Muchos identificamos las paperas con la inflamación de la zona próxima a las mandíbulas. Y es que el virus que provoca las paperas puede infectar muchas partes del cuerpo pero lo hace especialmente en las glándulas salivares parótidas, que son las que se encuentran en la parte posterior de ambos pómulos, en las áreas comprendidas entre las orejas y la mandíbulas, cuya misión es la producción de saliva. Cuando una persona tiene paperas, estas glándulas se inflaman y se vuelven dolorosas.
Las paperas o parotiditis es una enfermedad infecciosa producida por un virus del grupo Paramixovirus, que predomina en invierno y primavera. Su periodo de incubación es de 14 a 24 días y el contagio abarca desde 24 horas antes del inicio de la tumefacción o inflamación de la glándula parótida hasta tres días después de su desaparición. La transmisión se produce a través de partículas de saliva llamadas Pflügge.
Esta enfermedad se identificó hace ya varios siglos y fue muy extendida hasta la aparición en 1967 de la vacuna antiviral XRP que contiene virus vivos atenuados de sarampión, rubeola y paperas. Desde su aparición, el número de casos se ha reducido en menos de 1000 al año y las epidemias son prácticamente inexistentes.
En la actualidad, la enfermedad se más frecuentemente entre los 5 y 14 años. Los casos de adultos jóvenes infectados han ido en aumento progresivo durante los últimos 20 años. El primer año de vida del bebé es prácticamente indetectable.
Una vez se contrae la enfermedad la probabilidad de reinfección es prácticamente nula aunque existen otras causas de inflamación de la glándula parótida que puede hacernos pensar que el paciente ha pasado la enfermedad más de una vez.
Las paperas pueden provocar:
El virus de las paperas es muy contagioso y las gotitas de saliva de la boca o la nariz son su trasmisor al estornudad, toser o reír. Será imprescindible el aislamiento en casa del paciente durante cinco días desde el inicio de la inflamación de la glándula. El virus se contagia también por contacto directo mediante pañuelos o vasos ya usados por el enfermo. Una vez más, una buena higiene será imprescindible para controlar su contagio.
Su diagnóstico es principalmente clínico. Son poco útiles los análisis de sangre en los casos no complicados. En la actualidad es una enfermedad de declaración obligatoria por lo que debemos acudir al médico ante la sospecha de enfermedad.
La principal prueba diagnóstica es el aislamiento del virus en saliva desde una semana antes de la tumefacción hasta 5 días después. El profesional realizará la recolección de saliva en un bote estéril que se enviará al laboratorio para su análisis.
Si se sospecha que el paciente ha contraído las paperas realizaremos un tratamiento sintomático consistente en: dieta blanda en la que se eviten los ácidos, cuidados locales de la boca, ibuprofeno, e ingestión de abundante líquido. No debe administrase ácido acetil salicílico.
En caso de complicaciones ya descritas acudiremos al servicio de urgencias o a un especialista como urólogo o ginecólogo.
La vacuna triple viral es nuestro mejor aliado para combatir las paperas, así que vacúnate.