En la mayoría de los casos los exantemas traducen una infección que el niño superará de forma normal sin tratamiento y sin complicaciones, pero hay que estar atentos a ciertos signos y síntomas de alarma que pueden traducir una situación grave.
Un exantema es una erupción en la piel que acompaña a una enfermedad general, normalmente de causa vírica. La infancia es una época de la vida en que aparecen muchos exantemas, ya que el niño debe estar en contacto con muchos microorganismos nuevos para él, y pasar muchas infecciones. Algunas de ellas, como el sarampión o la rubeola, son controladas mediante vacunas desde hace décadas.
Existen exantemas que producen máculas y pápulas (manchas rojas o granitos), pústulas (granitos con pus), petequias y púrpura (manchas más oscuras, que parecen hematomas), enrojecimiento de todo el cuerpo (eritrodermia), despegamiento de la piel, o afectación sólo de algunas zonas como el síndrome mano-boca-pie.
No siempre puede saberse la causa de cada exantema sin realizar un análisis de sangre y determinar si el organismo ha producido anticuerpos contra la infección. Esto no suele hacerse para no someter al niño a pruebas innecesarias. Sin embargo, existen algunos muy característicos, como:
Como la mayoría de los casos, se trata de un niño con fiebre y una erupción, y no es fácil diferenciar aquellas situaciones que pueden acarrear un pronóstico grave, sobre todo el primer y el segundo día de la enfermedad, cuando no hay ningún signo de sospecha. En general, hay que pensar en algo más que una viriasis leve cuando la fiebre es elevada y dura más de tres días, y cuando el niño está muy postrado. O cuando aparecen los siguientes signos:
Como norma general, si un niño de menos de seis meses tiene fiebre, hay que acudir al pediatra o a urgencias, porque en estos meses hay más posibilidades de que sea una infección por bacterias (las infecciones víricas son más raras porque el niño tiene anticuerpos que le ha pasado su madre por la placenta y por la leche materna).
Si el niño tiene entre seis meses y dos años, la fiebre es el resultado de las virasis habituales a esta edad. Se puede tratar la fiebre durante dos o tres días y acudir al pediatra si continúa, o si el niño tiene mal estado general, o signos de alarma como petequias.
Ante un exantema, estirar o apretar la piel. Si las manchitas desaparecen y no son fijas, suele ser una infección banal. De todas maneras, siempre hay que acudir al pediatra en casos de duda.