Muchos sabéis qué es el vitíligo por la visibilidad que le han dado algunas marcas de ropa al utilizar como modelos a personas con esta enfermedad. Afecta alrededor de ojos y boca, sobre todo, provocando decoloración de ciertas zonas. ¿Os suena, verdad?
El vitíligo es una enfermedad autoinmunitaria, es decir, en la que el organismo causa daño a sus propias células. Y en este caso, las células atacadas son las responsables del color de la piel, los melanocitos. Por ello, se produce esta decoloración de la piel, con el comprensible problema estético que puede conllevar, e impacto sobre la autoimagen y la calidad de vida.
El vitíligo suele afectar a zonas bastante características. Es típica la afectación alrededor de los ojos y la boca, los dedos de las manos, o las zonas genitales. Cuando se produce en áreas con pelo como las cejas o el cuero cabelludo puede producir mechones blancos decolorados de cabello. En algunas personas afecta a todo el cuerpo, llegando incluso a perder la pigmentación normal casi por completo.
Sobre el vitíligo, se sabe desde hace mucho tiempo que la enfermedad se produce por un mecanismo de autoinmunidad. Además, tiene tendencia a asociarse con otras enfermedades de este tipo, como ciertos tipos de diabetes, el síndrome de Addison (fallo de las glándulas suprarrenales) o las enfermedades autoinmunes del tiroides. Se sabe también que no es una enfermedad contagiosa, y que existen casos hereditarios. No es posible saber el pronóstico de un paciente con vitíligo. Algunos pueden sufrirlo durante un tiempo y repigmentar su piel espontáneamente. En otros, puede ser progresivo y decolorar la piel hasta el punto de afectarla enteramente y perder completamente la pigmentación.
Sobre todo, produce impacto sobre la imagen y la calidad de vida. Las personas con vitíligo sufren aislamiento social, y en ciertas culturas se les considera personas a excluir. Lo cierto es que el vitíligo no es contagioso, y permite llevar una vida normal. Como la piel afectada está desprotegida, deben protegerla del sol porque se quema con facilidad y puede desarrollar más fácilmente un cáncer.
En general, un dermatólogo puede diagnosticarlo sin necesidad de pruebas. Suele solicitarse una analítica de sangre para descartar trastornos inmunológicos, del tiroides o del páncreas que, como hemos dicho, pueden acompañar al vitíligo. Debe distinguirse de las infecciones por hongos, y de otros trastornos de la pigmentación de la piel como el piebaldismo o los mosaicismos pigmentarios.
Hoy en día, no podemos asegurar una cura para el vitíligo. Existen muchas opciones de tratamiento, y la eficacia puede ser variable para cada paciente. Algunos pueden frenar su enfermedad, pero en otros es progresiva y el tratamiento fracasa.
El vitíligo sigue siendo una enfermedad con un tratamiento muy limitado. Es importante dejarse aconsejar por dermatólogos sobre su terapia, y no caer en la trampa de remedios milagrosos anunciados por Internet sin base científica y que, en la mayoría de los casos, constituyen un fraude.