La situación de la rótula es esencial para que no se produzca dolor o molestia. Cuando está centrada centrada y se mueve sobre el eje del surco patelofemoral, no aparecen problemas, pero en aquellos casos en los que, debido a diferentes razones, la rótula pierde el eje, el cartílago subyacente queda afectado, provocando lo que se conoce como condromalacia rotuliana. También puede provocar esta lesión una rótula deformada, desgastada o inclinada.
La rótula, también conocida como patela, es un hueso pequeño, redondo y aplanado, que se sitúa en la parte anterior de la rodilla. A pesar de su tamaño, es de gran importancia para la articulación de la rodilla ya que su función es básica para su correcto funcionamiento.
El principal papel que desempeña es el de aumentar la eficacia del cuádriceps femoral, músculo que tiene cuatro cabezas o vientres, y que se encuentra en el muslo. En la rótula se inserta el tendón cuadricipital (un tendón potente, sobre todo en cuanto a extensión de la pierna). Además, centraliza las fuerzas que provienen de los cuatro vientres musculares y también se encarga de proteger al cartílago articular que se encuentra debajo de ésta cuando se produce el movimiento.
Algunas de las causas que pueden provocar una mala alineación de la rótula van desde causas intrínsecas al individuo hasta otras relacionadas con fenómenos externos.
Respecto a los errores de entrenamiento, la mayoría de situaciones se relacionan con un aumento importante en cuanto a carga kilométrica o un exceso de trabajo a nivel muscular. Es importante tener un buen tono muscular del cuádriceps, pero hay que tener cuidado con el exceso.
En cuanto a la existencia de un traumatismo, es evidente que cualquier circunstancia que comporte un golpe sobre la articulación puede ocasionar un desplazamiento y, por tanto, una pérdida posterior del eje.
Por último, y quizás el más importante por ser un factor que no siempre se tiene en consideración, está el uso de un calzado inadecuado. Cada persona tiene un tamaño y una forma diferente, y es por ello que el calzado debe adaptarse a estas circunstancias de la misma manera que debe cambiarse cuando está desgastado. Errores de este tipo pueden acabar por provocar lesiones que eran evitables.
Esta patología afecta en mayor medida a personas en cuyo deporte predomina la carrera, aunque puede afectar también a deportistas que practican otras modalidades, como el ciclismo. Debuta con dolor en la cara anterior de la rodilla, que se agrava al bajar escaleras o pendientes y es bastante típico que aparezca al levantarse cuando se lleva un tiempo sentado. Esta sintomatología que comenta el paciente es bastante significativa del diagnóstico y puede corroborarse con una exploración física en la que se incluyan maniobras y permitan ver la imposibilidad de realizar sentadillas o la aparición de dolor en el momento de la contracción de la musculatura cuadricipital.
El diagnóstico por la imagen será la herramienta que, junto a una buena exploración física, determine el diagnóstico final. Con una radiografía simple puede observarse un desplazamiento de la rótula sobre su eje, lo cual hace sospechar al profesional. Pruebas más específicas como la Resonancia Magnética Nuclear permiten, además, evaluar los tejidos blandos circundantes que pueden evidenciar un cuadro degenerativo que acompaña al cuadro doloroso.
El tratamiento se divide en dos niveles de actuación:
Es importante conocer la posible causa que ha llevado a la existencia de la patología para, de este modo, variar en la medida de lo posible dicho factor. Valorar si el calzado es adecuado o no, si es necesario el uso de plantillas o cambiar el plan de entrenamiento deben ser parte del tratamiento.
En cuanto a la cirugía, esta tiene una doble función: puede ser diagnóstica al/para poder ver “in situ” el estado de la lesión y cuál es la necesidad terapéutica. En algunos casos, es necesario realizar lo que se conoce como un “recentrado”, cuyo objetivo es colocar de nuevo a la rótula sobre el eje natural.