Las inmunoglobulinas (Ig) o anticuerpos son sustancias del sistema inmunitario encargadas de luchar contra infecciones y enfermedades. Sus valores aumentados o disminuidos pueden indicar la presencia de una patología.
Las inmunoglobulinas son un tipo de proteínas sintetizadas por el organismo con el fin de conferir inmunidad. El sistema inmunitario fabrica anticuerpos o inmunoglobulinas para proteger al cuerpo de bacterias, virus y alérgenos.
A partir de una prueba serológica se puede proceder a la identificación en la sangre de los anticuerpos específicos encargados de neutralizar a un agente infeccioso.
Por otro lado, el desarrollo de la inmunoterapia permite que, en determinadas situaciones patológicas, se puedan administrar inmunoglobulinas por vía intravenosa para tratar determinadas enfermedades, como, por ejemplo, enfermedades oncológicas.
Las inmunoglobulinas se pueden diferenciar en 5 clases diferentes: Ig A, G, M, E y D. Las más útiles con fines diagnósticos son la IgM y la IgG:
Cuando existe positividad de IgM e IgG de manera simultánea, suele significar que el organismo está combatiendo la infección de manera satisfactoria, luchando contra la infección activa y generando anticuerpos para generar una respuesta inmune eficaz en el futuro.
Además de las IgM e IgG, existen otras inmunoglobulinas con otras funciones específicas. Así, las inmunoglobulinas IgA están presentes en el tracto respiratorio y el sistema digestivo para proteger estos sistemas de las infecciones que les afectan. De igual modo, la IgE está presente en los pulmones, en la piel y las mucosas. En este caso, reaccionan contra sustancias identificadas como extrañas (polen, esporas de hongos, piel de animales, etc.). De este modo, la inmunoglobulina E por encima de valores normales está presente en personas con alergias.
Finalmente, por lo que respecta a la IgD, esta aparece en pequeñas cantidades en el suero humano, no de forma libre en el plasma, sino en la superficie de los linfocitos B. No es bien conocido cuál es su función específica.
Una prueba serológica de identificación de inmunoglobulinas puede tener múltiples utilidades, como valorar el funcionamiento del sistema inmune, especialmente si se padecen infecciones recurrentes.
Por otro lado, las inmunoglobulinas aumentadas pueden contribuir al diagnóstico de infecciones y patologías que pueden causar estos niveles modificados de anticuerpos, especialmente de IgM, IgG e IgA. Estas incluyen enfermedades autoinmunes, algunas neoplasias que afectan a la médula ósea o a la sangre, infecciones crónicas y algunas enfermedades congénitas.
Como se ha dicho, una inmunoglobulina alta en sangre puede estar relacionada con la presencia de una infección o enfermedad.
Algunas causas de niveles elevados de una o varias inmunoglobulinas incluyen, entre otras:
La terapia con inmunoglobulinas se utiliza para tratar trastornos del sistema inmune. Constituye un tratamiento eficaz para algunas enfermedades autoinmunes e inflamatorias. Normalmente, esta terapia está indicada cuando el organismo padece una inmunodeficiencia, incluyéndose diferentes situaciones que requieren que se reestablezcan los niveles de anticuerpos y se estimule el sistema inmune, como en la prevención de infecciones tras un trasplante de médula ósea.
Las inmunoglobulinas de administración intravenosa se preparan a partir de los anticuerpos presentes en la sangre de donantes sanos.
El tratamiento con inmunoglobulinas en el caso de las patologías autoinmunes funciona de manera que se evita que el propio organismo se ataque a sí mismo y para disminuir la inflamación.
Su prescripción está contemplada en diversos tipos de patologías: