que se produce una sensación de desequilibrio, pese a que el cuerpo no lo esté.
En personas de edad avanzada la neuritis puede deberse a una isquemia de la arteria vestibular anterior, con lo cual se produce un déficit de aporte sanguíneo que daña el nervio y conlleva la neuritis y la alteración del equilibrio.
La neuritis vestibular se caracteriza por ser un cuadro que se presenta de manera brusca y que cursa con síntomas como:
Es una sensación muy desagradable que los pacientes toleran en mayor o menor grado y que en ocasiones puede llegar a provocar una crisis de ansiedad. Al ser una inflamación aislada de la parte conductora de la información del equilibrio, la audición está preservada, se oye bien y no existen pitidos en los oídos, a diferencia de lo que ocurre en la enfermedad de Ménière, donde sí se dan estos síntomas.
La percepción de inestabilidad puede alargarse durante dos o tres semanas. Cuando caminan los pacientes con neuritis vestibular tienden a irse hacia el lado sano, pues el cuerpo tirará del paciente para que camine recto en función de la percepción que se tiene del equilibrio y de la posición de su cuerpo. Al hacer que el paciente cierre los ojos y se mantenga de pie veremos que el paciente se inclina o cae hacia el lado lesionado, lo que se conoce como signo de Romberg positivo.
Las personas que padece una neuritis vestibular con frecuencia presentan un movimiento anómalo de los ojos que se llama nistagmo. Se trata de un movimiento involuntario de los ojos que baten o se desvían hacia un lado de manera rápida y luego regresan lentamente a la posición normal. Cuando una persona sufre una neuritis vestibular se producirá un nistagmo horizontal de los ojos hacia el lado sano.
El diagnóstico de la neuritis vestibular se basa sobre todo en la descripción de los síntomas que da el paciente y la exploración física. Conviene llevar a cabo un examen del oído y una exploración neurológica completa, en la cual se debe evaluar tanto una posible alteración de la marcha como la imposibilidad del paciente para mantener el equilibrio al cerrar los ojos. Si existen dudas sobre la agudeza auditiva se puede realizar una audiometría.
Asimismo, si después de tres semanas los síntomas se mantienen valdría la pena realizar un estudio electrofisiológico sobre la conducción eléctrica del nervio vestibulococlear mediante un electroneurograma.
En la mayoría de los casos la neuritis vestibular se curas por sí misma y lo que hacemos es tratar los síntomas. Se pueden dar antieméticos para las náuseas y los vómitos, como la metoclorpramida o la domperidona, así como medicación contra la sensación de vértigo, como la betahistina, la sulpirida o la biodramina. En casos rebeldes puede ser útil administrar una tanda corta de corticoides por vía oral.
En caso de presentar unos síntomas que puedan hacer pensar en una neuritis vestibular es recomendable ponerse en contacto con su médico de familia o con un especialista en otorrinolaringología.