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Qué Debes Saber Sobre la Cesárea

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La cesárea es una de las intervenciones más frecuentes en ginecología. En nuestro medio uno de cada cuatro niños llega al mundo mediante una cesárea. Y es que el desarrollo de los fármacos anestésicos, antibióticos y analgésicos, así como las técnicas quirúrgicas y los materiales de sutura han hecho que se convierta en una intervención muy rutinaria que ha ido aumentando en frecuencia en los últimos años pues disminuye el riesgo fetal en algunos partos.

La cesárea se ha convertido en una intervención muy rutinaria, que ha ido aumentando en frecuencia en los últimos años pues disminuye el riesgo fetal en algunos partos.

¿En qué consiste?

La cesárea es una intervención quirúrgica que consiste en realizar una abertura abdominal para extraer uno o más fetos y la placenta. Habitualmente se realiza con anestesia regional:  a través de una punción en la zona lumbar se inyecta un anestésico en la zona que rodea los nervios que bajan por la columna y se queda “dormida” e insensible al dolor la mitad de cuerpo desde la zona de punción hasta los pies. Esto nos permite realizar la intervención sin provocar dolor a la madre a la vez que ella está consciente en todo momento, y sin afectar al bebé.

Se puede realizar una cesárea con anestesia general, pero siempre en casos muy justificados pues la misma medicación que duerme a la madre pasa al feto y, si no se extrae urgentemente, también dormirá al recién nacido.

¿Cómo se realiza?

Antes de empezar, se coloca una sonda urinaria, que se retirará en el postoperatorio, generalmente antes de las 24 horas.

Con la mamá anestesiada, tumbada boca arriba, y previa desinfección de toda la zona, se realiza una incisión horizontal en la piel por encima del pubis, de unos 10-12 cm (espacio mínimo que nos permitirá extraer al feto). Se van abriendo progresivamente las distintas capas: la grasa subcutánea, el tendón que recubre los músculos abdominales, posteriormente se abre el peritoneo (membrana muy fina que recubre interiormente el abdomen) y ya accedemos a la cavidad abdominal, con lo que queda expuesto el útero, que se abre horizontalmente por su segmento inferior. En este momento, se abre la bolsa de aguas si no lo estaba ya y, con la mano o con la ayuda de un instrumento si fuese necesario, se extrae el feto, se pinza y secciona el cordón, y se extrae la placenta.

Este proceso, desde que se empieza a cortar piel hasta que sale el recién nacido, suele durar 5-10 minutos, y a partir de aquí hay que suturar capa por capa, lo que nos llevará más tiempo que abrir, unos 30 minutos.

En muchos centros permiten al acompañante más allegado entrar en el quirófano cuando no se trata de una intervención urgente, con la indumentaria adecuada, y se le instala en la cabecera de la camilla junto a la mamá, ambos tras una especie de “telón” que se instala en el pecho de la gestante para evitar el impacto de la vista y para proteger la esterilidad del campo quirúrgico.

¿SABÍAS QUE…

Antiguamente se solía practicar la incisión de piel en sentido vertical, pero actualmente está muy en desuso.

Después de la intervención…

Intentamos que el recién nacido entre en contacto inmediatamente con la madre si no necesita ningún cuidado especial e iniciar la lactancia materna, si así lo desea la madre y no hay ninguna contraindicación, lo antes posible.

El postoperatorio requerirá abundante analgesia pues este tipo de intervención es dolorosa, pero se intenta lo antes posible estimular a que la paciente se levante y camine. A los cuatro días aproximadamente se considera que estará lo suficientemente recuperada como para darle el alta médica y poder irse a casa.

Cuándo se indica

Las indicaciones son múltiples, y algunas de ellas son previsibles antes de la fecha del parto:

  • Una gestante que ya ha estado sometida a dos cesáreas anteriormente, o a alguna cirugía uterina previa, pues las contracciones de parto podrían poner en riesgo de rotura la cicatriz del útero.
  • Una anómala presentación del feto: de nalgas, pies, transverso… En estos casos, es preferible una cesárea a un parto que puede tener riesgo para el feto.
  • El feto es muy grande y se puede estimar que no puede salir con garantías por el canal del parto.
  • La forma de la pelvis de la gestante es anómala o ha sufrido alguna fractura por la que preveamos que no es factible el parto vaginal.
  • Patología materna que contraindique el esfuerzo de un parto vaginal.

Programada

En todos estos casos se puede recurrir a una cesárea programada, alrededor de la fecha probable de parto o una o dos semanas antes. De esta manera, se planifica y tanto la gestante como su familia y el equipo médico se preparan para la intervención y nos ahorramos tener que recurrir a una cesárea intempestiva cuando ya se ha iniciado el parto. Si ya anticipamos que habrá que hacer cesárea, es mejor hacerla tranquilamente a “horas convenidas”.

No programada

Un parto no se puede planificar ni escoger a la carta, yo siempre aconsejo a mis pacientes que mantengan sus expectativas abiertas y se adapten a los acontecimientos, pues no hay dos partos iguales y es imposible pronosticar como acabará. Así que, aunque estemos en un curso de parto normal en ocasiones habrá que hacer una cesárea de recurso si:

  • El feto nos da signos de sufrimiento durante la dilatación. Mantenemos monitorizada la frecuencia cardiaca del feto durante la dilatación para detectar en qué momento un feto puede estar sufriendo o cuando da signos de que no podrá aguantar en esas condiciones si el parto se prolonga muchas horas
  • Llevamos varias horas de parto y la dilatación o el descenso del feto por el canal del parto no progresan.

En estos casos puede que un parto que se había empezado y previsto por vía vaginal acabe en cesárea, pues siempre se priorizará el bienestar del feto.

¿Tiene riesgos?

Es una intervención común y rutinaria, pero no exenta de riesgo, por lo que tampoco hay que generalizarla. Los riesgos más frecuentes son infecciones de la piel o de orina, hematoma de la cicatriz y, más rara vez, complicaciones más serias como lesiones de órganos vecinos o infecciones internas.

La mayoría de las veces transcurren sin incidencias y las complicaciones frecuentes son leves. Después, conviene cuidar la herida con mimo para que la cicatrización sea correcta.

No podemos estar ni a favor ni en contra de las cesáreas, simplemente asumir que hay un cierto porcentaje de partos que son imposibles y otros que son arriesgados, en los cuales la cesárea es necesaria y nos permite cumplir el objetivo: ”mamá, bien y recién nacido, bien”, y tener en cuenta que la vía más fisiológica del parto es la vaginal, que un buen parto es preferible a una cesárea, pero que siempre es preferible una cesárea a un mal parto.

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