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Diuréticos y Retención de Líquidos

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Definimos un diurético como una sustancia que al ser ingerida induce la eliminación de líquido del organismo. Esta eliminación de líquido no se produce de forma aislada, sino que conlleva a un arrastre de minerales e iones que alteran el equilibrio electrolítico y debe tenerse muy en cuenta al indicar el tratamiento. Se trata de un tratamiento que debe realizarse bajo recomendación médica. Su principal indicación sería el tratamiento del edema o retención de líquidos que puede presentarse en diferentes patologías: insuficiencia cardíaca, cirrosis hepática, enfermedad renal, grandes quemados, hipertensión arterial…

Definimos un diurético como una sustancia que al ser ingerida induce la eliminación de líquido del organismo.

Tipos de diuréticos

Existen diferentes grupos de diuréticos que actúan en diferentes niveles para forzar el efecto de arrastre y eliminación de líquido. La mayoría de diuréticos actúa forzando la eliminación renal de agua mediante la eliminación forzada de sodio en la orina. A su vez ocasionan disminución en los niveles de otros iones como potasio, cloro y magnesio por lo que deben monitorizarse sus niveles en los pacientes tratados con diuréticos de forma crónica.

En función del mecanismo y lugar de acción diferenciaremos diferentes tipos de diuréticos: tiacídicos, del asa y ahorradores de potasio. Las diferentes familias de diuréticos presentan diferentes efectos adversos. La elección de uno u otro vendrá condicionada por los síntomas y la patología especifica a tratar.

  • Los diuréticos tiacídicos suelen indicarse en pacientes afectos de hipertensión arterial y/o insuficiencia cardíaca. Los más comúnmente empleados son la hidroclorotiazida y la clortalidona. Son menos potentes que los diuréticos del asa pero más que los ahorradores de potasio. Aumenta la excreción de sodio, agua y potasio.
  • Los diuréticos del asa se emplean, por su mayor eficacia, en agudizaciones de enfermedades crónicas. Los más empleados en la práctica clínica son furosemida y torasemida. Actúan aumentando la excreción renal de sodio, agua y potasio. Precisan un ajuste de dosis de forma individual según la respuesta clínica y el grado de diuresis requerido. En cuanto los síntomas mejoran se ajusta nuevamente la dosis.
  • Los diuréticos ahorradores de potasio a diferencia de las otras familias pueden provocar desequilibrio electrolítico, especialmente por aumento de potasio, aunque también pueden ocasionar disminución de los niveles de sodio. Los más empleados de este grupo son la amilorida y la esironolactona. Tienen un efecto diurético más débil que los grupos anteriores.

Cómo tomarlos

Una vez tenemos la indicación clara de iniciar el tratamiento con diuréticos debe iniciarse la pauta a dosis bajas, que se incrementará en función de la evolución clínica del paciente, así como la tolerancia, hasta conseguir una respuesta diurética adecuada que podremos evidenciar clínicamente con una disminución de peso (por eliminación del líquido retenido), una mejoría en la inflamación de las extremidades o una mejoría en los valores tensionales.

A medida que los síntomas mejoran intentaremos reducir la dosis hasta conseguir la mínima necesaria para mantener un correcto equilibrio. En algunos pacientes, a pesar de haberse resuelto la retención de líquidos, debe mantenerse el tratamiento diurético para evitar recaídas.

Por supuesto, los pacientes en tratamiento con diuréticos deben someterse a controles analíticos periódicos para monitorizar, sobre todo, los iones (sodio, potasio, cloro, magnesio…), así como la función renal. Al iniciar el tratamiento con diuréticos realizaremos una analítica tras una o dos semanas del inicio del tratamiento. Asimismo, siempre que el paciente precise un ajuste de dosis para controlar los síntomas, debemos proceder al control analítico posterior, sobre todo al aumentar la dosis del diurético.

Efectos adversos

El uso concomitante de diuréticos con otros fármacos puede potenciar el efecto de los mismos de forma que es importante comunicar este tratamiento si precisamos una nueva prescripción farmacológica.
Por supuesto, la ingesta de diuréticos implica más visitas al baño con la consecuente incomodidad, sobre todo, durante la noche. Por tanto, es una medicación muy efectiva pero no exenta de efectos adversos inducidos, principalmente por el aumento de la diuresis (o micción) y el desequilibrio hidroelectrolítico. Los efectos secundarios más habituales son pues: hiponatremia (disminución de sodio), hipopotasemia (disminución de potasio), hipomagnesemia (disminución de magnesio), hipovolemia (deshidratación), hiperuricemia (aumento de ácido úrico), crisis de gota, hipercalcemia (aumento de calcio), hipercolesterolemia (aumento de colesterol) e hiperglucemia (aumento glucosa), hipotensión (disminución de la tensión arterial) e insuficiencia renal.

Por su frecuencia e importancia merece especial mención la hipopotasemia, que puede aparecer con los diuréticos tiacídicos y los de asa (más frecuente en los pacientes tratados con los primeros). En función de la duración del tratamiento y la dosis requerida será más acusada y puede ser necesario un suplemento de potasio para compensar las pérdidas renales.

Por el contrario, en pacientes tratados con diuréticos ahorradores de potasio encontraremos niveles elevados de potasio que pueden precisar tratamiento específico.

Vamos a mencionar los síntomas más frecuentes que aparecen ante un desequilibrio hidroelectrolítico en general: sequedad de boca, sed, síntomas digestivos (náuseas y vómitos), debilidad, cansancio o letargia, somnolencia, agitación, convulsiones, confusión, cefalea, dolores, calambres musculares, hipotensión (también hipotensión postural), oliguria (micción escasa), arritmias….

Como puedes deducir no es una medicación que deba tomarse sin control médico. Además de sus indicaciones específicas tiene unos efectos adversos que no deben minimizarse. Y, sobre todo, no están indicados para tratar el sobrepeso por causas ajenas a las mencionadas.