Es habitual salir de la consulta del médico asustado cuando nos proponen realizarle a nuestro/a hijo/a una prueba de la que no habíamos oído hablar en su vida: los potenciales evocados (PE). Aquí te daremos unas explicaciones que seguro te tranquilizarán.
Los PE son procedimientos neurofisiológicos objetivos, fidedignos, reproducibles y sin riesgo para el paciente, que sirven para evaluar la integridad de las vías nerviosas sensoriales y motora nido a distintas intensidades. Las respuestas se registran con unos electrodos pegados al cuero cabelludo y lóbulos de las orejas.
En la audiología infantil, los PEATC permiten tener una idea objetiva de la audición, la intensidad de su pérdida y la localización de la lesión. Los programas de detección temprana de hipoacusias (sorderas) no serían posibles sin ellos y son un apoyo a otras pruebas diagnósticas habitualmente utilizadas para ello como, por ejemplo, las otoemisiones acústicas.
Sirven para explorar el funcionamiento del nervio óptico y las vías visuales cerebrales. Se procede a la estimulación visual del paciente con destellos o patrones de imágenes contrastantes que aparecen en una pantalla. Se pueden obtener en pacientes despiertos, dormidos o sedados en edades superiores a 38 semanas de edad concepcional. Permiten evaluar los signos y síntomas de pérdida de la visión en personas que no se pueden comunicar.
En los casos en los que se sospeche un trastorno específico en los receptores retinianos se recomienda realizar un electrorretinograma.
Estudian las vías de las sensaciones cutáneas desde la mano o el pie, pasando por los nervios periféricos y la médula espinal (localizada en el interior de la columna vertebral), hasta llegar al cerebro. Se estimula la piel con corriente eléctrica, que el paciente siente como una especie de latidos o golpes rápidos en la muñeca o el tobillo. También puede estimularse en otros niveles, en función de los nervios a explorar. Los PES se pueden obtener en pacientes despiertos, dormidos, sedados, anestesiados y comatosos mayores de 38 semanas de edad concepcional.
Evalúan la integridad de la vía motora corticoespinal y bulbar, desde las motoneuronas situadas en el cerebro (en el área motora primaria) hasta el nervio mediano (brazo) o peroneo (pierna). El estímulo para despolarizar (activar) las motoneuronas primarias o superiores es electromagnético y se administra por vía transcutánea; o eléctrico (cuando es intraoperatoriamente) mediante el uso de electrodos que se incrustan en el cuero cabelludo.
Se detectan con el paciente despierto, dormido, sedado, anestesiado…
El procedimiento está contraindicado en pacientes portadores de marcapasos o estimulador eléctrico vesical y/o espinal, en historia de trauma craneal, epilepsia o en aquellos pacientes que tienen presencia de cuerpos extraños metálicos en su cuerpo.
Los VEMP miden el potencial miogénico evocado del músculo esternocleidomastoideo (situado a nivel cervical), a partir de una estimulación acústica o vibratoria del laberinto del oído (lugar donde se asienta el sentido del equilibrio). En aquellos pacientes con síntomas de vestibulopatía uni o bilateral (vértigo y ataxia), los VEMP pueden resultar inequívocamente anómalos. Hay pocas publicaciones en niños con resultados consistentes y, por tanto, hoy por hoy, no se puede dar una guía basada en la experiencia respecto a sus posibles aplicaciones.
Esta prueba no entraña ningún riesgo en sí misma, es decir, no produce ninguna consecuencia negativa importante previsible. Sólo se destaca que la estimulación eléctrica utilizada en los potenciales somatosensoriales puede resultar un tanto incómoda, pero absolutamente soportable. Muy rara vez los electrodos del cuero cabelludo pueden dejar una mínima irritación cutánea que desaparece espontáneamente en pocos días.