Ningún hombre escaparemos a medida que envejecemos del crecimiento de la glándula prostática, pero no todos estos aumentos conllevarán síntomas que requieran tratamiento. La hiperplasia benigna de próstata (HBP) afecta en mayor o menor grado al 80-90% de los hombres de más de 80 años.
¿En qué consiste?
La hiperplasia benigna de próstata (HBP), también llamada adenoma prostático, consiste en el crecimiento benigno (a diferencia de una neoplasia o cáncer) del tejido prostático. La próstata va aumentando de tamaño a medida que nos hacemos mayores. Cuando crece lo hace a expensas de su parte central, que es donde se ubican las glándulas prostáticas, que son las encargadas de producir la secreción prostática. Esta secreción forma parte del líquido seminal y aporta nutrientes a los espermatozoides.
Síntomas
Inicialmente el crecimiento de la próstata no conlleva ningún tipo de síntomas, Sin embargo, a medida que el tejido va creciendo la próstata comprime la uretra, que pasa a través de la parte central de la próstata. Esta compresión de la uretra puede dificultar la expulsión de la orina, lo cual es el principal problema de la HBP y lo que condiciona la aparición de los síntomas. Como la salida de la orina está dificultada, el músculo detrusor, que es el que se encarga de presionar la vejiga para que la orina salga, tiene que hacer más fuerza para vencer la presión a la que se ve sometida la uretra a su paso por una próstata aumentada de tamaño. Al fin y al cabo, todo es una cuestión de física: si se tiene que hacer más presión para que la orina salga, a la larga las fibras del músculo pierden su capacidad de contracción por exceso de uso y la salida de la orina se ve dificultada.
Los pacientes que acuden a la consulta por problemas relacionados con la HBP explican una serie de síntomas muy característicos:
- Dificultad para orinar (disuria)
- Urgencia para orinar
- Aumento de la frecuencia al orinar
- Poca cantidad de orina en cada micción (polaquiuria)
- Disminución de la potencia del chorro de la orina
- Goteo tras acabar la micción
- Sensación de no haber vaciado del todo
- Predominio de ganas de orinar por la noche (nicturia)
Todos estos síntomas se van agravando a medida que va aumentando el tamaño prostático. Si no se hace nada para evitarlo, la próstata seguirá creciendo y cada vez costará más que se vacíe la orina. Si llega un momento en que la fuerza para vaciar la vejiga es menor que la presión que tiene que vencer la orina no saldrá, con lo cual se producirá lo que se llama una retención aguda de orina (RAO). Si la RAO no se resuelve, la orina comenzar a fluir en sentido contrario, hacia los riñones, lo cual puede afectar a su funcionamiento y llegar a causar una infección renal de origen obstructivo.
Diagnóstico
- Primero, síntomas: el diagnóstico de la de la HBP se basará inicialmente en los síntomas por los que acuda el paciente a la consulta, que serán los anteriormente descritos: retraso en el inicio de la micción, disminución del calibre y la fuerza del chorro de la orina, sensación de vaciado incompleto, goteo tras la micción, polaquiuria (aumento del número de micciones) y nicturia (expulsión involuntaria de orina durante la noche).
- El siguiente paso para el diagnóstico será la exploración. Mediante el tacto rectal, introduciendo el dedo por el ano, se puede palpar la próstata. En los pacientes con HBP vemos que esta se palpa aumentada de tamaño de manera homogénea, no es dolorosa, la consistencia es gomosa y no se parecían zonas induradas. Es esencial no el tacto rectal para poder descartar con esta sencilla maniobra la posible presencia de una prostatitis o de un cáncer de próstata, dado que ambas entidades pueden dar síntomas similares a los causados por la HBP.
- Analítica de sangre: ante la sospecha de una HBP es importante realizar una analítica de sangre para valorar los niveles del antígeno prostático específico o PSA. En condiciones normales los niveles de PSA en sangre no suelen estar por encimas de los 4 ng/litro. Si se detectan valores superiores pero estos no alcanzan los 10 ng/litro se pueden realizar pruebas complementarias para asegurar el diagnóstico de la HBP y, sobre todo, para descartar el cáncer de próstata.
- Ecografía prostática: es la principal prueba complementaria, que nos permite visualizar la estructura de la próstata, medir su tamaño y asegurarnos que no haya zonas sospechosas de un cáncer de próstata. En caso de dudas y en pacientes con valores por encima de 10 ng/litro se puede realizar una biopsia prostática, que permitirá tomar muestras del tejido y asegurar el diagnóstico.
- Urodinamia: es otra prueba complementaria esencial y permite hacer un estudio de la micción. Dicha prueba consiste en valorar, mediante unos sensores especiales, la capacidad de vaciado de la vejiga y las presiones que se producen en la misma y las que tiene que vencer a su paso por la próstata. Esto permite valorar objetivamente el grado de obstrucción y tomar la mejor opción terapéutica.
¿Cómo se trata?
El tratamiento de la HBP dependerá de la gravedad de los síntomas. Las diferentes opciones terapéuticas son:
- Fitoterapia, fármacos con extractos de plantas
- Alfabloqueantes, que disminuyen las resistencia a la salida de la orina.
- Hormonoterapia, reduciendo la producción de testosterona, que es la hormona que permite el crecimiento del tejido prostático.
- Cirugía, con diversas aproximaciones, bien a través de la uretra o mediante cirugía abierta.
- Resección mediante láser KTP o láser verde, o bien radiofrecuencia, con una mejor recuperación tras la intervención.
A pesar de que la próstata va a crecer de todos modos, existen algunas medidas que pueden retrasar la aparición de estos síntomas, como son mantener buenos hábitos de micción, es decir, tener una ingesta adecuada de agua, orinar con frecuencia y no retener la orina durante mucho tiempo.
En caso de presentar síntomas que puedan sugerir una HBP es necesario que ponerse en contacto cuanto antes con un urólogo para que lo valore y lo trate.