Actualmente los ácidos grasos omega 3 son un tema de debate, tanto en la comunidad científica como en la sociedad en general debido a sus efectos en nuestra salud y, más concretamente, a su papel protector en la aparición de enfermedades cardiovasculares. Por ello, la industria alimentaria y farmacéutica se han hecho eco de sus propiedades y han utilizado su término como reclamo saludable en la venda de suplementos y productos enriquecidos con este tipo de ácidos grasos. Pero… ¿sabes qué es realmente el omega 3 y de donde se obtiene? ¿Es lo mismo utilizar suplementos de omega 3 que obtener esta grasa de los alimentos? Para dar respuesta a estas preguntas, lo primero que debemos conocer es su definición, origen y clasificación dentro del grupo de grasas alimentarias.
El Omega 3 es un ácido graso poliinsaturado (AGP) esencial, es decir, que nuestro cuerpo no puede generar por sí mismo, sino que lo debe obtener a través de la alimentación. Estos ácidos grasos desempeñan diferentes funciones en nuestro organismo ya que participan en el crecimiento y el desarrollo del cerebro, en la regulación de la presión sanguínea, la coagulación sanguínea y el sistema inmunitario, entre otros.
Además, dentro de los ácidos grasos de la familia omega 3 cabe destacar el papel de los ácidos eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA) que pueden sintetizarse en nuestro organismo a partir de ácido alfalinolénico (ALA) aunque dicha conversión solamente ocurre en un 1-2%. Así pues, la única manera práctica de aumentar las concentraciones de estos ácidos grasos omega-3 en el organismo es obteniendo los EPA y DHA a través de la alimentación.
Sin embargo, también debemos tener en cuenta que los ácidos omega 3 compiten de alguna manera con otro grupo de ácido poliinstaurados esenciales denominados omega 6 en el sentido de que un exceso de omega 6 (ácido graso muy abundante en nuestra alimentación y presente en el aceite de girasol, de soja y de palma, entre otros) inhibirá la síntesis de omega 3 y, consecuentemente, se manifestarán unos efectos inflamatorios propios de un exceso de omega-6. Por eso, es importante la relación de ingesta de los omega 3 /omega 6, que debería ser de un ratio de 1:1 o 1:3, es decir, deberíamos consumir más o menos la misma cantidad de omega-3 que omega-6 o como mucho el triple de omega 6 que de omega 3.
Dentro de la familia de los ácidos grasos omega-3, lo más importante es tener unos óptimos niveles de EPA y DHA juntos (no por separado), cuyas necesidades son diferentes según las distintas etapas de la vida y nuestro estado de salud. Así pues, según la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) la ingesta recomendada sería de 0,2-0,25 g /día, pudiendo llegar hasta los 2,5-5 g/día para embarazadas y lactantes.
Entre las propiedades atribuibles a los ácidos EPA y DHA destacamos:
No obstante, en las personas con diabetes mellitus tipo 2, aunque puedan beneficiarse de una alimentación rica en omega-3 (reduce los niveles de triglicéridos), se desconoce el impacto de este tipo de grasas en los niveles de colesterol, el control glucémico y los resultados vasculares.
Como hemos dicho anteriormente, aunque la conversión de ALA (Ácido Alfa Linolénico) en DHA y EPA es pequeña, es importante también ingerir alimentos ricos en este ácido graso. El ALA se encuentra principalmente en aceites vegetales como el aceite de linaza, de soja o de canola y en las nueces
Por otra parte, entre los alimentos ricos en EPA y DHA encontramos: los pescados azules, y más concretamente sus aceites (salmón, caballa, sardinas, arenques, anchoas y atún), los frutos secos (avellanas, nueces…) y las semillas de lino y chía
Entonces, para cubrir la ingesta recomendada de EPA y DH, se deberían consumir unas 2-3 raciones semanales de pescado azul y unas dos o tres raciones semanales de pescado blanco, además de añadir frutos secos y semillas en nuestra alimentación habitual.
Aunque las expectativas que nos ofrece la industria farmacéutica acerca de los beneficios de la toma de suplementos ricos en EPA y DHA sean muy elevadas, la verdad es que se ha demostrado que sus reclamos publicitarios no son lo que parecen. Veamos algunos ejemplos:
En cambio, lo que sí podemos afirmar es que:
En conclusión, se ha demostrado que una dieta rica en omega 3 (pescados azules, semillas, nueces, etc.) tiene muchas más garantías y beneficios que la toma de los “famosos” suplementos.