Seguro que en algún momento de nuestra vida nos hemos preguntado si algún día nos tocaría a nosotros. Hablamos del cáncer. Y en concreto las mujeres, si padeceríamos un cáncer de mama. Y es que las estadísticas confirman que 1 de cada 8 mujeres tendrá cáncer de mama a lo largo de su vida. Para no dejarte sólo con este dato, comentarte que el cáncer de mama es una de las pocas enfermedades cancerosas que se pueden diagnosticar precozmente; es decir, antes de que se note algún síntoma, y que las posibilidades de curación de los cánceres de mama que se detectan en su etapa inicial (no diseminados todavía) son prácticamente del 100%.
Hasta cuatro de cada 10 cánceres pueden prevenirse. Sigue leyendo para conocer los consejos necesarios para conseguirlo.
El cáncer de mama es el tumor más frecuente en las mujeres (aunque no hay que olvidar que los hombres también pueden padecerlo) y el tercero en frecuencia en la población general. Se diagnostican más de 1’5 millones de nuevos tumores al año y, además, se ha observado un aumento en el número de casos diagnosticados en los últimos tiempos. Este tipo de cáncer es más frecuente que aparezca en los países desarrollados, probablemente porque varios de los factores de riesgo observados en el padecimiento de la enfermedad se presentan en el estilo de vida occidental.
Si se aprecia cualquier anomalía en la mama, ya sea un bulto, ya sea dolor, algún tipo de secreción por el pezón o cualquier otro síntoma que preocupe, se debe consultar siempre al médico y/o ginecólogo para que pueda estudiarlo y valorarlo.
En las diferentes comunidades autónomas se llevan a cabo programas de screening poblacional de cáncer de mama dirigidos a las mujeres de mayor riesgo, que son las que se encuentran principalmente en una edad comprendida entre los 50 y los 65 años, mediante la realización de mamografías seriadas, con una frecuencia de cada 1-2 años.
Otros métodos complementarios a la mamografía son la exploración física, realizada periódicamente por el médico o por la propia mujer, aunque se aconseja que no debe ser éste el único procedimiento diagnóstico a realizar.
Se ha podido demostrar que, gracias a la realización de campañas de diagnóstico precoz de cáncer de mama, la mortalidad por esta enfermedad ha disminuido de una forma significativa, al menos cuando se realiza en la edad de mayor incidencia (por encima de los 50 años).
Algunos de los factores de riesgo descritos, que se han asociado al padecimiento de la enfermedad, son los siguientes:
En el caso del 90-95% de las personas que acaban padeciendo cáncer, éstas han nacido con una buena genética hasta que, debido a la influencia de factores externos, al simple paso del tiempo (dando lugar al envejecimiento) o a causa de errores genéticos que se pueden producir en la replicación normal del ADN ocurrida en todos los seres vivos, la genética “se estropea” y acaban apareciendo mutaciones que, en última instancia, provocarán la división celular alterada y descontrolada que da origen al “cáncer”.
Algunos de estos factores que predisponen a padecer la enfermedad no se podrán modificar, como es el caso de la edad, las características personales o la herencia genética, entre otros ejemplos, pero en otros sí podremos, y llevando a cabo una serie de consejos de vida sana sencillos se puede llegar a reducir la probabilidad de padecer cáncer de mama hasta en un ¡30%!
Si finalmente se acaba padeciendo cáncer, el tratamiento incluye tres vertientes diferenciadas: la cirugía, la radioterapia y la administración de fármacos (como la quimioterapia, por ejemplo). Estas terapias pueden ser usadas individualmente o pueden combinarse entre ellas en un mismo paciente.
Principalmente, la ubicación, el tamaño y la fase de desarrollo en que se encuentre el tumor, además de siempre tener presente la salud de base del paciente, condicionarán la estrategia terapéutica.