¿Cuántas veces hemos oído hablar del espolón? Realmente es una patología traumatológica muy frecuente que debuta, en la mayoría de los casos, con un dolor espontáneo en el talón que se agrava durante el apoyo. Pero también es muy habitual hallarlo de forma casual al hacer una radiografía por otro motivo. Vamos a definirlo y a explicar las alternativas terapéuticas de las que disponemos en la actualidad.
Antes de abordar el tema debemos definir unos términos médicos para entender el texto:
El calcáneo puede tener espolones en dos áreas anatómicas diferentes y ambas muy típicas. La ubicación más frecuente es en la base del pie, justo en la parte plantar del talón (llamado espolón calcáneo inferior o espolón calcáneo plantar). Suele ocasionar un cuadro llamado fascitis plantar. La otra ubicación (menos frecuente) sería en la parte posterior del tobillo, a nivel de la inserción del tendón de Aquiles (llamado espolón calcáneo superior o deformidad de Haglund o exostosis de Haglund) y suele ocasionar un cuadro llamado bursitis aquílea.
En este artículo vamos a abordar el espolón calcáneo plantar o espícula ósea que ocasiona la inflamación de los tejidos circundantes dificultando el apoyo del talón durante la marcha. Ocasiona la inflamación del tejido plantar del pie o fascia plantar, dando lugar a una fascitis plantar, típicamente dolorosa al apoyar el pie sobre una superficie dura.
No existe una causa determinada, pero sí algunos factores predisponentes: sobrepeso, apoyo podal alterado, bipedestación prolongada, calzado inadecuado…
Es mucho más frecuente en mujeres y en edades comprendidas entre los 40 y los 60 años.
El espolón calcáneo inferior o plantar ocasionará un dolor muy característico en el talón, en la zona de apoyo, que se agudiza o empeora al apoyar el talón en el suelo. Es muy típico el dolor agudo por las mañanas, al levantarnos, cuando apoyamos el talón en el suelo tras haber estado en reposo toda la noche. Si imaginamos que un espolón tiene forma de aguja y que al ponernos de pie esta aguja se clava en la planta del pie entenderemos, rápidamente, por qué al no apoyar no nos duele. Este dolor puede ser muy limitante, hasta el punto de dificultarnos la actividad cotidiana.
Como es lógico, debemos realizar una exploración exhaustiva del talón y descartar otras posibles causas de dolor como podrían ser una fascitis plantar (sin espolón), una tendinitis calcificante, un cuerpo extraño enclavado en el talón, un síndrome del túnel del tarso o un proceso inflamatorio (artritis) o degenerativo (artrosis).
El diagnóstico del espolón calcáneo suele confirmarse mediante la realización de un estudio radiológico, concretamente lo veremos perfectamente en una radiografía de tobillo en la proyección de perfil. Allí se verá una protuberancia puntiforme en forma de espícula puntiaguda con una longitud variable (1-5mm).
Dado que el principal síntoma será el dolor al apoyar el talón, lo primero a recomendar será un tratamiento analgésico o antiinflamatorio para mitigar las molestias y una descarga del pie (es decir, evitar el apoyo o deambular con ayuda de muletas).
En aquellos dolores de intensidad media podemos recomendar el uso de taloneras específicas de silicona caracterizadas por presentar un orificio en el centro donde presuntamente recaerá el punto de dolor del espolón. Se pueden encontrar en ortopedias y farmacias. Se utilizarán a modo de cojín cuando no es posible el reposo. Es un tratamiento sintomático que funciona en espolones pequeños.
Cuando hemos agotado el tratamiento conservador inicial y persisten las molestias deben buscarse otras alternativas terapéuticas:
En tal caso debemos recurrir al tratamiento quirúrgico consistente en la extirpación del espolón. Antes se realizaba mediante una incisión quirúrgica con abordaje directo, pero en la actualidad se realiza de forma percutánea, siendo mucho menos invasivo y sin requerir el ingreso hospitalario.
El tratamiento conservador conseguirá una evolución favorable en un 90% de los casos. Sin embargo, el 5-10% de los pacientes puede precisar cirugía, no exenta de complicaciones y cuya recuperación precisa la máxima colaboración por parte del paciente.
Quizás podríamos hacer hincapié en evitar aquellos factores que favorecen su aparición:
Todos podemos ser candidatos a sufrir un espolón, pero seguro que después de esta lectura sabrás hacer un diagnóstico precoz en cuanto te levantes y notes una aguja en tu talón.