A la gran mayoría de nosotros se nos ha realizado alguna vez en la vida una analítica sanguínea básica, aunque sea de rutina por nuestro médico de familia. Uno de los parámetros principales que se solicitan y que forman parte del hemograma (recuento de células sanguíneas) son los glóbulos blancos o leucocitos. Estas células están sujetas a una gran cantidad de variaciones absolutas y relativas, algunas de ellas de escasa importancia, pero otras que sí que pueden revestir gravedad. Por ello, resulta importante conocer algunos conceptos básicos sobre este tipo de células sanguíneas para saber cuándo es necesario ponernos en contacto con nuestro médico de manera prioritaria.
Los leucocitos son las principales células sanguíneas encargadas de la defensa del organismo frente a microorganismos infecciosos, otros agentes externos y células atípicas, es decir, las que son diferentes a la normalidad. Al igual que el resto de células sanguíneas, los glóbulos blancos se forman en la médula ósea, la cual genera miles de millones cada día. No obstante, sus valores de normalidad en sangre se expresan en número de células dividido por un volumen de sangre, siendo normal cifras de entre 4.000 a 11.000 leucocitos por microlitro de sangre. Estas cifras pueden variar sutilmente en función del laboratorio de análisis.
Inicialmente, todos los leucocitos comienzan siendo células madre que sufren un proceso de maduración y se terminan transformando en uno de los diferentes subtipos de glóbulos blancos: neutrófilos, linfocitos, monocitos, eosinófilos o basófilos. Los más abundantes (y también los de mayor relevancia clínica) son los neutrófilos y los linfocitos, principales responsables de velar por el sistema inmunitario del organismo.
Imaginemos que estamos en la Edad Media, en pleno siglo XIII d.C., y que nuestro castillo está siendo atacado por sorpresa. El hombre situado en lo alto de la más alta torre hará sonar la campana para avisar al resto de la población, entre la que se encontrarán los soldados. En primer lugar, éstos tratarán de contener el intento de ataque rápidamente mediante arcos y flechas desde el muro de castillo. Mientras tanto, el resto de guerreros tendrán tiempo de ir vistiendo sus armaduras, yelmos y espadas por si el intento inicial de contención no es eficaz. Por tanto, en el caso de fallar estos arqueros que han actuado de inicio, tendrán que ser estos guerreros ya armados y equipados los que bajen a las puertas del castillo a luchar contra el enemigo y los que decidirán el devenir de la batalla. Además, los más veteranos, con muchas batallas a sus espaldas, serán capaces de hacerlo rápidamente e intentarán ayudar en la contención inicial del ataque.
Con esta analogía, podemos comprender mejor la forma en el que funcionan estos dos tipos de glóbulos blancos: los neutrófilos serían los arqueros, que rápidamente son capaces de actuar y de intentar contener el ataque inicial del microorganismo infeccioso; los linfocitos, por tanto, serían los guerreros ya armados y equipados, a los que les cuesta entrar en acción inicialmente pero que después serán los encargados de eliminar el agente externo y de la curación. Estos últimos, además, tienen memoria inmunológica: son capaces de recordar anteriores estímulos de microorganismos infecciosos similares, pudiendo actuar inicialmente y de forma rápida como linfocitos específicos. Este es el principio en el que se basa la vacunación.
Por todo lo anterior, una detección analítica de leucocitos altos o leucocitosis es significado de una activación de nuestro sistema inmune desencadenada principalmente por cualquier tipo de infección aguda, siendo los neutrófilos la fracción de glóbulos blancos elevada. Además, como otras causas frecuentes de leucocitosis podemos encontrar:
Además de realizar una analítica sanguínea para valorar un aumento de leucocitos, estas células también tienen la capacidad de excretarse por vía urinaria cuando están aumentadas en la sangre. Esto resulta especialmente útil ante la sospecha de una infección de orina: únicamente analizando una muestra miccional en el laboratorio o a través de una tira reactiva de orina podemos descartar con alta fiabilidad la presencia o no de una infección de vías urinarias.
Por último, otro de los subgrupos de glóbulos blancos que reviste interés son los eosinófilos. Esta fracción minoritaria de leucocitos corresponden a un 1%-3% de su total, siendo igual de importantes en la defensa del organismo, pero encargándose de funciones diferentes a las mencionadas por neutrófilos y linfocitos. Sus valores elevados tienen especial relevancia en ciertas enfermedades tales como:
El tratamiento para el aumento de leucocitos, sea la fracción que sea de los cinco tipos, depende de la causa desencadenante que esté provocando esta elevación. Debido al inmenso diagnóstico diferencial que existe ante una alteración en estas células sanguíneas, siempre es recomendable consultar con tu médico habitual ante cualquier hallazgo fuera de lo normal.