Has pasado los 40, tú te sientes bien, en forma, vital, mejor que hace unos años… pero algo delata tu edad: cada vez necesitas distanciarte más el libro, el móvil o aquello que lees para poder ver con nitidez las palabras. ¿Qué me pasa? Pues ha llegado: la presbicia está aquí y ha venido para quedarse.
La presbicia o vista cansada afecta, en efecto, a la distancia próxima, ya que disminuye la capacidad de acomodación del ojo para formar una imagen retiniana nítida de los objetos situados cerca. En cambio, uno ve perfectamente a más distancia.
En la visión juega un papel fundamental el cristalino, esta lente biconvexa, sólida y transparente, que se halla situada en la parte más anterior de la cámara posterior del globo ocular, entre la superficie posterior del iris y la parte anterior del cuerpo vítreo. Está formada, de fuera hacia adentro, por una cápsula trasparente, que lo envuelve; una porción periférica, que es la corteza y una porción central, el núcleo. Su función consiste en enfocar los rayos de manera que formen una imagen perfecta sobre la retina. Para alcanzar este resultado, es necesario que el poder del cristalino para refractar la luz pueda cambiar, según la distancia del objeto y según los rayos de luz incidan paralelos o divergentes. Estas modificaciones en el poder refringente del cristalino, reciben el nombre de fenómeno de acomodación y son producidas de forma refleja por un cambio en su forma, que afecta sobre todo a su curvatura anterior.
Es notable la gran capacidad de adaptación del cristalino en las personas jóvenes. Teniendo en cuenta que esta capacidad disminuye conforme aumenta la edad, entenderemos que esta alteración se da en personas de edad, al disminuir la elasticidad del cristalino.
En el recién nacido el cristalino tiene una forma esférica, y se va aplanando para adquirir la forma definitiva (elipsoide) hacia los 2 años de edad. El hecho de que la córnea y el cristalino sean más curvos en el recién nacido les confiere una mayor potencia de refracción, necesaria para enfocar las imágenes sobre la retina en un ojo que es más pequeño. Durante el crecimiento se produce, de forma más o menos simultánea, el alargamiento del globo ocular y el aplanamiento de las lentes, córnea y cristalino: es el denominado proceso de emetropización.
La emetropía es el estado refractivo del ojo normal en el que los rayos luminosos paralelos que lo atraviesan provenientes de un objeto situado en el infinito se reúnen y enfocan sobra la retina y forman una imagen precisa. Cuando este equilibrio se rompe y los rayos no se enfocan en la retina, aparece la “ametropía” o “defecto de refracción”.
La causa radica, precisamente, en la disminución fisiológica, por pérdida de la elasticidad natural, de la capacidad del cristalino para adoptar una forma esférica y adaptarse así al enfoque de objetos situados en la proximidad. Aparece a edades intermedias (a partir de los 40 años de edad). A estas edades, el poder dióptrico de acomodación del cristalino se reduce a apenas 3-4 dioptrías.
La presbicia y la hipermetropía son dos defectos visuales que suelen confundirse frecuentemente. Esto se debe a que sus síntomas son muy parecidos y se resumen en problemas para enfocar con nitidez objetos de cerca. Éstos se ven desenfocados y borrosos. Los síntomas se acentúan en condiciones de baja luminosidad y al final del día.
La hipermetropía, a diferencia de la presbicia, es un defecto refractivo en el que la distancia que existe entre la córnea y la retina es demasiado corta, impidiendo ver de cerca con nitidez. De modo que cuando entra la luz por la pupila, las imágenes no se proyectan nítidamente en la retina, sino en un punto por detrás de ella. Los rayos luminosos que inciden en el ojo, procedentes de un objeto situado en el infinito, se enfocan por detrás de la retina. En el ojo hipermétrope el defecto de visión puede ser compensado por el mecanismo de acomodación que es muy activo en la etapa infantil (hasta 20 dioptrías de acomodación). La hipermetropía es una anomalía que tienden a sufrir los más pequeños, ya que el ojo no está totalmente desarrollado. Por esta razón, el 75% de los recién nacidos son hipermétropes y a medida que van creciendo, la patología se va corrigiendo.