Según la OMS, la salud mental es un componente integral y esencial de la salud que se define no solo por la ausencia de trastornos mentales.
El ritmo de vida de nuestro tiempo unido a la situación pandémica de la COVID-19 está determinando que el estrés y la ansiedad sean dos elementos comunes para muchas personas.
Aunque el estrés puede constituir un estímulo activador positivo, cuando las situaciones de estrés son continuadas en el tiempo −especialmente en personas vulnerables− pueden aparecer los problemas de ansiedad.
Poder contar con un servicio de consulta psicológica en el momento que se necesite y que sea eficiente es la mejor manera para poder combatir la ansiedad y el estrés.
El estrés es una reacción que nos prepara para satisfacer una demanda exterior en las mejores condiciones físicas y mentales. Los agentes estresantes agudos son exigencias puntuales que generan una respuesta inmediata y que no suelen determinar la aparición de problemas sostenidos en el tiempo. Por el contrario, los agentes que provocan estrés crónico pueden llevar al agotamiento, la debilidad y al deterioro de la salud.
Dentro de estos factores se pueden distinguir entre agentes estresantes internos (presiones, exigencias y obligaciones autoimpuestas) y agentes estresantes externos (ambiente laboral negativo, problemas conyugales, pérdida de un ser querido, cambio de ciudad, etc.).
Por otro lado, existen condicionantes individuales que determinan que una situación concreta pueda generar una reacción de estrés negativo para unas personas y para otras no. De este modo, las demandas de la situación dependen de la valoración subjetiva que lleva a cabo cada individuo.
La ansiedad es una reacción que surge frente a una situación estresante o una potencial amenaza. Una reacción aguda de ansiedad no tiene por qué ser patológica, sino que puede ser adaptativa, preparando al organismo para que pueda enfrentarse con éxito a esa situación exigente.
Se trata de una emoción natural que guarda algunas similitudes con otras reacciones emocionales, tales como la alegría, el enfado, la tristeza, el miedo, etc.
Esta reacción emocional puede observarse en tres niveles diferentes:
Los niveles más altos de ansiedad se encuentran en individuos que padecen los llamados trastornos de ansiedad, entre los que se encuentran:
La ansiedad también puede aparecer en muchos otros trastornos psicológicos:
Por otro lado, la ansiedad también puede estar presente en una serie de trastornos psicofisiológicos sin quedar claro si se trata de la causa o el efecto:
En muchas ocasiones los términos ansiedad y estrés se utilizan como sinónimos. Sin embargo, la ansiedad es o puede ser consecuencia del estrés. De este modo, el estrés es un proceso en el cual el individuo se enfrenta a una situación demandante que puede desencadenar una reacción de ansiedad. Desde el punto de vista de la percepción del propio individuo, las situaciones que pueden desembocar en episodios de ansiedad son situaciones amenazantes, reales o supuestas.
Existen dos posibles soluciones para hacer frente al estrés: o bien se suprime la situación que lo causa o bien se modula y controla la ansiedad que estas situaciones provocan.
De este modo, para calmar la ansiedad se puede recurrir a los medicamentos ansiolíticos bajo prescripción médica y de manera controlada, ya que pueden crear dependencia. Dentro de estos, los más comunes son las benzodiazepinas. Estas suelen tener un efecto ansiolítico e hipnótico, si bien sus efectos adversos, incluyendo elevados niveles de adicción y tolerancia, hacen que se deba restringir su uso.
Otros medicamentos que se pueden prescribir en casos de ansiedad incluyen los antidepresivos, destinados genéricamente a la prevención de nuevos episodios de ansiedad.
Por otro lado, en situaciones más específicas como la ansiedad que aparece antes de que un paciente se tenga que someter a una intervención quirúrgica, pueden ser de ayuda otros medicamentos, como la melatonina.
También se puede tratar con terapia psicológica para aprender a controlar las situaciones de estrés y los síntomas derivados. En primer lugar, para valorar si un paciente sufre estrés, este debe realizar una entrevista con un psicólogo.
Cuando la ansiedad se convierte en patológica, con la aparición de los trastornos de la ansiedad, la psicoterapia ha mostrado ser efectiva en su control, especialmente por medio de técnicas cognitivo-conductuales −cuya base se sitúa en trabajar el comportamiento humano a través de la interacción entre pensamientos, acciones y sentimientos−.
El propósito de la intervención psicoterapéutica es ayudar al paciente a modificar conductas y fomentar métodos para el desarrollo personal que le servirán para manejar las situaciones desencadenantes de los episodios de ansiedad.
En definitiva, la terapia de elección para calmar la ansiedad y combatir el estrés y la ansiedad, junto a otros trastornos psicológicos, es siempre la psicoterapia.
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Bibliografía