Las espondiloartritis o espondiloartropatías seronegativas son un grupo de enfermedades crónicas inflamatorias que afectan a distintas articulaciones y que comparten características en cuanto a síntomas, alteraciones en las pruebas de imagen y origen, con una predisposición genética definida. En algunas ocasiones, relacionada con expresión del antígeno HLA B- 27 (una proteína presente en los glóbulos blancos).
De manera general, se puede decir que las espondiloartritis producen afectación inflamatoria de varias articulaciones de forma asimétrica, sobre todo en las piernas y en la parte baja de la columna vertebral, siendo frecuentes los dolores en las nalgas o la columna lumbar que despiertan al paciente por la noche. A largo plazo, puede aparecer rigidez en las articulaciones afectadas con la disminución de su movilidad. Además, pueden estar acompañadas de otras manifestaciones en otros órganos del cuerpo como a nivel genitourinario, intestinal, ocular o en mucosas y piel.
Pero, existen diferentes tipos de espondiloartritis con peculiaridades en cuanto a su manifestación sintomática, como son:
La causa última de este tipo de enfermedades se desconoce, pero sí hay una relación estrecha con factores genéticos heredados (presencia del antígeno HLA B27 y de otros factores genéticos), así como la posible influencia de otros factores exógenos como algunas infecciones. Además, existe la presencia de una respuesta inflamatoria del sistema inmunológico específica.
El tratamiento clásico de las espondiloartropatías es mediante fármacos antiinflamatorios en los periodos de máxima actividad inflamatoria y de dolor.
Como tratamiento de base de la enfermedad, cuyo fin de uso inicialmente se ha programado como fármacos que puedan modificar la evolución de la enfermedad, se utilizan fármacos inmunosupresores.
En los últimos años, se utilizan también los llamados fármacos biológicos, que bloquean la actividad de una proteína del sistema inmune (TNFα) directamente relacionada con la actividad inflamatoria que existe en la enfermedad.
Asociado siempre al tratamiento farmacológico debe ir el tratamiento rehabilitador con fisioterapia, para preservar la movilidad de las articulaciones en el mejor estado que la enfermedad permita.
El diagnóstico de las espondiloartritis debe basarse en gran parte en el interrogatorio clínico y la exploración física detallada que realice el médico. También, este puede solicitar la realización de un análisis de sangre que ayude a determinar el diagnóstico, aunque no existe ninguna determinación específica que lo confirme (por ejemplo, presencia de antígeno HLA-B27, negatividad del Factor Reumatoide, elevación de los llamados reactantes de fase aguda como la VSG o la PCR, etc.)
Dentro de las pruebas de imagen donde se pueden observar las alteraciones dentro de las estructuras de la articulación se realizan radiografías y resonancias magnéticas.
Son factores desencadenantes de la espondiloartritis:
Dependiendo de la evolución de la enfermedad, puede aparecer una deformidad progresiva de las articulaciones afectadas, limitación de su movilidad permanente y, con ello, de la capacidad funcional del paciente. En definitiva, la calidad de vida puede verse afectada a largo plazo, lo que puede ir asociado a la presencia de otras alteraciones a nivel psíquico como depresión, alteraciones del sueño, etc.
La asociación genética del padecimiento de esta enfermedad no es posible prevenirla, si bien, se pueden disminuir los efectos que pueden tener el padecimiento de enfermedades infecciosas bacterianas con medidas generales de salud pública (lavado de manos, uso de preservativos en las relaciones sexuales, etc.).
Una vez establecido el diagnóstico, los esfuerzos deben centrarse en evitar la deformidad de las articulaciones y la limitación del movimiento, manteniendo unas pautas de ejercicio y fisioterapia claras.
Se trata de una espondiloartropatía, una enfermedad autoinmune en la que se produce una artritis seronegativa, con afectación inflamatoria crónica y progresiva de las articulaciones que puede afectar a todas o algunas articulaciones, sobre todo, a nivel de los miembros superiores. Habitualmente, viene precedida de la afectación por psoriasis a nivel cutáneo durante algunos años previos.
Se trata de dos enfermedades reumatológicas crónicas cuya afectación a nivel de dolor y limitación funcional del paciente por el mismo puede ser el punto en común que comparten ambas enfermedades.
Sí, las limitaciones que puede producir la espondiloartritis por dolor e inmovilidad pueden requerir un periodo de reposo e incapacidad laboral para la recuperación y mejora del paciente. En ocasiones, la presencia de rigidez articular puede provocar una situación invalidante del paciente, limitando su actividad laboral o debiendo adaptar su desarrollo laboral a su situación evolutiva.