Infrecuente pero muy agresivo, el cáncer de páncreas es, además, difícil de diagnosticar en etapas tempranas porque, cuando da síntomas, en general ya suele estar en un estado avanzado, y muchas veces los síntomas son tan inespecíficos que se tarda en acudir al médico. Modificar los factores de riesgo que pueden propiciarlo está en nuestras manos, así que ¿por qué no hacerlo?
El cáncer de páncreas se origina cuando las células del páncreas comienzan a proliferar sin control y van acumulando cambios en la replicación del ADN que las hace invasivas y agresivas.
El páncreas tiene dos tipos de células, las exocrinas, que son las que producen una serie de enzimas que ayudan en la digestión de los alimentos, y las endocrinas, que producen diferentes hormonas, como la insulina o el glucagón. La mayoría de los tumores del páncreas se localizan en las células exocrinas, causando un adenocarcinoma de páncreas, mientras que los tumores endocrinos del páncreas son menos comunes.
No es un tumor muy frecuente: representa apenas el 2% del total de todos los cánceres). Cada año se diagnostican en el mundo unos 233.000 nuevos casos en todo el mundo. En España se detectan unos 4.000 casos anuales. Es un tumor un tanto más frecuente en los hombres que en las mujeres. La mayoría de los tumores de páncreas se diagnostican en personas entre los 65 y los 75 años.
Este cáncer se ha relacionado con diversos factores de riesgo:
El cáncer de páncreas es muy agresivo y se extiende a los tejidos que lo rodean con suma facilidad. Un 70% se diseminan a través de los vasos linfáticos y más del 50% lo hacen también por la sangre, de manera que las metástasis son habituales, sobre todo en el hígado, el peritoneo (la membrana que reviste por dentro la cavidad abdominal y sus órganos) o los pulmones.
Los estudios indican que un elevado número de cánceres de páncreas presentan alteraciones en unos genes concretos, el gen ras y el gen p53, ya sea en uno de ellos o muchas veces en ambos.
Por desgracia, la mayoría de estos tumores se detectan en un estado avanzado. El dolor de abdomen es el síntoma más habitual de este tipo de tumores. Suele tratarse de un dolor sordo y constante que se ubica en la zona superior e izquierda del abdomen y que se extiende hacia la espalda. Con frecuencia los pacientes lo describen como si les apretase un cinturón. Suele ser más frecuente durante la noche, no deja dormir. Se suele agravar al comer y al tumbarse, mientras que los pacientes explican un ligero alivio al inclinarse hacia adelante.
La pérdida de peso debida a un déficit de absorción de nutrientes suele ser el síntoma más precoz. Suele acompañarse de falta de apetito, cansancio importante y diarreas, al no poder digerir bien los alimentos por la alteración en la producción de las hormonas digestivas que produce el páncreas.
Otros síntomas habituales de los pacientes con cáncer de páncreas pueden ser:
Es difícil diagnosticar el cáncer de páncreas en sus etapas tempranas porque, cuando da síntomas, en general, ya suele estar en un estado avanzado, y muchas veces los síntomas son tan inespecíficos que se tarda en acudir al médico. Hoy en día no existen pruebas de detección precoz ni se realiza ningún tipo de cribaje para el cáncer de páncreas.
No existen marcadores específicos para el cáncer de páncreas que se puedan detectar en una analítica. Existen unos marcadores tumorales, el CEA y el CA 19.9, que pueden estar elevados en los pacientes con cáncer de páncreas, pero son muy poco específicos. Es decir, pueden estar elevados como no estarlo y estos marcadores pueden aparecer elevados también por otros motivos que no sean el cáncer de páncreas, de manera que no son una herramienta útil para el diagnóstico de este tumor. Estos marcadores tumorales, como todos, son útiles, si están elevados, para valorar la respuesta a los tratamientos de quimioterapia, pero no para el diagnóstico de la enfermedad.
En aquellos pacientes con un elevado riesgo de padecer un cáncer de páncreas por una predisposición genética y familiar se pueden hacer estudios genéticos para valorar si existen alteraciones en ciertos genes que aumenten el riesgo de sufrir esta enfermedad. Ahora bien, que estos genes estén alterados no implica necesariamente que se vaya a padecer la enfermedad, sino que existe un riesgo mayor que el de otras personas.
Las principales herramientas para el diagnóstico del cáncer de páncreas siguen siendo los síntomas del paciente y las diferentes pruebas de imagen, como la ecografía, la ecoendoscopia, el escáner, la resonancia magnética nuclear o la tomografía por emisión de positrones (PET). En una analítica de sangre se puede apreciar la elevación de ciertas enzimas hepáticas, como la lipasa y la amilasa, así como alteraciones de los niveles de glucosa o bilirrubina en determinados casos. Una vez se tiene el diagnóstico de sospecha se confirmará con la toma de una muestra de tejido del tumor mediante una PAAF o punción aspiración con aguja fina.
El tratamiento del cáncer de páncreas dependerá del estadio. Por desgracia tan solo un 10%-20% de los cánceres de páncreas pueden ser tratados mediante cirugía cuando se diagnostican. En el resto de los casos las opciones quirúrgicas son paliativas. La quimioterapia y la radioterapia pueden ayudar a aumentar la supervivencia.
Con todo, el adenocarcinoma de páncreas es uno de los tumores que presentan un peor pronóstico. Se estima que solamente un 5% de las personas que padecen este tipo de tumor sobreviven más allá de 5 años desde el momento del diagnóstico. La mayoría de las muertes se producen a lo largo del primer año desde que se detecta la enfermedad.
Lo que está en nuestras manos para prevenir este tipo de cáncer, infrecuente pero muy agresivo, es modificar los factores de riesgo que pueden propiciarlo: