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¿Sabías que el 60% de las mujeres padecen un trastorno venoso en forma de varices y varículas? La cifra se reduce hasta el 40% en el caso de los hombres, que también pueden sufrir sus consecuencias. Una vida sedentaria, el sobrepeso o la herencia genética son detonantes y/o agravantes de esta patología. Entre los principales síntomas de la insuficiencia venosa podemos destacar la aparición de tobillos hinchados, piernas cansadas o molestias y dificultades para mantenerse de pie por períodos de tiempo prolongados. También se suelen relacionar con hormigueos e incluso calambres.
Finalmente, la disfunción venosa puede dar lugar a la aparición de las antiestéticas arañas vasculares: varículas y varices. Aunque no siempre es así. Sin embargo, en la mayoría de los casos hablamos de un verdadero problema de salud que debe ser solucionado, más allá de sus consecuencias estéticas. Para entender mejor las consecuencias de este problema es necesario profundizar sobre cómo funciona el sistema venoso.
Las venas conducen la sangre desde los capilares, que están distribuidos por todo el cuerpo, hasta el corazón y en sentido inverso. Este sistema tiene que oponer resistencia a la gravedad, sobre todo en el proceso de retorno, y también influye en el proceso de regulación térmica del cuerpo. Podemos decir que las varices y varículas son el resultado de una dilatación de las venas, que obstruye y dificulta el retorno de la sangre desde las piernas al corazón. También es frecuente que este problema tenga otras consecuencias en las zonas afectadas, como hinchazón o la aparición de edemas.
Principales tipos de insuficiencia venosa
Las varículas son las lesiones menos severas dentro de la insuficiencia venosa. Existen diferentes tratamientos y cirugías para solucionar este problema. La esclerosis es uno de los más extendidos y efectivos para la eliminación de estas antiestéticas líneas que, como hemos visto, pueden mermar la calidad de vida de las pacientes que las padecen e incluso desencadenar un problema de salud de mayor consideración.
El tratamiento aplicado y la técnica más adecuada dependerá del doctor especializado en problemas vasculares. En una primera consulta se analizará el estado del paciente, determinando el grado de gravedad de la insuficiencia venosa. Durante esta visita se suele realizar una prueba diagnóstica que permite determinar el grado de severidad de las lesiones producidas. Se trata del ecodópler o ecografía doppler vascular que ofrece información sobre las estructuras de los vasos sanguíneos.
La técnica más recomendada en el caso de las varículas es la escleroterapia, un procedimiento mínimamente invasivo, que consiste en la aplicación de una sustancia esclerosante en la vena a través de microinyecciones. El agente inyectado irrita la capa interna de la vena y favorece la reducción de la dilatación localizada en la pared, que es la causa de la dificultad de la sangre para recircular en las piernas. Para las lesiones un poco más profundas, se utiliza una sustancia esclerosante en forma de espuma, ya que permite optimizar el resultado final.
Tras la aplicación de este tratamiento, los pacientes mejoran rápidamente y se produce una importante mejora estética. También es frecuente una reducción de las molestias propias por esta disfunción venosa. El láser vascular es un tratamiento que se aplica, en numerosas ocasiones, como técnica complementaria ya que permite optimizar el resultado final. La desaparición de las varículas puede producirse en la primera sesión, aunque lo más habitual es que sean necesarias varias infiltraciones para corregir el problema de forma total.
En cualquier caso, ante la aparición de estos problemas venosos es recomendable corregir algunos hábitos. Para evitar un empeoramiento de la situación será necesario realizar ejercicio físico, evitar las duchas de agua caliente en las piernas y llevar una dieta saludable (baja en grasas). Estos consejos, recomendables para toda la población, favorecen el trabajo cardiovascular y el mecanismo respiratorio. Evitar el sedentarismo, reducir el sobrepeso y no utilizar zapatos de tacón también favorecen la mejora del retorno sanguíneo en las extremidades inferiores.
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