En el marco de los tratamientos de reproducción asistida, hay ocasiones en que es necesario conservar embriones en el laboratorio. El proceso que se usa para ello es la vitrificación, que ha supuesto un avance respecto al método clásico de congelación lenta que se empezó a emplear en los años 80 y que ofrecía peores resultados.
Actualmente, para la criopreservación tanto de óvulos como de embriones se utiliza la congelación ultrarrápida. Para ello, después de la obtención de la muestra a congelar, se trata con una sustancia para evitar la formación de cristales durante la congelación, que dañarían al óvulo o embrión, y se introducen en los recipientes donde permanecerán congelados en un tanque de nitrógeno líquido a -196º. Este proceso se llama vitrificación, y permite mantener en buenas condiciones embriones y óvulos durante tiempo indefinido con una altísima tasa de viabilidad cuando se descongelan.
Los buenos resultados de esta técnica han hecho cambiar algunos de los planteamientos de la reproducción asistida, pues los resultados con estos embriones son prácticamente equiparables a cuando se transfieren los embriones en fresco.
Cuando se realiza una fertilización in vitro la paciente es sometida a un tratamiento en el que pretendemos forzar al ovario a producir cuantos más óvulos mejor para “rentabilizar” ese ciclo al máximo. Después de que adquieran su ideal estado de madurez se procederá a su extracción mediante una punción guiada por ecografía de los ovarios, bajo sedación, aspirando cada uno de los óvulos producidos, que pueden ser según la edad y perfil de la mujer desde unos pocos hasta ¡algunas decenas! Estos ovarios que han sido estimulados en algunos casos pueden darnos complicaciones si la mujer queda gestante en este mismo ciclo. En algunos casos es más prudente esperar a que los ovarios vuelvan a la normalidad y transferir los embriones en un ciclo posterior. Esto es posible gracias a la criopreservación.
Cuando se realiza un tratamiento de fertilización in vitro los embriones sobrantes se criopreservan. La pareja en ese caso decide si los conserva para sí, y se hacen responsables de los gastos del mantenimiento de los mismos o, alternativamente, si no desean utilizarlos en el futuro para su proyecto reproductivo común, pueden escoger entre tres opciones:
Como siempre, los avances tecnológicos nos abren opciones que previamente no se podían plantear ampliando el abanico de posibilidades y permitiendo tratamientos más seguros y exitosos.