Para entender el boom del mindfulness hoy, te proponemos un viaje en el tiempo hasta la década de los 60, coincidiendo con el inicio de la movida hippy en Estados Unidos, que propició la llegada a Occidente de los primeros maestros espirituales de Oriente. Se puso de moda seguir un camino espiritual y la práctica de la meditación se popularizó. Esa sería la semilla de lo que hoy conocemos como mindfulness, una meditación que ha resultado tener beneficios evidentes y probados en la reducción del estrés.
Varias celebridades, entre ellas los Beatles, empezaron a viajar a la India y a seguir las enseñanzas de maestros varios, e hizo que muchísima gente siguiera el ejemplo. Paralelamente, los tibetanos, debido a la invasión China, se vieron obligados a exiliarse y a llevar consigo las enseñanzas y prácticas propias del budismo tántrico a occidente. Muchos de los maestros que viajaron a occidente y crearon centros e instituciones consagrados a la meditación fueron alabados como santos y cosecharon un buen número de seguidores. Se había desatado el boom de la New Age y meditar empezaba a estar de moda.
Ya hacía tiempo que los occidentales nos habíamos dado cuenta de que la búsqueda incesante de la felicidad en los bienes materiales daba un resultado parcial, la cultura de los “workholics” generaba productividad y abundancia. Sin embargo, había un precio a pagar por ello. La revolución industrial y posteriormente la tecnológica han proporcionado sin lugar a dudas un gran bienestar material y comodidad a las sociedades humanas, sin embargo, a este hecho le han acompañado una serie de daños colaterales como son el incremento del estrés, la ansiedad y la depresión. Esto es en parte debido al creciente sentimiento de alienación de la población y en parte al incremento de la auto-exigencia para alcanzar unas metas de bienestar incesantemente cambiantes propuestas por un sistema que se nutre de la insatisfacción.
La ciencia occidental no fue ajena al creciente interés por la práctica de la meditación y numerosos fueron los académicos y científicos deseosos de comprobar la eficacia científica de dicha práctica. Fue sobre todo a partir de los años 70 cuando se empezaron a obtener los primeros resultados significativos sobre los beneficios tangibles de la práctica de la meditación oriental. Se le dio un nombre anglosajón con gancho y, voilà, apareció el mindfulness. Sus beneficios son palpables en relativamente corto plazo, sobre todo en lo que concierne la reducción del estrés. A partir de aquí, y después de haber hecho pasar las prácticas de meditación ancestrales por el filtro de la ciencia, el mindfulness empezó a hacerse cada vez más popular. Es importante subrayar que la práctica de la también llamada atención plena se enmarca en su origen en el contexto de unas enseñanzas que contemplan esta práctica como parte de un todo, como un medio a, no como un fin en sí mismo. Sin embargo, en Occidente se ha segregado la práctica de su contexto inicial para aplicarla como remedio y método a los males del primer mundo.
Como concepto hace referencia a la capacidad de sostener la atención en el aquí y el ahora para gozar de una experiencia más plena del momento presente. Como técnica hay numerosas variantes, he aquí algunas de ellas a modo de ejemplo:
Este tipo de atención plena se puede aplicar a numerosas actividades a lo largo de nuestra jornada. Partimos de la base de que la mente no puede estar en dos sitios a la vez, por otro lado, esta nos suele llevar de un pensamiento a otro con indiscriminados saltos temporales, por ejemplo: ahora pienso en el futuro y me colmo de expectativas y deseos y al instante siguiente estoy perdido en mi memoria regocijándome en el recuerdo de un evento pasado. La práctica de la atención plena nos permite focalizar el flujo mental en el aquí y el ahora permitiéndonos desarrollar un mayor dominio sobre la llamada mente mono (ya que salta de rama en rama, siendo las ramas los pensamientos) y una experiencia más rica del momento presente.
A continuación, propongo un ejercicio muy simple para empezar a familiarizarse con los beneficios de la práctica. Como mencionamos en párrafos anteriores, cabe destacar el hecho de que solo con una práctica continuada los beneficios serán duraderos, sin embargo, animamos al lector a llevar a cabo el ejercicio que citamos a continuación para tener una primera experiencia tangible de los beneficios del mindfulness.
Para facilitar la práctica proponemos que se sigan los siguientes pasos:
Los beneficios de esta práctica se harán evidente en pocas sesiones.