La deformación estética es lo que más impacta a los padres, así como los problemas de alimentación. Pero es una tranquilidad saber que la mayoría de los bebés que nacen con labio leporino son sanos y no tienen ninguna otra anomalía congénita. Además, tiene una solución quirúrgica muy satisfactoria.
El labio leporino afecta a uno de cada 700 niños y consiste en una malformación congénita producida porque el labio no se forma completamente. Esto causa una abertura en el labio superior que va del labio a la nariz y puede tener diferentes grados de severidad.
Además, algunos de estos niños pueden tener el paladar hendido, es decir, tampoco está fusionado correctamente. Esta segunda deformación puede afectar a uno de cada 2.500 nacidos sanos. Así, un niño puede tener un labio leporino, el paladar hendido o ambos al mismo tiempo. Según las estadísticas es más frecuente la doble malformación en varones.
La manera más correcta o técnica sería llamarlas fisuras labio-alveolo-palatinas.
Según dónde esté situada la fisura:
Según el grado de severidad:
El labio leporino llamó la atención de nuestros antepasados hasta tal punto que se llegó a considerar obra divina e intocable. Más tarde, fue visto como una anomalía que se debía corregir. El caso más antiguo documentado sobre esta malformación se encontró en una momia del 2.000 a.C. La primera operación con éxito en la historia data del año 390 a.C. por un cirujano chino a un campesino llamado Wei Yang-Chi que llegó a ser un alto cargo del Estado de Chu. En 1568, Ambroise Pare utiliza el término “bec-de-lièvre” que todavía es vigente el Francia. Recordemos que el nombre “leporino” viene del latín leporīnus, que significa “de la liebre”. Por lo tanto, labio leporino sería, literalmente, «labio de liebre», en analogía a ese animal que tiene el labio superior cortado en el centro.
Todavía no se saben las causas del labio leporino ni del paladar hendido, aunque se sospecha que, en algunos casos, puede existir un componente genético. Se considera que participan entre tres y 14 genes, pero su mecanismo de acción aún se desconoce.
Podemos concluir que el desarrollo de labio leporino es “multifactorial”, es decir, es fruto de la combinación de genes y factores ambientales. Y parece ser que hay diferencias raciales y son más frecuentes en los asiáticos y determinados grupos de indios americanos. Es menos frecuente en los afro-americanos.
Los factores ambientales que podrían estar relacionados con la aparición de labio leporino son:
El paladar hendido se debe a un cierre incompleto del paladar durante una etapa temprana del desarrollo fetal. Puede afectar a cualquier lado del paladar y dejar una abertura que puede extenderse hasta la nariz. Puede extenderse desde el paladar duro hasta la garganta (paladar blando).
Al nacer, el paladar hendido no es tan evidente como el labio leporino porque está dentro de la boca, por ello, en la revisión del neonato en la sala de partos, el pediatra introduce un dedo en la boca del niño, para evaluar si el paladar está íntegro.
El labio leporino puede detectarse, en algunas ocasiones, por ecografía a partir de la semana 18 a 20 de embarazo. El uso de la ecografía 3D ha sido un gran avance para realizar el diagnóstico prenatal con mayor precisión.
El paladar hendido no es visible por ecografía, por lo que el diagnóstico prenatal no es posible.
La mayor parte de los niños con esta deformación pueden mamar sin problemas. Es complicado en los que presentan una hendidura muy abierta y si está asociada a fisura palatina. La deformación dificulta que el niño pueda succionar.
En estos casos más complejos, el bebé puede tomar leche materna pero se le debe administrar con un biberón depresible, es decir, que la botella sea blanda y se pueda apretar para que la leche caiga en el interior de la boca del niño sin esfuerzo por su parte.
La posición también es importante y se aconseja que el bebé esté totalmente sentado en el regazo de la madre y no sentado, para evitar que la leche salga por la fosas nasales durante la deglución.
Si el bebé se cansa durante las tomas, se recomienda que estas sean más frecuentes y cortas.
Más allá de la deformación estética, las posibles complicaciones que pueden estar asociadas con un labio leporino o un paladar hendido son:
La cirugía es el tratamiento de elección de las hendiduras para cerrarlas. El cierre se realiza lo antes posible, entre las seis semanas y los nueve meses de edad. Es muy común que el niño tenga que someterse a otra intervención más adelante, para acabar de reparar la nariz si ésta sufre una gran deformación, así como realizar una reparación de la cicatriz y que quede lo más discreta posible.
En el caso de los paladares hendidos, el niño también es operado en el primer año de vida. El objetivo de reparar estas deformaciones lo antes posible es evitar los problemas en el desarrollo del habla.
El pronóstico es muy bueno y estos niños pueden llevar una vida completamente normal.