Como cualquier órgano del cuerpo, la piel puede desarrollar tumores malignos o cánceres. Al estar en contacto con el exterior, y muy especialmente con la luz solar, que puede provocar alteraciones en las células, los cánceres de piel son muy frecuentes. Por fortuna, al ser visibles a simple vista, pueden curarse con un diagnóstico precoz y una actuación terapéutica correcta.
Existen centenares de tipos de cánceres de la piel, pero los más frecuentes son tres: el carcinoma basocelular, el carcinoma escamoso (también llamados “cáncer de piel no melanoma”) y el melanoma. De ellos, el más grave puede ser el melanoma, por su capacidad de extenderse e invadir otros órganos y provocar la muerte.
En cualquiera de los tres tipos de cáncer mencionados, la luz solar parece ser el factor más claramente implicado, especialmente el haber padecido muchas quemaduras solares en la infancia o el permanecer muchas horas al sol sin protección adecuada. No es el único factor, ya que vemos melanomas y carcinomas en zonas donde no toca el sol, como las axilas o las plantas de los pies. El tabaco, otras radiaciones o factores genéticos parecen jugar un papel, aunque menos importante que el sol.
Es importantísimo acudir al dermatólogo a revisarse periódicamente la piel, especialmente si se han padecido muchas quemaduras solares, si hay historia de cáncer de piel en la familia, y si se es una persona de piel y ojos claros.
Los dermatólogos estamos muy bien entrenados para reconocer posibles cánceres de piel, y utilizamos unos dispositivos para la exploración llamados dermatoscopios, que son como pequeños microscopios portátiles que permiten ver el interior de la piel. En caso de necesitar extirpar alguna lesión por sospechosa de cáncer debe hacerse con biopsia para saber el tipo del tumor y para asegurar que está completamente extirpado.
El tratamiento pasa por extirpar el tumor con unos márgenes suficientes para asegurar que no volverá a crecer, e intentando obtener unos resultados estéticos aceptables, ya que una gran mayoría de los cánceres “no melanoma” aparecen en la cara.
Las medidas preventivas del cáncer de piel se basan en una correcta protección solar y en la detección precoz mediante autoexploración o visita al dermatólogo. En personas con elevado riesgo de melanoma por una historia familiar, por haber padecido muchas quemaduras solares o presentar muchas pecas, se realiza un mapeado de todo el cuerpo con una técnica de microscopía de epiluminiscencia, con el fin de detectar cambios en las pecas o pecas nuevas que pueden ser melanomas incipientes. Un melanoma detectado y extirpado a tiempo puede estar completamente curado.