En la sociedad actual, donde existe un auténtico “bombardeo” de información, es posible que hayamos recibido mensajes contradictorios acerca del padecimiento del cáncer de ovario, que pueden desembocar en confusión, alarma o preocupación innecesaria. Por eso, vamos a aclarar conceptos y tratar desde dentro un tema tan sensible para la mujer como es el cáncer de ovario.
El diagnóstico de cáncer de ovario conlleva una cirugía, y un tratamiento médico que durante algunos meses generará un cambio significativo en la paciente y su entorno más cercano. La extirpación quirúrgica de ambos ovarios, de las trompas de Falopio y del útero conlleva la pérdida de la fertilidad, por lo que las mujeres que quieran tener hijos deberán someterse a una intervención de preservación de la fertilidad previa al tratamiento del cáncer. En el caso de que sea necesario extirpar los ganglios linfáticos situados en la pelvis podría dañarse el sistema linfático, provocándose una linfedema, un trastorno en el que el líquido linfático se acumula en las piernas y provoa su hinchazón.
El cáncer de ovario es un tumor, generalmente maligno, que se asienta en los tejidos que conforman este órgano incluido en el aparato reproductor femenino. El ovario es la glándula sexual femenina que produce óvulos y hormonas sexuales (estrógenos, progesterona…). Están situados a ambos lados del útero y serían el equivalente a los testículos masculinos.
El cáncer de ovario es más frecuente en los países industrializados de Europa Occidental, Israel, Canadá y EEUU, y representa entre el 4 y el 5% de los tumores femeninos. Es más común en las edades medias de la vida; la mayoría se diagnostican entre los 45 y los 75 años.
De un modo general, en el medio que nos rodea, existen más de 100 agentes de los cuales se dispone de evidencia científica contrastada para poder asegurar que provocan cáncer a los humanos. En otros casos, no es tan fácil establecer esa relación.
En el caso concreto del cáncer de ovario no se conocen en profundidad los factores de riesgo que pueden inducir a la aparición de la enfermedad. Sin embargo, se han observado algunas circunstancias que pueden influir en su aparición, como son las siguientes:
En las familias con predisposición hereditaria a padecer ciertos tipos de tumores se observan varios individuos integrantes de la familia afectados por el mismo tipo de cáncer (o de diferentes pero relacionados), así como diversas generaciones afectadas (abuela, madre, hija). Generalmente, los tumores hereditarios se diagnostican a una edad más joven de la habitual. El riesgo de padecer cáncer de ovario se correlaciona directamente con anomalías en los genes BRCA1 y BRCA2 (cuando estos genes funcionan adecuadamente, en realidad nos protegen de la aparición de tumores, pero cuando están alterados, aumentan el riesgo de desarrollar cáncer antes de cumplir los 70 años).
Vienen en múltiples formatos o presentaciones (comprimidos, anillos vaginales, parches, inyectables…) y se puede elegir el que se adapta mejor a nuestro estilo de vida y necesidades. Se ha constatado que los ACH tienen un efecto protector frente al padecimiento de cáncer de ovario y de endometrio uterino, pero, como contrapartida, son preparaciones que aumentan el riesgo de padecer cáncer de mama, de cérvix uterino y también de hígado.
Los embarazos, la terapia anticonceptiva y dar lactancia materna protegen del cáncer de ovario, y en menor medida también son protectores el ejercicio moderado y seguir una dieta pobre en grasas animales y rica en frutas y vegetales.
Por lo general, el cáncer de ovario produce pocos síntomas, o directamente ninguno, hasta etapas de desarrollo avanzadas. El primer síntoma puede ser un ligero malestar en la parte inferior del abdomen, o hinchazón de este, pero la hemorragia uterina no es frecuente.
Debido a la escasez de síntomas anteriormente mencionada, la mayoría de los casos plantean un diagnóstico difícil y se detectan cuando la enfermedad ya está avanzada.
Desgraciadamente, además de ello, no existe actualmente ningún método eficaz que facilite el diagnóstico precoz del cáncer de ovario (no existen pruebas que cumplan los requisitos necesarios en la población general).
El tratamiento incluye la intervención quirúrgica. En función de los hallazgos de la cirugía, será necesario complementar el tratamiento con quimioterapia.
Es importante tener en cuenta que el diagnóstico precoz permite reducir el impacto sobre la salud y la calidad de vida de la paciente, así como mejorarse el pronóstico de supervivencia.