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Dolor en el Tendón de Aquiles

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El tendón de Aquiles es el más potente y resistente del cuerpo humano, pues es capaz de soportar hasta más de seis veces el peso de una persona en carrera, por ejemplo. Se encuentra ubicado en la parte posterior de la pierna (pantorrilla) y es la unión del músculo gastrocnemio (gemelos) y del soleo (bajo el gemelo), que forman el músculo tríceps sural, y cuya inserción se encuentra en el hueso calcáneo (el hueso que se sitúa en el talón).

El tendón de Aquiles es el más potente y resistente del cuerpo humano, pues es capaz de soportar hasta más de seis veces el peso de una persona en carrera.

Como todo tendón, está formado por haces de fibras que se unen para formar una única estructura. Estas fibras están protegidas por unas vainas fibrosas, que las protegen y las mantienen en óptimas condiciones. Una de las características importantes del tendón es que tiene una pobre vascularización, lo que facilita que aparezcan lesiones a este nivel, sobre todo en la zona más cercana a la inserción en el calcáneo.

¿Por qué?

Las causas que ocasionan patología aquilea tiene distintos orígenes, de manera que puede venir provocada por factores inherentes al propio tendón, como depender de las acciones que lleve a cabo la persona. Respecto a las primeras, entre ellas encontramos:

  • Modificaciones anatómicas: la existencia de un pie plano, hiperpronación o las rodillas hacia fuera (Genu varo) tienden a aumentar la tensión en las fibras. Este exceso de tensión puede impedir una correcta realización del movimiento de flexión plantar del pie (que es la función esencial de este tendón).
  • Dismetría de extremidades: cuando una extremidad es más larga o más corta que la otra, la biomecánica de la marcha varia y, por tanto, las estructuras que interviene en el movimiento para conseguir el desplazamiento se ven afectadas. La existencia de sobrecargas por un apoyo incorrecto, por ejemplo, puede ocasionar un exceso de carga y tensión que derive en lesión
  • Patologías: enfermedades como la diabetes o la hipertensión cuya patogenia está relacionada con la vascularización pueden ser una de las causas de problemas a nivel del tendón. Por otro lado, la presencia de sustancias a niveles más elevados de los recomendados como en el caso de pacientes que sufren hipercolesterolemia (colesterol) o hiperuricemia (ácido úrico) también se encuentran entre los factores que aumentan el riesgo de lesión.

Hay que destacar que no siempre se piensa que el origen de una lesión puede situarse en una zona alejada, pero en más de una ocasión eso sucede. Es así en aquellos casos en los que se ha producido una infección bucodental y otorrinolaringológica.

  • Edad: con el paso de los años los tejidos degeneran y este tendón no es una excepción. Fibras más débiles, menor elasticidad y mayor rigidez son cualidades que aumentan el riesgo de lesión.

En cuanto a aquellas causas que dependen del individuo también existe una larga lista entre los que mencionaremos:

  • Calzado inadecuado: taloneras bajas o zapatillas excesivamente rígidas son elementos que pueden relacionarse con esta lesión.
  • Errores en la técnica de entrenamiento: existen varios errores que pueden intervenir en una patología a este nivel, entre ellas encontramos realizar zancadas excesivamente largas, lo que obliga al tendón a quedar demasiado alejado del eje central del cuerpo y, por tanto, en el momento de recuperar la posición se ejerce una fuerza excesiva. Si ello ocurre de manera puntual no tiene mayor importancia, pero cuando es habitual, es la repetición del acto la que acaba por aumentar el riesgo.
  • Hidratación incorrecta: el tendón en su mayoría está formado por agua y es necesario que exista un equilibrio a este nivel para preservar sus características.

Síntomas y tratamiento

La sintomatología que lleva al deportista a la consulta del especialista suele ser la existencia de dolor en la zona posterior del tobillo, y en la exploración se palpa engrosamiento del tendón junto con inflamación y, en casos más avanzados, incluso crepitación.

En cuanto al tratamiento, el de tipo conservador suele ser habitual. La prioridad es disminuir el dolor y para ello es necesario reducir la carga deportiva. Dependiendo de la gravedad del caso no será necesario realizar un reposo absoluto sino que pueden practicarse otras modalidades. Aplicar hielo, nunca directamente, en la zona afectada es otra de las recomendaciones iniciales, ya que actúa como analgésico y antiinflamatorio.

Ejercicios recomendables

También es conveniente realizar ejercicios para una mejor y pronta recuperación, pero siempre bajo la supervisión de un profesional. Los ejercicios excéntricos son los que forman parte del programa de recuperación, y son aquellos en los que el movimiento conlleva un alargamiento del músculo. Existen varios, de menor o mayor complejidad, pero cada uno de ellos con un objetivo determinado. Entre los más habituales encontramos el que consiste en colocar la punta del pie en un escalón y flexionar el tobillo de forma que quede a una altura inferior a la de los pies. Se puede hacer primero con los dos pies (ofrece menor dificultad) y pasar luego a trabajar solo con una pierna.

Otro de los ejercicios puede ser el caminar “punta-talón” en el que se combinan estas dos posiciones y se trabaja de forma concreta el tendón.

¿Se puede prevenir?

El tratamiento es de suma importancia cuando aparece la lesión, pero el objetivo sería evitarla y es por ello que hay que conocer cuáles son los factores predisponentes para poder actuar ante ellos. Es difícil poder reducir el riesgo de lesión cuando se habla de factores intrínsecos como problemas anatómicos ya que no todo tiene solución, pero en muchos casos sí se puede corregir alguno de ellos. Un ejemplo sería el uso de plantillas cuando el problema está en la forma del pie. Por lo que respecta a los factores que dependen de la persona, una buena alimentación, hidratación, el uso de calzado adecuado, conocer el camino y la superficie por la que se va a practicar el deporte, entre otras cuestiones, pueden ayudar a evitar la temida lesión.