En general, cuando hablamos de productos light, nos referimos a ellos como productos bajos en calorías. La legislación indica que para declarar un alimento con contenido light o reducido en calorías o nutrientes, debe haber sufrido un proceso de reducción de grasas o azúcares sustituyéndolos por otras sustancias que aporten una disminución del 30% del contenido energético declarado del producto. En algunos alimentos se puede sustituir el azúcar por manitol, sacarina, fructosa o aspartamo y, en otros casos, solo reducen el contenido de grasas, proteínas, hidratos de carbono o, por último, se reduce la ración de consumo en relación al producto de referencia.
Existe un acuerdo elaborado en 1990 por la Comisión Interministerial para la Ordenación Alimentaria (CIOA) que considera que para que un producto sea light, tiene que tener una reducción de al menos el 30% de valor energético respecto al producto de referencia. Sin embargo, no existe un marco legal que obligue a cumplir estos requisitos, sino que se trata de una serie de recomendaciones únicamente. Esto ha llevado a que muchas empresas hagan falsas interpretaciones u omisiones de este acuerdo, por lo que es conveniente leer el etiquetado de todos los productos light para conocer la relación cantidad – precio, la ración de consumo, los nutrientes y aditivos en relación al producto de referencia.
Los nutrientes que aportan estos productos deben ser cuidadosamente revisados en el apartado nutricional de cada uno de ellos, para verificar la reducción del mismo con respecto al producto de referencia. En la mayoría de los países, la industria de la alimentación ha logrado crear productos con agradable sabor y sustitutos calóricos que ofrecen garantías de calidad a los usuarios.
Los productos light contribuyen a llevar una alimentación más variada, sobre todo, a aquellas personas que tienen limitados ciertos alimentos como pueden ser personas con diabetes o problemas de colesterol; aunque si evaluamos con atención las etiquetas de los productos, podemos aprender a reducir la cantidad de los mismos cocinando de manera adecuada para reducir grasas y azúcares y crear nuestros propios productos light.
Este tipo de productos, al tener una reducción de sus macronutrientes (hidratos de carbono, proteínas y grasas), en su mayoría también tienen reducción de vitaminas y minerales, punto importante a tener en cuenta, ya que si la dieta es basada en productos light, a largo plazo se puede crear una deficiencia nutricional. Por ello, es recomendable que la cuota diaria de productos light no sobrepase las calorías de la ración diaria del alimento natural.
Los principales sustitutos que podemos encontrar son:
CARBOHIDRATOS, ALMIDONES Y AZÚCARES: más frecuentemente reducidos en bollería, refrescos, chucherías, chocolates y caramelos. El azúcar es sustituido por maltodextrina, aspartame, polidextrosa o sacarina. Algunos de ellos producen intolerancia alimentaria y flatulencia y debe ser utilizado con moderación.
GRASAS Y PROTEÍNAS: la mayoría de los productos bajos en grasas contienen una modificación de su estructura química para suministrar un menor contenido calórico, en otras ocasiones se sustituyen las grasas por los carbohidratos espesantes y estabilizantes, por lo cual, el alimento no puede ser usado en frituras y, por último, en algunos casos se utilizan proteínas, sobre todo, en sopas, cremas, alimentos horneados y productos pasteurizados.
Al eliminar la grasa de nuestra dieta podemos disminuir la absorción de algunas vitaminas y reducir la presencia de ácidos grasos esenciales como el omega y vitaminas liposolubles como vitamina A, D, E y K y, a largo plazo, podemos ocasionar enfermedades como osteoporosis y deficiencias visuales por vitamina A.
La mayoría de los alimentos light no reducen su aporte calórico significativamente como esperamos y son más costosos que sus referentes convencionales. No se debe abusar de los mismos ya que se puede consumir el doble o triple de calorías.
Es importante tener en cuenta, a la hora del funcionamiento de estos productos, las siguientes recomendaciones:
Son recomendados en cantidades moderadas en aquellos pacientes con regímenes especiales nutricionales como diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia o en aquellos que quieren darse un capricho dentro de una dieta hipocalórica. Pero es importante no crear el falso mito de que estos productos son sanos o que ayudan a disminuir de peso, porque la mayoría no lo son, y se debe enseñar a los pacientes a leer correctamente el etiquetado del producto para no dejarse engañar por la industria del marketing.