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Dolor de Extremidades, ¿Por Qué?

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El dolor es un síntoma, no una enfermedad, y la Real Academia de la Lengua Española lo define como una “sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior”. Esta sensación puede tener mayor o menor importancia, pero en términos generales interfiere en la realización normal de las actividades diarias y, por tanto, requiere de un correcto diagnóstico y tratamiento.

Es el caso de infecciones localizadas en las extremidades que se manifiestan con rubor y edema, y que pueden acompañarse también de dolor.

Tipos de dolor

El origen de esta molestia puede ser muy variado, y a grandes rasgos podría dividirse:

  • Dolor traumático: es aquel que ocurre de manera violenta o inesperada debido al efecto mecánico de un objeto que provoca daño físico y lleva a la aparición de dolor. Contusiones, golpes o caídas forman parte de las causas que ocasionan dolor. En el ámbito deportivo, el traumatismo suele ser debido a una contusión con un contrario o con elementos relacionados directamente con el deporte practicado (pelota, stick, etc.) o por una caída durante la práctica de actividad física.
  • Dolor no traumático: su origen no está asociado con un trauma, sino que puede ser debido a un proceso orgánico como una neoplasia, una infección o un problema en el sistema circulatorio, por ejemplo.

El dolor también puede clasificarse en función de otras variables como la localización (si afecta a una articulación se habla de artralgia y si afecta a un músculo, es una mialgia), duración (agudo o crónico) y según su intensidad hablamos de dolor leve, moderado o severo.

Traumatismos

Los traumatismos son una de las causas más frecuentes de dolor en las extremidades. Un gran número de pacientes con lesiones traumáticas se quejan de dolor, que suele limitar su movilidad. En la mayoría de situaciones el dolor se acompaña, además, de edema (hinchazón) y en los casos más graves de lesión del tejido blando o tejido óseo como rupturas parciales o completas. El tratamiento inicial ante cualquier traumatismo es el protocolo conocido como RICE que se corresponde a las siglas en inglés R (Rest-reposo), I (Ice-hielo), C (Compression-compresión) y E (Elevation-elevación). De esta actuación cabe destacar la “I”, que corresponde a la crioterapia. El hielo en un traumatismo tiene una doble función: reductora de la inflamación y analgésica, porque ayuda a minimizar el dolor. Evidentemente, la terapia farmacológica es también una opción terapéutica de primer orden, de manera que los analgésicos y los fármacos antiinflamatorios ayudarán a mejorar la evolución de la lesión, siempre bajo supervisión médica.

Y si no ha habido traumatismo… ¿por qué pueden doler?

En cuanto al dolor de origen no traumático, es esencial conocer el origen para poder realizar un tratamiento adecuado. El diagnóstico requiere de una completa anamnesis (cuestionario) para conocer cual puede o pueden ser las causas que han llevado a la aparición del síntoma. Preguntar sobre los hábitos de la persona es un primer paso para descartar diferentes causas.

  • La práctica deportiva es un origen bastante habitual. Sin ser necesario realizar grandes sesiones de entrenamiento, la simple fatiga puede ocasionar dolor, sobre todo la mialgia, dolor a nivel muscular. Las más que conocidas “agujetas” no son más que microlesiones musculares que ocasionan dolor, en general leve, y que puede durar hasta 72 horas después del ejercicio, pero que pueden llegar a impedir una correcta deambulación o el uso de la extremidad afectada. Dependiendo de la modalidad practicada, el dolor puede variar de localización e irá disminuyendo con el paso de las horas y cierto descanso.
  • Pasar muchas horas en la misma posición (sentados o de pie): la actividad laboral de quien sufre dolor también puede indicar cuál puede ser su origen. Pasar muchas horas sentado (trabajo “de oficina”) puede ocasionar la aparición de dolores. Y quien está muchas horas de pie acaba también quejándose de molestias en las extremidades inferiores, sobre todo relacionadas con problemas vasculares (la típica consulta es: “se me cargan las piernas”). Utilizar prendas compresivas, además de movilizar las extremidades es una recomendación frecuente y que ayuda a mejorar los síntomas, tanto si se está sentado como de pie en la misma posición muchas horas. Paralelamente, hay que valorar si existe o no una patología real a nivel circulatorio, que requiera de una intervención más allá de la terapia conservadora o farmacológica. Las articulaciones son el foco de molestias en personas que pasan horas sentadas no sólo a nivel de las extremidades inferiores, sino que, aunque inicialmente no se piense en ellas, también en extremidades superiores como las muñeca, sobre todo cuando se trabaja con ordenador y ratón.
  • Trabajos relacionados con el movimiento de cargas refieren molestias en la mayoría de consultas a nivel articular: omalgia (dolor en el hombro), gonalgia (dolor en la rodilla) o epicondilitis-epitrocleitis (dolor en el codo). En estos casos habrá que hacer una aproximación terapéutica, pero también una valoración laboral porque en muchas ocasiones hay que replantearse la situación en la que se encuentra el individuo. El motivo es que el dolor puede acabar cronificando y provocar una situación compleja que tendría que abordarse desde un punto de vista más amplio, y no únicamente terapéutico.
  • Los antecedentes patológicos también han de tenerse en cuenta, pues existen patologías que, como síntoma, cursan con dolor. Es el caso de infecciones localizadas en las extremidades que se manifiestan con rubor y edema, y que pueden acompañarse también de dolor. Otras afecciones que cursan con dolor en las extremidades son aquellas de origen neurológico, como por ejemplo cervicalgias, que pueden irradiarse a extremidades superiores en forma de parestesias (sensación de hormigueo y adormecimiento).