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Dormir con Almohada: ¿Beneficioso o Perjudicial?

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Vamos a cambiar la almohada, ¿qué almohada compramos?” Me han hecho tantas veces esta pregunta que me cuesta recordar cuántas. Por desgracia, la respuesta no es rápida ni fácil ya que esconde mucho más de lo que parece. Lo explicamos.

La almohada será útil si se presenta algún tipo de dolencia como rigidez en el cuello, o si se tiene el cuello y la cabeza más hacia adelante de lo normal.

¿Necesito una almohada o puedo prescindir de ella?

Lo primero es si hace falta o no. La necesidad de la utilización de la almohada sin patología alguna no deja de ser una costumbre adquirida por la utilización de la misma a lo largo de los años. Cuando estamos sanos no es necesaria, aunque por costumbre es un elemento indispensable en la cama y cuando no hacemos uso de ella nos sentimos raros, incluso nos cuesta conciliar el sueño. Es cierto que, si dormimos de lado quizás sí que sería recomendable para mantener la homogeneidad de la alineación de la columna, aunque el cuerpo es capaz de recolocarse, y ya de manera instintiva ponemos el brazo debajo para “levantarla” y mantener la cabeza alineada.

Entonces, ¿cuándo la tengo que utilizar?

Como hemos comentado, la almohada será útil si se presenta algún tipo de dolencia como rigidez en el cuello, o si se tiene el cuello y la cabeza más hacia adelante de lo normal del propio eje vertical del cuerpo (antepulsión). Estos síntomas se producen muchas veces a consecuencia de pasar muchas horas delante de un ordenador o por el propio estrés del día a día. Es en este grupo de población en los que sí recomendaría utilizarla.

Hay muchas en el mercado, ¿qué almohada utilizo?

Aunque hay unos criterios a la hora de seleccionar la almohada, muchas veces en realidad lo que mejor funciona es la experiencia particular de cada uno. No obstante, explicaremos los conceptos básicos que en la medida de lo posible se deberían seguir. Lo principal es que las vértebras cervicales mantengan la postura fisiológica sin aumentar su inclinación en cualquiera de los planos espaciales o, en otras palabras, que la cabeza no quede ni muy hacia el lado ni muy hacia adelante o atrás. Una vez se tiene esto claro, la almohada correcta depende de la forma de dormir: supino (mirando hacia el techo), decúbito lateral (de lado) y prono (mirando hacia abajo).

  • Si duermes mirando hacia arriba, por norma general el grosor es intermedio y la firmeza media, ya que si es muy alta la cabeza subirá más de lo normal en relación al resto de la columna y tendrás“tortícolis”.
  • Si duermes boca abajo, la primera recomendación es cambiar la forma de dormir aunque si resulta imposible, te recomendamos utilizar una almohada prácticamente plana y muy blanda.
  • Si duermes de lado, es más complicado. Recordemos que hemos dicho que las vértebras cervicales han de quedar alineadas con el resto de columna. Al posicionarnos de lado nuestros hombros elevan todo el cuerpo, dejando caer la cabeza y produciendo una inclinación lateral de la misma, que de no rectificar produciría torticolis.

Entonces, ¿qué almohada compro?

En este caso dependerá de cuan ancho seas de hombros. Si prácticamente no tienes, con una de grosor intermedio y dureza media sería suficiente, pero si eres muy ancho de hombros necesitarás una de grosor alto y dureza media o incluso dura. Al final el objetivo que buscamos es que con la almohada la cabeza quede alineada con el resto de la columna.

Al ir a comprar, te digo lo mismo que le digo a mis pacientes: no tengas miedo en probarlas ni en equivocarte. Tómate el tiempo que necesites, no es una compra que deba hacerse corriendo. Lo segundo es que, por desgracia, aunque existan unas guías que ya hemos explicado de cómo comprar la almohada, pasa como con el colchón, saber cuál es el correcto es una tarea prácticamente imposible. Respecto al vendedor, te podrá aconsejar, pero ninguno podrá responder nunca a ciencia cierta qué almohada es la perfecta para ti, dado que todo dependerá de la persona, y sus costumbres.

Como conclusión, el mejor criterio que podemos utilizar es el de la experiencia. Si tienes una almohada alta y blanda, y duermes muy bien, compra otra igual. Si te va mal, cámbiala y usa una más baja y más dura, por ejemplo. Al final, el precio no es un equivalente de calidad y las reglas tienen excepciones.