Los trastornos que afectan al aparato digestivo y que impiden alimentarse con normalidad pueden derivar en problemas como una alimentación deficiente y la aparición de carencias nutricionales. Una de estas situaciones es la disfagia.
La disfagia es un trastorno caracterizado por la dificultad en el proceso de deglución de los alimentos bien sea en las fases iniciales (disfagia orofaríngea) o la sensación de que existe una obstrucción al paso de los alimentos desde la boca al estómago (disfagia esofágica).
La deglución es un proceso neuromuscular complejo que puede verse afectado de forma puntual en cualquier persona sana. También puede ser un proceso crónico en personas con diferentes procesos patológicos como las enfermedades cerebrovasculares y neurodegenerativas o debido al envejecimiento. Estas situaciones impiden al individuo alimentarse correctamente, lo que puede provocar carencias nutricionales y afectación de la calidad de vida.
La disfagia es una patología infradiagnosticada. Algunos autores estiman que afecta a cerca de 2 millones de españoles, de los cuales solo un 10 % está correctamente diagnosticado y tratado.
La deglución tiene un papel clave en la alimentación del individuo y resulta la puerta de entrada a los procesos fisiológicos de digestión, absorción y transformación de los nutrientes que necesita el organismo.
El inicio voluntario de la deglución requiere la unión de múltiples estímulos sensoriales originados en la orofaringe, los cuales se dirigen a la médula espinal y la corteza cerebral. La deglución normal ocurre en cuatro grandes fases. Cuando alguna de estas fases se ve afectada se origina la disfagia:
Los factores de riesgo que se relacionan con la aparición de disfagia son muy variables, e incluyen el envejecimiento, las enfermedades mentales, neurológicas y los eventos cerebrovasculares, las afecciones musculares y las alteraciones anatómicas.
En personas de edad avanzada algunos factores como la perdida de dientes, prótesis móviles, atrofia de músculos masticatorios y la menor producción de saliva inciden negativamente en el proceso de las primeras fases de la deglución.
La presencia de compresiones extrínsecas, alteraciones anatómicas y cirugías previas o la radioterapia de tumores o lesiones faríngeas, laríngeas o maxilofaciales también son factores de riesgo para disfagia.
Por otro lado, la presencia de disfagia ha sido asociada con un aumento del riesgo de sufrir complicaciones pulmonares, infecciones respiratorias y de la mortalidad. De ahí que el diagnóstico precoz y el manejo multidisciplinario de la disfagia en pacientes con daño cerebral y/o institucionalizados sea necesario.
Es importante distinguir entre las causas que provocan disfagia orofaríngea y las que provocan disfagia esofágica.
En los pacientes jóvenes, la disfagia orofaríngea generalmente es provocada por enfermedades musculares, membranas o anillos. En los individuos de más edad habitualmente es provocada por trastornos del sistema nervioso central, como el accidente cerebrovascular, enfermedad de Parkinson y demencia. El envejecimiento normal puede provocar anomalías leves de la motilidad esofágica, rara vez sintomáticas.
Entre las causas mecánicas y obstructivas están las infecciones, el divertículo de Zenker, miopatías (miositis, fibrosis, barra cricofaríngea), neoplasias de cabeza y cuello y consecuencias de intervenciones quirúrgicas y/o radioterapéuticas sobre estos tumores, entre otras.
Los trastornos neuromusculares y patologías del sistema nervioso central como parálisis de pares craneanos o parálisis bulbar, esclerosis múltiple, esclerosis lateral amioatrófica, miastenia gravis, entre otros, también pueden ser motivo de disfagia.
Existen causas obstructivas de la luz del esófago que ocasionan disfagia por invasión directa, compresión, o linfadenomegalias. Los tumores compresivos, como el cáncer de pulmón, linfoma, neoplasias de esófago, estenosis péptica secundaria a enfermedad por reflujo gastroesofágico y anillos y membranas esofágicas.
También las enfermedades de la mucosa que ocasionan inflamación y/o fibrosis. Entre estas tenemos las infecciones, esofagitis por cáusticos, píldoras, radiaciones, esofagitis eosinofílica y las enfermedades neuromusculares como acalasia, esclerodermia, enfermedades mixtas del tejido conectivo (miositis) y espamo esofágico difuso, entre otras.
La disfagia aguda se caracteriza por la imposibilidad repentina para la deglución, casi siempre relacionada con la impactación de cuerpos extraños, como trozos de alimentos en la luz del esófago. por lo que requiere una atención médica inmediata.
Puede ser tanto orofaríngea como esofágica, de evolución crónica, progresiva o intermitente, dependiendo de la causa.
Se caracteriza por tener la sensación de un tránsito anormal del bolo a través del esófago. Está frecuentemente relacionado con la ansiedad y estrés.
Este tipo de disfagia suele ser intermitente y mejora con el tiempo. Se recomienda modificaciones en el estilo de vida como comer despacio y masticar bien. En casos de intensidad notable, pueden indicarse fármacos ansiolíticos y antidepresivos.
Síntomas de la disfagia
La manifestación de los síntomas permite identificar el tipo de disfagia en la gran mayoría de los casos, aunque los síntomas en ocasiones se solapan.
Los principales síntomas y manifestaciones observables en la disfagia orofaríngea son:
En la disfagia esofágica los síntomas son principalmente sensación de atragantamiento en el tórax, dolor torácico, que puede acompañarse de regurgitación y ardor justo detrás del esternón.
También pueden aparecer síntomas asociados con la pérdida de peso, la desnutrición, la deshidratación y las infecciones respiratorias frecuentes.
Es muy importante una detección precoz de la disfagia para establecer las pautas de alimentación y reeducación del patrón deglutorio. Las medidas generales de rehabilitación deglutoria incluyen:
Por otro lado, es indispensable abordar la causa que provoca la disfagia, requiriendo de tratamiento médico adecuado (como en las esofagitis pépticas, eosinofílicas e infecciones) y en algunos casos el uso de técnicas quirúrgicas apropiadas.
Finalmente, también es fundamental el tratamiento dietético-nutricional individualizado cuya finalidad es reducir el riesgo de atragantamiento mediante la adaptación del volumen y viscosidad de los líquidos y de las texturas de los sólidos para convertirlos en purés o hacerlos fácilmente masticables. Además, se deben cubrir todas las necesidades nutricionales a partir de los alimentos y líquidos. En ocasiones puede estar indicada la suplementación nutricional o la consideración de vías de nutrición alternativas a la vía oral.