Los estudios de fertilidad son una batería de pruebas que permiten valorar las dificultades de una mujer o una pareja para lograr descendencia. Primero de todo conviene diferenciar entre dos términos que se confunden con frecuencia y que, pese a que en el día a día se utilizan como sinónimos, definen situaciones médicas distintas: la esterilidad y la infertilidad.
La esterilidad es la incapacidad para concebir tras mantener relaciones sexuales de manera habitual y sin utilizar métodos anticonceptivos. No se consigue fecundar el óvulo. La esterilidad requerirá un estudio de fertilidad de ambos miembros de la pareja.
La infertilidad, sin embargo, es la imposibilidad para lograr finalizar un embarazo satisfactoriamente con el alumbramiento de un bebé sano porque se produce un aborto espontáneo. Se logra que un espermatozoide fecunde un óvulo y se produzca el embarazo, pero este embarazo no llega a término. Esta situación requerirá un estudio de infertilidad de la mujer para valorar las posibles causas de los abortos de repetición.
Los problemas de fertilidad son más habituales de lo que pueda parecer, dado que afectan a un 15% de las parejas. Una tercera parte son debidos a problemas de la mujer, una tercera parte por problemas del hombre y la otra tercera parte es de causa mixta. Para cada caso se realizarán unas pruebas u otras.
Estas pruebas se realizan en los siguientes casos:
En el estudio de fertilidad de la mujer inicialmente se realizará una visita con el ginecólogo para realizar un interrogatorio completo sobre sus antecedentes personales y médicos, así como una exploración ginecológica en consulta. A continuación, el médico solicitará:
Si fuese necesario y los primeros estudios no fuesen conclusivos, el ginecólogo puede valorar llevar a cabo otra serie de estudios:
Se realizaría inicialmente una visita con el andrólogo, el especialista en fertilidad masculina, para investigar los antecedentes personales y médicos del paciente y realizar una exploración física completa (pene, testículos, próstata).
Asimismo, se solicitará un seminograma o espermiograma que permitirá valorar diferentes parámetros del esperma, como volumen, número de espermatozoides y su vialidad para poder llevar a cabo la fecundación del óvulo.
Si el andrólogo lo considerase necesario podría solicitar otras pruebas como un segundo seminograma, un cultivo del esperma, una prueba de capacitación espermática, una analítica para valorar posibles alteraciones hormonales, especialmente de los niveles de testosterona, una ecografía testicular y prostática o un estudio cromosómico y/o genético de los espermatozoides.
Con toda esta información el equipo de especialistas en reproducción podrá determinar cuál es la causa de las dificultades para la fecundación y valorar las posibles opciones terapéuticas, como la inseminación artificial, la fecundación in vitro, la microinyección espermática o la transferencia de embriones congelados.