El ibuprofeno es uno de los fármacos más populares en todas las casas: alivia el dolor, reduce la inflamación y baja la fiebre. Pero no debemos olvidar que, a pesar de su efecto casi “mágico”, en algunas ocasiones es un medicamento con más efectos secundarios de los que creemos y que debe administrarse de manera adecuada.
Su descubridor fue el farmacéutico inglés Stewart Adams en su laboratorio de Nottingham en 1961. Fue lanzado por el laboratorio Boots, tras los primeros ensayos clínicos, en 1969, como tratamiento de la artritis reumatoide. Desde 1983 está disponible en las farmacias sin necesidad de prescripción médica. Hay más de 50 presentaciones de ibuprofeno: jarabe, tabletas, crema, spray, gel, granulados y supositorios.
A pesar de que el Dr. Adams focalizó sus investigaciones en el tratamiento de enfermedades reumatológicas de tipo inflamatorio, probó su propio descubrimiento para aliviar la cefalea de un día de resaca. Suponemos que le funcionó.
A pesar de ser uno de los fármacos más baratos y resolutivos de la historia, junto con la aspirina y el paracetamol, tiene muchos detractores debido a sus muchos efectos secundarios. Su venta libre no ayuda a su uso responsable y eso provoca que se emplee de manera abusiva y descontrolada provocando, por ejemplo, daño renal en mayores de 65 años.
Es un analgésico y antiinflamatorio no esteroideo (AINE), es decir, que no forma parte de la familia de los corticoides. Se utiliza para aliviar el dolor (cefalea, dolor dental, muscular y posquirúrgico). Su capacidad antiinflamatoria lo hace ideal para tratar enfermedades inflamatorias sistémicas, como la artritis reumatoide, o bien para tratar el dolor de causa inflamatoria, como el que ocasiona una amigdalitis o una otitis. Otros de sus efectos beneficiosos es ser un potente antipirético o antitérmico, es decir, con capacidad para bajar la fiebre.
Su venta libre no significa que sea un fármaco libre de efectos adversos. Lo que sí es cierto es que es un fármaco seguro siempre que se administre de manera correcta y a las dosis adecuadas. Es imprescindible, en los niños, consultar a su pediatra sobre qué dosis es la correcta, ya que ésta varía (y se calcula) en función del peso del niño.
En los casos de fiebre o dolor, debemos saber que el fármaco de primera línea, es decir, el que daríamos primero, si no podemos consultar al pediatra, no sería el ibuprofeno, sino el paracetamol.
Los efectos secundarios más frecuentes del ibuprofeno son:
Es importante dar una dosis adecuada, en función del peso del niño y, si no tenemos acceso al pediatra, consultar bien el prospecto del fármaco. La presentación más frecuente de ibuprofeno en los niños es el jarabe, pero éste puede presentarse en diferentes concentraciones, por lo que los mililitros pueden varias de una marca a otra.
Pasos más importantes:
En función de la dosis que pautemos, podemos ofrecer el ibuprofeno cada seis u ocho horas.
Recuerda que si tu pediatra no te ha calculado la dosis, debes consultar el prospecto y utilizar las jeringuillas dosificadoras del mismo jarabe.
Mantén siempre alejados y guardados bajo llave todo tipo de fármacos.
Se debe tomar con precaución y consultar siempre al pediatra si el niño presenta: