La vitamina D, también denominada calciferol, es un nutriente que encontramos en la porción grasa de ciertos alimentos y juega un papel fundamental en la salud ósea. Sólo obtenemos un 10% de esta vitamina a través de los alimentos que ingerimos y la mayor parte, el 90%, se sintetiza en la piel, a través del contacto con los rayos ultravioletas del sol, por este motivo se la conoce como vitamina solar.
Resulta paradójico que el 50% de la población española tenga déficit de esta vitamina siendo un país con buen clima y soleado. Más adelante, detallamos los motivos que pueden conducir a este déficit y las medidas o precauciones para evitarlo.
La vitamina D es especial y diferente a las demás vitaminas porque tanto cumple con una función reguladora como hormonal. Existen dos formas:
Estas dos formas de vitaminas (D3, D2), que pasan por el hígado y finalmente en el riñón se transforman en una molécula biológicamente activa con acción hormonal. Estas formas activas favorecen la absorción de calcio en el intestino y en el riñón estimulan su reabsorción, por lo que participan y son indispensables para la formación y mineralización ósea. Sin embargo, a la vitamina D se le atribuyen más funciones porque se han descubierto receptores de esta vitamina en otros tejidos y células (músculo, corazón, cerebro, vasos sanguíneos, mama, colón, próstata, páncreas, sistema inmune y piel). Se sabe que interviene en el sistema nervioso favoreciendo que el impulso eléctrico llegue a los músculos, fortalece el sistema inmune ayudando a prevenir la aparición de infecciones y enfermedades, favorece el control de la presión arterial y también interviene en la secreción de la hormona insulina estimulando su producción en el páncreas y ayudando a las células a no desarrollar una intolerancia, disminuyendo así la posibilidad de crear resistencia y padecer diabetes con el paso de los años. También se ha descubierto que existe una relación directa entre la vitamina D y la producción de serotonina favoreciendo el sentirse de mejor humor y disminuyendo la sensación de cansancio.
Incluso en los últimos años existen estudios que le otorgan un papel protector frente a algunas enfermedades como artritis reumatoide, esclerosis múltiple y cáncer de colon.
El déficit puede aparecer porque no hay un consumo suficiente de vitamina D a través de la dieta, no se absorbe suficiente vitamina D de los alimentos por un problema de malabsorción, existe alguna enfermedad renal o hepática que impide convertir la vitamina D en su forma activa o por la toma de medicamentos que limita la absorción de esta vitamina. También hay que tener en cuenta que, con la edad, de forma natural, la piel pierde su capacidad para producir esta vitamina y las personas con piel de coloración oscura tienen menos capacidad de síntesis de vitamina D. También se sabe que la obesidad obstaculiza el paso de la vitamina D a la sangre ya que cierta cantidad de esta vitamina se adhiere a la grasa por ser una vitamina liposoluble (soluble en grasa)
Aun así, la causa más común que provoca el déficit de esta vitamina es por la falta de exposición solar asociado al uso de cremas solares de alta protección que actúan como pantalla solar, para prevenir la aparición del cáncer de piel. Nos hemos habituado a vivir y trabajar en espacios interiores donde, aunque haya luz, no filtra los rayos solares.
Si la deficiencia es leve no suele producir síntomas o signos. Si la carencia es más grave se produce una pérdida de la densidad ósea favoreciendo el riesgo de sufrir osteoporosis y fracturas. En niños esta situación puede causar raquitismo haciendo que los huesos sean más blandos y se doblen. En adultos, los casos de deficiencia severa pueden conducir a la osteomalacia, que cursa con huesos débiles, dolor y debilidad muscular.
Debemos tener la precaución de no excedernos con la ingesta de vitamina D ya que se almacena en el organismo y si las concentraciones en sangre son demasiado elevadas puede dar signos de toxicidad como náuseas, vómitos, pérdida de apetito, debilidad y pérdida de peso. Además, la hipervitaminosis D también conlleva unos niveles elevados de calcio en sangre que puede causar confusión, desorientación, problemas en el ritmo cardíaco e incluso provocar daños en los riñones. Sin embargo, llegar a una concentración de vitamina D que se considere perjudicial sólo se puede lograr tomando suplementos, nunca con una exposición excesiva al sol, ya que en caso de haber demasiada vitamina D en sangre, el cuerpo limita su producción.