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Etapas del Cáncer de Vejiga

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Existe cura para el cáncer de vejiga, y es que hasta el 80% de pacientes diagnosticados de este tipo de tumores sobrevivirán más allá de cinco años tras su diagnóstico. Este porcentaje es incluso superior en España respecto a otros países desarrollados, ya que la supervivencia media a cinco años en la Unión Europea se sitúa en torno al 69%.

El cáncer de vejiga tiene cura y es que el 80% de pacientes diagnosticados de este tipo de tumores sobrevivirán más allá de cinco años tras su diagnóstico.

Más frecuente en hombres

El cáncer de vejiga es el quinto cáncer más frecuencia en nuestro país, con más de 21.000 nuevos casos anuales. Pese a esta prevalencia, es el octavo tipo de cáncer por mortalidad, siendo el responsable de unas 4.300 muertes al año.  Su frecuencia es muy superior en el sexo masculino, con más de 17.000 casos anualmente respecto a los 3.600 nuevos casos que se diagnostican en el sexo femenino. Por edades suele afectar a personas entre los 65 y 75 años, con el pico de incidencia alrededor de los 70 años.

¿Qué es?

El cáncer es una enfermedad producida por una mutación genética que provoca una reproducción incontrolada de las células de un tejido. Dicha reproducción incontrolada provoca un crecimiento del tumor que va invadiendo los tejidos de su alrededor y que en ocasiones puede infiltrarse en un vaso sanguíneo y migrar e implantarse en otros órganos ocasionando las metástasis.

El cáncer de vejiga es un tipo de cáncer que se origina frecuentemente en la capa mucosa de la vejiga (la capa interna que está en contacto con la orina), formando así el llamado carcinoma urotelial. En este tipo de tumores, podemos diferenciar dos subtipos:

  • Cáncer urotelial de bajo grado: rara vez invade tejidos en profundidad u ocasiona metástasis a distancia, pero sin embargo tiene tendencia de reaparecer tras su extirpación
  • Cáncer urotelial de alto grado: más agresivo. Va invadiendo los tejidos que lo rodean, en profundidad en la vejiga, y en ocasiones puede extenderse a otros órganos provocando metástasis.

¿Qué factores de riesgo existen?

El principal factor de riesgo evitable para el cáncer de vejiga es el tabaquismo. Se estima que los fumadores tienen el triple de riesgo de desarrollar un cáncer vesical respecto a los no fumadores. Esto puede ser producido porque muchos de los tóxicos del tabaco se eliminan por la orina.

Además del tabaquismo, los antecedentes familiares de cáncer de vejiga representan otro factor de riesgo importante para la aparición de un cáncer vesical.

Existen otros factores de riesgo, pero con una importancia menor como son las exposiciones a sustancias químicas como colorantes, derivados del petróleo o arsénico, entre otros.

¿Cómo se presenta?

El síntoma más frecuente en el cáncer vesical es la hematuria (la presencia de sangre en la orina). Sin embargo, ésta puede ser provocada por múltiples enfermedades como por ejemplo la presencia de piedras en los conductos urinarios (cólicos nefríticos), infecciones (cistitis) o enfermedades renales.

Al contrario que en la mayoría de enfermedades que pueden producir sangrado por la orina, el ocasionado por un cáncer de vejiga suele ser asintomático, es decir, el paciente únicamente verá sangre en la orina, pero no presentará molestias importantes, dolor ni otra sintomatología.

Además de la hematuria, los tumores vesicales pueden presentarse como polaquiuria (aumento de la frecuencia de micciones), disuria (molestias al orinar), nicturia (aumento de las micciones durante la noche) o tenesmo urinario (sensación continua de ganas de orinar).

¿Cómo se diagnostica?

  • La primera prueba diagnóstica que habrá que hacer es un análisis de orina y un análisis sanguíneo. Con ellos descartaremos otras causas de hematuria. Además, en algunos casos permite visualizar células tumorales que se expulsan con la orina, lo que nos permitiría asegurar que existe un cáncer en las vías urinarias, aunque no nos daría la localización exacta (podría tratarse de un tumor vesical pero también de un tumor en algún otro punto de las vías urinarias como los uréteres o la uretra).
  • La ecografía es una técnica útil en algunos casos ya que permite visualizar el tumor dándonos información de su tamaño y posible afectación de otros órganos.
  • La urografía endovenosa es una prueba radiológica que permite visualizar las vías urinarias y descartar la existencia de otras tumoraciones a lo largo de las mismas.
  • Pero ante todas, la prueba más útil en el diagnóstico del cáncer vesical es la cistoscopia. Es una técnica que consiste en introducir un tubo muy fino con una cámara en su punta, a través de la uretra para así poder visualizar el interior de la vejiga. Permite así ver directamente el tumor, su extensión y coger muestras (biopsias) para analizarlo. Además, como veremos más adelante, en muchas ocasiones permite también extirpar el tumor y tratar así la enfermedad.

Una vez diagnosticado ya el cáncer vesical, se suele hacer un estudio para descartar extensión del tumor a distancia a través de una TAC abdominal, una radiografía o TAC de tórax y en algunos casos una gammagrafía ósea para descartar metástasis en los huesos.

¿Cómo se trata?

La elección del tratamiento dependerá del tipo de tumor y del grado de afectación, tanto en profundidad de la vejiga como por la existencia o no de metástasis a distancia. Los tratamientos disponibles son la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia.

En aquellos casos de tumores superficiales (tumores de bajo grado o tumores de alto grado, pero en fases muy precoces) el tratamiento básico será la cirugía. En muchas ocasiones se puede realizar la llamada RTU (resección transuretral), es decir, a través de una cistoscopia se extirpa la zona de tumor pudiendo curar por completo la enfermedad sin tener que hacer incisiones. En otros casos, por el contrario, será necesaria una cirugía mayor que implique una extirpación total o parcial de la vejiga de la orina.

La quimioterapia es otro de los tratamientos habituales en el cáncer vesical. Ésta puede administrarse de forma intravesical (se introduce por la uretra hasta el interior de la vejiga) o intravenosa.

La quimioterapia intravesical se suele utilizar tras una RTU en tumores superficiales y disminuye el riesgo de recidiva (reaparición) de la enfermedad. La quimioterapia intravenosa se emplea frecuentemente en caso de que existan metástasis o haya riesgo de que éstas aparezcan.

¿Y después del tratamiento?

Como ya hemos dicho, el cáncer vesical es un cáncer frecuente, pero en muchas ocasiones curable. Sin embargo, existe un riesgo elevado de recidivas, ya sea por reaparición del mismo tumor como por la aparición de otros tumores a nivel vesical. Se estima que el riesgo de recidiva en este tipo de tumores está entre un 40 y un 70%, aunque hay estudios que elevan ese porcentaje hasta el 90%. Por este motivo, es de especial importancia realizar un buen seguimiento tras haber superado un cáncer vesical, en muchas ocasiones incluso realizando cistoscopias seriadas para descartar la aparición de nuevas tumoraciones.