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La Salud y los Alimentos Transgénicos

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Ya hace más de 30 años que los alimentos transgénicos conviven junto con otros alimentos provenientes de la agricultura convencional y, en todo este tiempo, los organismos modificados genéticamente (OMG) han sido motivo de controversia por cuestiones relativas a la alimentación y la agricultura o por cuestiones de salud. Por ello, científicos, sanitarios y grupos ecologistas han mostrado posicionamientos contrapuestos. Consecuentemente, a día de hoy, todavía muchos dudamos acerca de la inocuidad de este tipo de alimentos ya que su aparición en la industria alimentaria está rodeada de mitos y argumentos que no suelen tener en cuenta evidencias científicas unánimes. En este contexto, es necesario tener claro qué son realmente los OMG’s y sus repercusiones en nuestro organismo.

Los alimentos transgénicos son aquellos que contienen o están compuestos por organismos modificados genéticamente (OMG) o han sido producidos a partir de ellos.

¿Qué es un alimento transgénico?

Los alimentos modificados genéticamente (AMG) o lo que, comúnmente conocemos como alimentos transgénicos, son aquellos que contienen o están compuestos por organismos modificados genéticamente (OMG) o han sido producidos a partir de ellos. Asimismo, podríamos definir un OMG como aquel organismo que posee uno o más genes diferentes de su gen originario, es decir, un organismo con una combinación de material genético obtenido mediante la aplicación de la biotecnología.

El propósito de este tipo de modificaciones genéticas va desde aumentar la productividad de los cultivos, haciéndolos más resistentes a plagas, bacterias, virus o condiciones ambientales agresivas (sequías, vientos, etc.) hasta conseguir una composición nutricional incorporando a su estructura genética micronutrientes determinados como en el caso del arroz dorado, enriquecido con vitamina A.

No obstante, ante estas novedades, el consumidor final se plantea cuestiones vinculadas a la presencia de OMG’s, tanto de tipo ambiental, ético o de seguridad alimentaria, aspecto que trataremos a continuación.

¿Son los alimentos transgénicos seguros para la salud?

Tras revisar y analizar todos los estudios disponibles sobre el impacto de los OMG en la salud, no se ha encontrado ni un solo caso reportado en la literatura médica internacional que pruebe que el consumo de alimentos modificados genéticamente dañe la salud de alguna manera.

De hecho, para garantizar la inocuidad de dichos alimentos, los países examinan normas y medios para evaluar los riesgos de los OMG’s, basándose en el concepto de equivalencia sustancial, la cual reconoce que el objetivo de la evaluación no es establecer una inocuidad absoluta sino determinar si el alimento modificado genéticamente es tan inocuo como su homólogo tradicional.  Si se estima que el alimento derivado de un OMG es sustancialmente equivalente a su homólogo, significa que es tan inofensivo como éste. Si no es así, deberán realizarse nuevos ensayos antes de su salida al mercado. De esta forma, sólo pueden comercializarse este tipo de alimentos si han pasado estrictos controles, aún más rigurosos que los de los productos convencionales sin OMG’s.

Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se encarga de evaluar los principales riesgos de los alimentos que contienen OMG’s: que no sean tóxicos, que no originen alergias, que el gen insertado sea estable (evitando el desplazamiento de genes de vegetales genéticamente modificados a cultivos convencionales), los efectos nutricionales y cualquier posible efecto no deseado.

¿Cómo reconocer la presencia de OMG’s en el etiquetado de productos?

Entre los alimentos transgénicos más comunes se encuentran la soja, carne, maíz, patata, trigo, arroz, café y tomate, aunque la mayoría de los OGM que entran en Europa o se producen en España (como el maíz BT), se destinan a alimentación animal.  De hecho, la mayor parte del pienso con el que se alimentan las vacas y los cerdos que nos comemos procede de soja y maíz genéticamente modificados.

En cualquier caso, el criterio de la Unión Europea con respecto al etiquetado de productos obtenidos por métodos biotecnológicos recoge la obligación de mencionar la presencia de OMG’s en un alimento cuando su presencia es igual o superior al 0,9% de su composición, y especificando en la etiqueta las siguientes expresiones: “modificado genéticamente” o “producido a partir de [nombre del ingrediente] modificado genéticamente”.

¿Entonces, pueden aportar los OMG’s algunas ventajas para la salud?

La modificación genética ofrece la oportunidad de:

  • Aumentar la tolerancia a herbicidas, como es el caso de la soja resistente al glifosato.
  • Reducir las intoxicaciones con pesticidas ya que los OMG’s son resistentes a plagas. Por ejemplo, el maíz modificado genéticamente con BT, que es resistente a los ataques de hongos productores de toxinas, se ha asociado con una disminución de la contaminación con micotoxinas (sustancias carcinógenas).
  • Disminuir o eliminar los alérgenos proteínicos que están presentes en determinados alimentos, como por ejemplo, la leche humanizada hipoalergénica (útil en neonatos sensibles a las proteínas de la leche de vaca) o el trigo transgénico sin gluten (apto para celíacos).
  • Introducir nutrientes en un cultivo para obtener un alimento que ayude a minimizar déficits vitamínicos de regiones concretas, por ejemplo, el arroz dorado tipo II. Este tipo de arroz modificado genéticamente para que contenga elevados niveles de betacarotenos (precursores de vitamina A) ha permitido que su cultivo evite millones de casos de ceguera en zonas donde predominaba la xeroftalmia por un déficit de vitamina A.

Más allá de la salud: ¿qué consecuencias tienen los OMG a nivel socioeconómico?

Aunque los argumentos de los OMG’s en cuanto a sus posibles beneficios sobre la salud hayan sido respaldados por sociedades científicas, existen motivos políticos y éticos que pueden justificar el hecho de evitar su consumo. Esto se debe a que, como los cultivos de OMG sólo dependen de los suministradores de las semillas transgénicas (grandes grupos empresariales), ello conlleva también una dependencia absoluta de los campesinos que están a merced de estos productores de semillas. Esto supone una pérdida de la soberanía alimentaria y un modelo de producción que anula la autonomía del pequeño agricultor.