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Dieta en la Gastroenteritis

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Muy pocos se libran de haber sufrido una o varias gastroenteritis a lo largo de su vida. Este proceso agudo, que mejora de forma espontánea al cabo de uno a tres días, aparece de repente y nos deja bien “tocados”. A pesar de lo frecuente que es, ¿sabemos por qué pasa, qué medidas tomar y qué dieta seguir durante y después de un episodio? A continuación, resolvemos ésta y otras dudas relacionadas con la gastroenteritis.
El diagnóstico de la gastroenteritis se realiza a partir de la sintomatología del paciente y, si es necesario, se efectúa un cultivo de las heces para conocer el germen causante

¿Qué es?

La gastroenteritis es una infección con inflamación del revestimiento interno del estómago y del intestino delgado y grueso. Es un proceso agudo que mejora de forma espontánea al cabo de uno a tres días. Esta afección provoca una alteración transitoria de la capacidad del intestino para regular la absorción y la secreción de sales y agua, así como un rechazo de alimentos, lo que produce síntomas como diarrea, vómitos, fiebre y dolor abdominal. A veces, puede prolongarse en el tiempo como consecuencia del desarrollo de una intolerancia a la lactosa o una sensibilización a las proteínas de la leche de vaca.

Generalmente es debida a una infección producida por un microorganismo (virus, bacterias o parásitos), pero también puede ser causada por la ingestión de ciertos fármacos o toxinas químicas o incluso algunas enfermedades pueden ocasionar un cuadro sintomático similar. La causa más frecuente de gastroenteritis es la de origen vírico en los países industrializados, normalmente los norovirus, o los rotavirus.

¿Quién puede padecer gastroenteritis?

La gastroenteritis vírica puede afectar a cualquier persona, aunque son los menores de cinco años y los ancianos quienes presentan mayor riesgo de padecerla. También las personas con un sistema inmunitario debilitado son más propensas a contagiarse.

¿Qué virus la provocan?

Los principales virus causantes de la gastroenteritis vírica aguda son:

  • Norovirus: circulan de forma habitual en la población general, especialmente durante los meses invernales, entre noviembre y abril.
  • Rotavirus: son la principal causa de gastroenteritis en lactantes y niños menores de dos años. Los adultos también se pueden infectar por la transmisión de los menores a los adultos.
  • Astrovirus: tiene una distribución mundial y transitan durante los meses fríos del año.
  • Adenovirus.
  • Torovirus y coronavirus.

¿Cómo se transmite?

Los virus que provocan la gastroenteritis vírica se transmiten de distintas maneras, pero en general lo hacen de persona a persona por la ruta fecal-oral. También a través de las siguientes situaciones:

  • Comiendo alimentos o ingiriendo líquidos contaminados. Sobre todo, ocurre cuando ingerimos productos crudos o poco cocidos. Por ejemplo, crustáceos y moluscos bivalvos, por contaminación fecal de las aguas en que viven. El contagio del alimento puede producirse también por un manipulador infectado.
  • Tocando objetos contaminados y luego llevándose las manos o los dedos a la boca o a través de superficies contaminadas, especialmente sobre las que existe contacto frecuente con las manos (barandillas, pasamanos, botones de ascensores, etc).
  • Mediante el contacto directo con una persona infectada. Por ejemplo, cuidando el afectado o compartiendo alimentos o cubiertos.
  • En lugares cerrados y concurridos como residencias de ancianos, guarderías, escuelas y cruceros, así como que provoquen brotes en restaurantes.

¿Qué síntomas tiene?

Los síntomas surgen entre cuatro y cuarenta ocho horas después del contacto con el virus y suele desaparecer por sí solo al cabo de uno y tres días, aunque puede llegar a durar hasta diez, siempre en función del tipo de virus causante. En general, pueden ser los siguientes:

  • Dolor abdominal.
  • Falta de apetito.
  • Pérdida de peso.
  • Diarrea, que puede llegar a ser líquida.
  • Náuseas y vómitos.
  • Cefalea.
  • Dolores musculares y articulares.
  • Transpiración o piel transpirada.
  • Fiebre, escalofríos y/o sudoración.
  • Cansancio.

¿Puede complicarse?

La complicación más importante de la gastroenteritis aguda suele ser la deshidratación, siendo más frecuente en los lactantes y ancianos, y en personas debilitadas por otras enfermedades.

Esta ocurre cuando la cantidad de líquido que sale del cuerpo es mayor que la que entra y puede darse cuando no se toma la cantidad suficiente de líquido o cuando se pierde más líquido corporal de lo habitual. La deshidratación puede ser lenta o rápida y eso determinara el grado de gravedad del paciente, pudiendo necesitar un ingreso hospitalario.

Los niños pequeños y los bebés tienen más probabilidades de deshidratarse porque sus cuerpos son más pequeños y tienen menores reservas de líquidos.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico de la gastroenteritis se realiza a partir de la sintomatología del paciente y, si es necesario, se efectúa un cultivo de las heces para conocer el germen causante. A menudo no es necesario recurrir a ningún tipo de medicación salvo, si es preciso, algún analgésico para tratar el dolor y/o la fiebre, o antieméticos para mejorar las náuseas y vómitos.

El papel de la dieta

  • Dieta líquida: el primer paso en caso de sufrir una gastroenteritis es la prevención de la deshidratación mediante una dieta líquida. Se deberán reponer sales minerales mediante la ingesta de líquidos adicionales ricos en sales y azúcar. Se puede recurrir a bebidas como: agua con limón casero, infusiones digestivas o relajantes (manzanilla, hinojo, melisa, tila, tomillo, hierbaluisa) con miel y limón, zumos de fruta sin pulpa, licuados de fruta y verdura, caldos vegetales desgrasados, soluciones de suero oral o bebidas isotónicas comerciales, opciones distintas para beber abundantes líquidos a lo largo del día. Este líquido debe ingerirse en cantidades pequeñas (de 60 a120 ml) cada 30 o 60 minutos. Con bebés o niños pequeños, puede usarse una cucharita o una jeringa.
  • Dieta blanca: a medida que los vómitos y/o la diarrea van cesando se iniciará una dieta blanda que incluya alimentos astringentes y sin residuos (sin fibra), con el fin de normalizar el funcionamiento intestinal.

Recomendaciones para seguir una dieta blanda

  • Masticar muy bien cada bocado y comer despacio para favorecer la digestión.
  • Realizar comidas frecuentes, pero de pequeño tamaño.
  • Evitar alimentos ricos en fibra: verduras, frutas, legumbres, frutos secos, frutas desecadas y cereales integrales (muesli, pan, arroz, pasta…).
  • Preferir la fruta cocida o al horno sin piel, en almíbar sin el jugo, o bien en forma de zumos colados no ácidos y sin endulzar.
  • Evitar sustancias irritantes del aparato digestivo como especias, condimentos picantes, cigarrillo, alcohol o cafeína.
  • Incrementar la cantidad de alimentos ricos en pectina, fibra soluble con efecto astringente: manzana rallada y oscurecida (oxidada), pera cocida, patata hervida «chafada», membrillo, boniato asado, plátano maduro…
  • Escoger cocciones magras y suaves como hervidos o al vapor, evitando frituras y guisos fuertes. Utilizar aceite en crudo y con moderación para no entorpeces la digestión.

ALIMENTOS ESTRELLA

  • Arroz y derivados: agua de cocción del arroz, preparaciones a base de arroz, sémola de arroz y similares por tener propiedades astringentes.
  • Sémola de trigo y derivados de la harina de trigo refinada: son ingredientes fáciles de digerir y casi no aportan fibra.
  • Manzana rallada y oscurecida (oxidada): por contener taninos tiene un efecto astringente y antiinflamatorio. El membrillo también es una fruta rica en taninos.
  • Zanahorias cocidas: son fuente de pectina o fibra soluble que favorece la adecuada formación de heces y contribuye a frenar la diarrea.
  • Calabaza y calabacín hervidos o al vapor: son buenas hortalizas a incluir si la diarrea empieza a ir a menos o no se produce, pues son alimentos fáciles de digerir, ricos en potasio y en agua que favorecen la hidratación.
  • Proteínas magras: se escogerán carnes como pollo, pescado blanco o pavo, en sus cortes más magros para facilitar la digestión.