Ojo vago o perezoso, así es como llamamos coloquialmente a la ambliopía, ya que se produce cuando uno de los dos ojos se utiliza menos que el otro por una falta de desarrollo visual que provoca pérdida de visión. Se trata de la causa más frecuente de déficit visual entre los niños y jóvenes de los países desarrollados, con una prevalencia de hasta un 2-3% en menores de seis años.
La función visual experimenta un rápido desarrollo en los primeros años de vida. La agudeza visual, que en el momento del nacimiento es prácticamente nula, adquiere el 100% de su potencial entre los cinco y seis años de edad. El desarrollo de la visión, por su parte, se produce de forma progresiva desde el nacimiento hasta alcanzar los ocho a nueve años. Además, durante este periodo de “plasticidad”, la función visual es reversible y puede volver atrás. Por esta razón, cualquier anomalía ocular que, en este periodo inicial de la vida, dificulte el estímulo visual de la retina provocará una detención del desarrollo visual, e, incluso, una regresión de la función existente en el momento de la aparición de la anomalía. A este proceso de paro o recesión de la función visual, se le conoce como ambliopía (coloquialmente “ojo vago” u “ojo perezoso”).
Esta fina función nos permite ver como única la imagen que perciben por separado cada uno de los dos ojos. Para que la visión binocular se establezca es necesario que se cumplan tres condiciones sucesivas:
Para que todos ellos se produzcan es necesario que tanto los factores anatómicos como los funcionales que intervienen en el aparato ocular alcancen un grado de desarrollo aceptable.
Para que el complejo proceso de desarrollo visual se produzca de forma correcta, es necesario que el ojo reciba una imagen nítida y enfocada. Si durante este período aparece algún proceso de enfermedad que impide la llegada del estímulo visual en buenas condiciones, se interrumpirá el proceso de maduración natural y, cuanto más precozmente se produzca esta interrupción, más graves o peores serán las consecuencias. Se ha demostrado que un defecto visual congénito (presente ya en el momento del nacimiento) provoca cambios en la anatomía y en la funcionalidad a lo largo de toda la vía visual (ojo, nervio óptico, sistema nervioso central). Por eso, si la causa está presente ya en el momento del nacimiento, el niño no ha iniciado a tiempo el desarrollo de la visión. Cuando el defecto se instaura pasado el período crítico de los 3-4 meses de vida, se producirá una detención en la maduración del sistema visual, pero sin producirse cambios celulares o estructurales, por lo que las posibilidades de revertir la situación son claramente mejores.
Los mecanismos patológicos capaces de interrumpir el desarrollo de la visión son:
En la mayoría de los casos de ojo vago unilateral (un solo ojo) el niño no tendrá ningún otro síntoma, por lo que el pediatra debe descartar, en todas las exploraciones, las posibles anomalías oculares que puedan suponer un factor de riesgo para la aparición del mismo. Igualmente, las revisiones pediátricas y escolares deben incluir pruebas de agudeza visual adecuadas a la edad para detectar defectos de visión y diferencias de visión entre ambos ojos.
Si el déficit está presente desde el momento del nacimiento, se debería iniciar el tratamiento antes de los cuatro meses de vida, para intentar conseguir un cierto grado de visión. Si es de causa más tardía, aunque dependerá de la edad de inicio de tratamiento, hasta los dos años el resultado es muy bueno, de los dos a los cuatro años es bueno y de los cuatro a los ocho años es difícil conseguir una buena visión si el defecto era importante. A partir de los ocho o nueve años es prácticamente imposible.
Por tanto, es fundamental aplicarlo lo más tarde a los cuatro años de edad. El tratamiento consta de:
Las posibilidades de recuperación serán menores:
Por el contrario, si el tratamiento se aplica en el momento correcto, la recuperación de la visión suele ser total en la gran mayoría de los casos. Los pacientes tratados de ambliopía suelen recuperar la visión totalmente y desarrollan su vida con normalidad.