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Despeja Tus Dudas sobre la Hernia Discal

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Es la mayor causa de incapacidad en personas menores de 45 años, ¿lo sabías? ¿Y qué tiene que ver una hernia discal con una ciática? ¿Qué diferencia hay entre protusión y hernia discal? ¿Se ve una hernia discal en una radiografía? Son muchas las preguntas para formular ante esta patología tan frecuente.
En función de la ubicación la hernia discal producirá dolor en la región lumbar (lumbalgia) o cervical (cervicalgia).

¿Qué es una hernia discal?

Es una enfermedad que afecta al disco intervertebral, que es una estructura cartilaginosa que se encuentra entre las vértebras confiriéndoles capacidad de amortiguación. Este disco consta de dos partes claramente diferenciadas: anillo fibroso o halo periférico y núcleo pulposo o zona central de consistencia gelatinosa, cuyo contenido es un 88% de agua. Cuando el núcleo pulposo del disco intervertebral se desplaza hacia el exterior empuja al anillo fibroso e incluso puede llegar a romperlo. Es entonces cuando el núcleo pulposo ocupa un espacio anatómico que no le corresponde y compromete las estructuras de dicha área. Cuando el desplazamiento es en dirección lateral (derecha o izquierda) producirá una ocupación del canal medular que se traduce en una compresión y/o desplazamiento de la raíz nerviosa que discurre por allí, originando síntomas neurológicos (hormigueos, pérdida de fuerza o sensibilidad).

¿Cuál es exactamente la diferencia entre protusión y hernia discal?

La diferencia radica en la cantidad de disco desplazado. Si es menor del 50% del disco se llama protusión discal, mientras que si es mayor hablaremos de hernia discal. Es importante aclarar que el tamaño de la hernia no tiene correlación con los síntomas. Tiene más trascendencia la ubicación anatómica que el tamaño de la hernia.

Las ubicaciones más frecuentes de las hernias discales son: región lumbar (entre los espacios L4-L5 y L5-S1, que suponen el 95% de los casos) y región cervical (entre los espacios C5-C6 y C6-C7).

¿Qué síntomas puede dar una hernia?

En función de la ubicación la hernia producirá dolor en la región lumbar (lumbalgia) o cervical (cervicalgia). Se acompañará por un cortejo de síntomas asociados según la estructura anatómica que se vea comprometida por el disco herniado.

Podremos encontrar una alteración de la fuerza de la extremidad, una alteración de la sensibilidad, una afectación motora (disminución de la movilidad), una radiculagia (braquialgia o ciatalgia) e incluso mal control de los esfínteres.

¿Todas las lumbalgias tienen una hernia discal de base? En absoluto. A pesar de que la lumbalgia mecánica es uno de los principales motivos de consulta en urgencias de traumatología sospecharemos una implicación discal sólo ante determinados síntomas como pueden ser la sensación de hormigueo o la dificultad para el movimiento de la pierna. En caso de detectar estos síntomas investigaremos la raíz nerviosa afectada.  Al realizar la exploración es muy probable que detectemos una disminución de los reflejos en la zona afectada.

¿Qué exploración y pruebas diagnósticas realizaremos?

Ante un dolor cervical o lumbar debemos realizar un buen interrogatorio y una exploración física exhaustiva (donde podremos valorar posibles deformidades, asimetría de extremidades y alteraciones neurológicas). Se deben explorar la fuerza, los reflejos y la sensibilidad de las raíces nerviosas locales.

En el caso concreto de una lumbociatalgia o ciática, aproximadamente el 90% de los casos será debido a una hernia discal que comprime una raíz nerviosa (casi siempre L5 o S1). El síntoma guía es un dolor irradiado hacia la extremidad inferior que puede llegar hasta el pie.

La primera prueba diagnóstica a realizar sería una radiografía de columna, aunque no nos permitirá la visualización del disco intervertebral por ser radiotransparente. Posteriormente se solicitarán otras pruebas de imagen para completar el estudio (resonancia magnética o tomografía computarizada). La resonancia magnética nuclear es el método de elección para evaluar la morfología del disco intervertebral. Las pruebas de imagen deben pedirse de forma inmediata ante la sospecha de patología vertebral grave. Uno de los objetivos de las pruebas de imagen es identificar a los pacientes candidatos a tratamiento quirúrgico.

Debemos mencionar la electromiografía por ser la siguiente prueba diagnóstica a realizar cuando detectamos una hernia discal que compromete una raíz nerviosa. Es una prueba que nos permite estudiar alteraciones en la conducción nerviosa. Valora el sistema nervioso periférico (nervio y músculo).

¿Cuál sería el tratamiento de elección?

Existen numerosas opciones terapéuticas disponibles. Sin embargo, ningún tratamiento ha demostrado ser más beneficioso que otros.

  • El tratamiento médico puede consistir en analgésicos, miorrelajantes, corticoides, antinflamatorios…, en función de los síntomas predominantes.
  • Otros tratamientos coadyuvantes pueden ser contemplados, como la fisioterapia y la rehabilitación. En fase de mantenimiento la práctica de natación sería de gran utilidad para tonificar la musculatura paravertebral.
  • En dolores rebeldes al tratamiento convencional o con mala respuesta al mismo puede indicarse el tratamiento en la Clínica del Dolor (supervisado por anestesistas que suelen infiltrar el foco del dolor con agujas dirigidas por escopia).
  • El tratamiento quirúrgico se reserva para aquellos casos en los que los tratamientos anteriores no han sido efectivos. Esta patología puede ser intervenida por el traumatólogo o por el neurocirujano. El tratamiento quirúrgico estrella es la discectomía (resección del disco herniado mediante laminectomía o hemilaminectomía). Otras opciones quirúrgicas serían la discólisis (desecación del disco con ozono), la artroplastia (fijación de dos o más vértebras consecutivas para descomprimir el disco intervertebral afecto), etc.

Como ves existen múltiples abordajes terapéuticos. La tendencia es conservadora. Se descarta la opción quirúrgica en aquellos pacientes con buena respuesta al tratamiento médico. Sin embargo, se contempla la opción quirúrgica en aquellos pacientes con afectación neurológica importante y dolor invalidante. Entre ambos extremos encontramos la mayoría de los casos.